Cuando pensó que todo era un sueño, al mover sus manos entre las sábanas. No lo encontró. El rostro cargado de preocupación. Los pies se movieron con velocidad, tropezando con todo porque sus ojos no se habían adaptado a la luz. Abrió la puerta del baño y entró avergonzada de verlo en la regadera.
Se incorporó ojeando como si fuera pecado ver sus hombros, su torso y entre los músculos mojados y resbaladizos, siguió el camino que el agua formaba mientras caía—Pensé que fue un sueño...
Le sonrió y con una mirada la invitó a entrar. Casi con un instinto instantáneo se quitó la camisa que él le colocó cuando estaba dormida y la trasladó del sofá a la cama. Abrazándola y apretándole hasta el amanecer.
El jabón era su propiedad y recorría cada espacio, cada pliegue de la delicada piel. Incluso cuando la miró desde abajo para pasarlo por las piernas de ella. Las manos de Verónica agarraron su rostro y con deseos de besarlo Alexeil se incorporó —Tu turno.
La pelirroja comenzó por el torso y se le metió un poco por las uñas. Él se rió al verla quitarse los excesos con impaciencia. Sus dedos vengativos agarraron su entrepierna. Desprevenido soltó un jadeo masculino —¿Pensaste en mí? —La mano pequeña se movía con firmeza aumentando gradualmente la velocidad.
Con la mano sobre la pared dejó que ella moviera todo su brazo. La sonrisa malvada de la chica por verlo así se hizo aún más radiante—¿Dónde aprendiste eso? —Le dijo mirándola con intensidad.
—Estoy probando ser prostituta.
Se rió entre el placer y el éxtasis. Él llenó su mano con el líquido blanquecino que lentamente se limpiaba con el agua. Ella llevó un poco con su dedo pulgar a la boca—Dulce...— La besó, levantándola para que trepara. Delineo el rostro de ese hombre, su todo —Te amo...—Susurró abrazándolo con toda su fuerza frágil.
Era divertido no hacer nada. Sentarse a jugar en la arena como un par de niños —Voy a hacer un puentecito...—Soltó él mientras ella estaba tratando de hacer el castillo, bufo varias veces al tratar de sacar el baldecito y que media tierra quedará afuera y la otra en el balde. Alexeil se echó a reír.
Con rabia se lanzó sobre su padre —¡No te rías! —Le hizo cosquillas —¡Ayúdame! —A él le quedaba increíblemente bien su castillo, mientras ella miraba la horrible estructura—No se ve tan mal...
—¿Es un reino en ruinas?
Lo empujó y con rabia mandó su pie atrás, cargando con una tensión impresionante.
—No te atrevas...Envidiosa—Alexeil trataba de incorporarse para salvar su preciosa creación. Su cara se derrumbó junto al castillo cuando ella lo pateó. Abrió la boca y luego aguzó los ojos —Es la guerra...
Ella abrió sus ojos y empezó a retroceder con las manos listas para defenderse —No era en serio...
—¿A no?
—No.
Salió a correr por la arena mojada con velocidad agitando sus brazos como loca. Incluso usando toda su fuerza para escapar, era demasiado pequeña, sus piernas muy cortas y fue tacleada al instante cayendo como una estrella de mar con la cara llena de arena—¡Animal! —Levantó su cara cubierta de arena, se la estaba limpiando cuando la jalo de una pierna.
—Vas a ver...— se aferraba a la arena mientras la metía al agua. La recogió y con toda su fuerza se preparó igual que ella para hacerla volar al mar. Agitaba sus piernas y sus brazos en el aire. Un chapuzón de agua salada que se le metió por la boca. Mientras se limpiaba la cara y sin darse cuenta aprovecho para desabrocharle el sostén tirando de él y corriendo de ella. Terminó escupiendo agua salada con algas en la cabeza y arena en el culo.
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Verónica
RomanceEran sus sentimientos prohibidos, tan inevitables; que los alentaron a probar los sabores agridulces de la profanación. Alexeil Arkádievich, sintió a su hija aferrarse, ella lloraba -te amo papá - y evitando que alguien la descubriera, él recubrió e...