Capítulo 39

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Capítulo 39

Respiró profundo al cerrar la puerta. Sabía que solo se requería un disparo para tumbar la manija y agarró la sábana de la cama, la amarró a una pata y abrió la ventana. No le daría muchos metros de distancia desde el segundo piso para bajar, pero serviría como distracción.

Otros disparos detuvieron al tipo que estaba a punto de abrir la puerta. La pelirroja dudó un momento detrás de la puerta, en el pequeño espacio de la pared. La empujo y fue de inmediato a la ventana abierta para ver por donde se escapó la adolescente.

La chica se tapó la boca para no emitir ni un sonido. Ella le apuntó con las manos temblorosas. Había cazado conejos, liebres y hasta venados, pero nunca había disparado a la cabeza de un hombre, de un ser humano. ¡Dios! Incluso, mató a Jane, pero fue sin querer... se repetía para no entrar en una crisis en ese momento tan descisivo. En ese momento tenía toda la intención de volarle la cabeza.

Tal vez, si se quedaba muy quieta no la vería y se iría de esa habitación. Su teléfono empezó a sonar y por consiguiente su dedo se deslizó por el suave gatillo que dio como resultado la propulsión de una bala que dejó un sabor amargo en su boca y un olor a pólvora.

Los ojos de él se abrieron al darse cuenta del escondite de su asesina mientras se desplomaba muy lento porque le dió en la conexión precisa del cerebro y el cuerpo. El atlas que sostenía el mundo. Cayó desplomado a un lado y el tiempo era una fracción lenta que pasaba frente a sus ojos.

Ni siquiera se percató de los disparos afuera solo hasta que escuchó de forma irascible su nombre ser pronunciado una y otra vez —¡Verónica! ¡Verónica! ¡Verónica! —. Su padre la agarró de ambos brazos para zarandear un poco y que reaccionara.

—Lo he matado —. Se alejó y se tocó la frente mientras dejaba el aire salir suave por los pulmones.

—Tranquila.

—¡No! —Enfureció. Su padre le quitó el arma de los dedos muy lento, la abrazó con fuerza y ella cerró los ojos mientras lloraba —Es mi culpa. Es mi maldita culpa —repetía.

—Si no hubiera sido por ti... estaríamos muertos... —. La separó un poco para que lo mirara. ¿Siempre había sido así de alto? ¿Había tenido unos ojos de un azul tan profundo o sólo era idea suya? —Los Rocco no pensaban tener paz en ningún momento. Planearon meterse a nuestra casa para esperarnos, pero al irnos pronto los descubrimos... Además, en la fiesta... gracias a que no estábamos no han podido concretar su plan —. Al ver que seguía con la mirada perdida volvió a abrazar su cuerpo frío.

****

Nina soltó un suspiró tranquilo mientras entraba a la casa de Larissa y la encontraba en la sala hablando por telefóno.

—Hola —. La saludo en un susurró ya que estaba un poco alterada, pero se calmó al verla.

—Sí mamá... Cerré todas las ventanas. No tienes de qué preocuparte —. Suspiró —¿Cómo que algo grande sucederá esta noche y no debo salir? —Le dijo con señas a la chica que se sentara en el sofá —. Mi hermano está con la abuela... No te preocupes ¿si?

Colgó.

—¿Peleabas con tu mamá? — Soltó Nina con suavidad mientras sacaba las cervezas de la bolsa café.

—Ella estaba super alterada porque al parecer ha habido un tiroteo en el hotel Alamos... —Respiró hondo —Han sido las pandillas del pueblo.

—¡¿Ese no es el hotel que dirige la madre de Irina?! — Brincó del sofá con intención de irse. No era tanto una pregunta, sino una afirmación para comprobar la realidad.

VerónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora