Al regresar, intentaba entender porque su padre aún seguía con Zennit o Jane; el nombre era el menor de los problemas. Tal vez había algo que ella estaba ignorando, pero con la plumilla negra y la mirada distraída en el patio de su instituto, no había duda de un inmenso vacío de inseguridad.
Dándole más vueltas al asunto, armaba y desarmaba rompecabezas mentales para poder entender de qué se trataba, qué clase de elaborado plan tenía su padre para mantener a esa mujer entre ellos.
Una idea vino a su mente. Si Jane vino a buscar a su hermano, el entrenador Jonathan, y su ex esposo Jason tenía el mismo apellido que Dimitri. Entonces...
— Verónica — La llamó Ivan.
Con una sonrisa y rascándose la nuca, nervioso — Quería saber si vendrás al cumpleaños de Irina, el fin de semana en el club de golf.
— Si, tu madre llamó para saber si yo asistiré — La muchacha guardó sus libros en su folio, ese día estaba usando el uniforme normal: moño negro, camisa amarillo quemado, falda plisada negra, zapatos y medias hasta por encima de las rodillas de igual color y, a veces, cuando se sentaba se podían ver los tirantes que iban agarrados desde el borde hasta un arnes que tenia en las caderas .
Él le sonrió — Pensé que podrías ir como mi pareja... bueno, si tu quieres ¿Quieres ir conmigo?
La pelirroja escondió sus labios, un poquito dubitativa le respondió — Le dije a mi padre que viniera, no tenía a nadie a quien invitar y ya sabes...no estoy lista para salir con alguien ¿Si?
Ivan asintió y lo comprendió — Bien. De todas formas espero verte allí.
Siempre le había gustado la pelirroja, desde niños le parecía una niña muy bonita y lista. Sin embargo, no era capaz de ser sincero con ella, no totalmente; a veces trataba de coquetear, pero era inútil; Ella no se deslumbraba por él. Lo entendía, Verónica lo tenía todo y por eso no tenía nada que ofrecerle.
La chica se bajó del Rolls Royce, entró a su casa viendo como los empleados subían al salón del segundo piso y se sintió inquieta por el alboroto. Llevaban pasabocas y aperitivos en las bandejas flotantes. Incluso, tuvo que pasar por un lado de las escaleras para no causar un desastre.
Al llegar al segundo piso, al frente estaban abiertas las dos puertas de madera que daban paso a uno de los salones. Zennit, con su vestido de novia se miraba al espejo que iba desde el suelo hasta la parte alta, casi rozando las decoraciones de techo abovedado y la modista terminaba de ajustar con alfileres el vestido— Regresaste — Verónica, inexpresiva entró para analizar la situación. Su vista: cargada de una seriedad absoluta, una línea dibujada en su boca.
El vestido era estilo cola de sirena, los bordados de rosas que se abrían en medio llegaban hasta la parte más baja del vestido y se deslizaban por el suelo. La pelirroja por primera vez, estaba sin palabras.
Inquieta se rascaba las manos, se las apretaba con la otra y luego trataba de mantenerse tranquila, estaba entrando en una crisis nerviosa. Le temblaban los dedos — Se ve preciosa, Señora Arkádievich.
A la mujer se le dibujó una sonrisa en el rostro y Verónica abrió sus ojos asustada, era una terrible palabra para ella: Señora.
La pelirroja entró en el salón más a fondo donde había aperitivos, vino y un montón de telas sobre el sofá de gamuza color verde menta, frente a la gran ventana estilo francés de cortinas color cerúleo.
Se llevó un macarrón a la boca, chupando la punta de los dedos cuando lo introdujo en su boca y se los mordió, tenía ganas de arrancarle la ropa a Zennit — Tu vestido de dama de honor está allí. La modista dijo que ya tenía tus medidas así que no fue necesario llevarte a una prueba de vestido.
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Verónica
RomanceEran sus sentimientos prohibidos, tan inevitables; que los alentaron a probar los sabores agridulces de la profanación. Alexeil Arkádievich, sintió a su hija aferrarse, ella lloraba -te amo papá - y evitando que alguien la descubriera, él recubrió e...