Capítulo 46

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Capítulo 46

Alice le dedicó una sonrisa suave a su hija que estaba mostrándole un montón de fotografías de su vida, de la casa, de su vida escolar y sus amigas. Un poco de amargura se formó cuando le pasó algunas fotos de su mejor amiga; Irina, luego otras de ella y Nina o de las tres.

—¿Y ella quien es? —Le sobó la cabeza —Te has indispuesto al verla.

—Era... una de esas cosas complicadas de las que te hablé —chasqueó con el aire apretando sus pulmones y una soga que empezaba a anudarse en su garganta.

La chica disfrutaba mucho las tardes que pasaba a ver a su madre, su sonrisa era cálida y se quedó un rato con la vista fija en la otra que estaba con mucha emoción pasando el papel fotográfico perlado mate. Su rostro se descompuso un poco al encontrarse con fotos de Alexeil y Verónica.

—¿Te trata bien? —. Su preocupación creció un poco. —¿Sabes a qué se dedica?—. No quería ver a su hija involucrada en todo eso.

—Si —murmuró.

—Ya veo —. No quería saber más —Ten cuidado —. Le tomó la mano que tenía la misma proporción a la de ella solo que un poco más arrugada —A veces los hijos suelen cometer los mismos errores de los padres. Tu padre era un abusador, el padre de mi madre igual y temo que tú también dejes que abusen de ti...

Cuando Verónica abrió la boca para preguntar sobre esas palabras llegó la enfermera con una suave sonrisa —Ya es hora, Alice. Debemos empezar tu terapia.

Perdió el interés en su hija por un momento para mirar —Ah. Si —. Le acomodó a su hija un mechón de cabello detrás de la oreja —. Es momento de que te deje libre de mis preguntas.

—Si, mamá —. Empezó a levantarse de su asiento para tomar su folio —Voy a ver cómo podemos sacarte de aquí... —La pelirroja se había cansado de que ella estuviera en una habitación de cuatro paredes blancas por años. —Hablaré con él para que puedas vivir en una casa... cómoda.

—¿Y tú te irás a vivir conmigo? —. Aleteó esas largas pestañas con la esperanza brillando en sus ojos.

Verónica no era capaz de decir que no. Sabía en lo profundo que eso no podría ser una realidad —Si... lo que tu quieras.

—Hasta la otra semana.

—Hasta la otra.

*

Tuvo que pasar a la estación de policía para dar su declaración de los hechos. Ya habían ensayado un monólogo detallado de lo que sucedió el día en el que fue el tiroteo en el antiguo hotel de Almos.

Giovanna entró con su café expresso extra caliente en las manos y se sentó al otro lado de la mesa con una sonrisa amplia —No tienes veintiuno y estás en preparatoria así que estoy obligada a llamar a uno de tus parientes para que te acompañen o a un abogado. En este caso tu abogado —. Dejó el expediente sobre la mesa y tras un bostezo de cansancio se sentó. —Llame a tu abogado.

Carmila se sentó un momento después con su propio folio. Le agarró una mano por debajo de la mesa a Verónica para que estuviera tranquila.

—Vaya. Porque no me sorprende que seas tú —. Incrédula se tapó la boca con la mano para contener una risilla. —La abogada del diablo.

—Alguien tiene que cumplir ese papel —. amplió sus manos con suficiencia pomposa.

—Tengo curiosidad —la miró divertida—¿Cuánto dinero puede comprar a una de las mejores abogadas del país?

VerónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora