Capítulo 37

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Era una pesadilla.

Todo era una pesadilla.

La cara de terror de su hermano pequeño.

Yves intentando cubrirse con poco éxito.

Los fuertes pasos del menor corriendo por el pasillo, advirtiéndole a Jiwoo que era cuestión de segundos para que sus padres lo supieran.

La expansión en la cara de su madre cuando Yves se ponía la blusa antes de salir por la ventana.

Los gritos de tus madre.

Todo era una pesadilla.

- ¿Cuál es el maldito problema? - Jiwoo cubría sus oídos, pero los gritos no se iban.

Se sentía mareada, sus oídos se taparon ante el fuerte ruido adentrandola a un especie de viaje hacia el vacío, donde cada vez que avanzaba era más profundo y no tenía escapatoria.

Sooyoung había logrado salir minutos atrás después de que su madre casi la arrojara por la ventana.

Jiwoo logró verla antes de que su visión se volviera borrosa.

- No quiero que la vuelvas a ver nunca más. No saldrás de esta habitación Kim Jiwoo ¿Me oyes?

Sentía su corazón detenerse y al mismo tiempo golpear con fuerza. Su hermano lloraba en la puerta por alguna razón. ¿Culpa? ¿Sorpresa? ¿Decepción? ¿O solo estaba abrumado por el momento?

- Deberías agradecer que tu padre no está en casa.

- Esto está mal Jiwoo ¿Cómo pudiste hacer algo así?

- ¿Te obligó? ¿Ella te hizo esto?

- Mira a tu hermano, ¿es el ejemplo que quieres darle?

- Estoy muy decepcionada de ti.

Jiwoo oía sin escuchar, hasta que su cuerpo se quedó sin fuerza.

Despertó a la mañana siguiente, deseando que todo fuera una pesadilla, pero el perfume de Sooyoung sobre su almohada le dijo que no era así. Y por primera vez, el aroma de su amada, solo le trajo infelicidad.

Bajó con cuidado rumbo la cocina, su hermano estaba en la sala dándole la espalda mientras veía televisión en silencio. Se acercó a su madre quien cortaba verduras y cuando sintió su presencia, giró su rostro levemente permitiéndole observar su perfil con una lágrima cayendo sobre su mejilla y el rostro rojo del enojo.

- Aléjate de ella - Jiwoo se detuvo antes de entrar - No quiero que se acerque a ti, tampoco la busques más.

Nuevamente los minutos pasaron, recostada en su cama observando sin emoción el techo, pensando en sus palabras e imaginando su rostro.

Si el amor es bueno ¿Por qué desde que lo encontró solo respiraba desdicha?

Así como llegó el día, vino la noche, envuelta en silencio. Escuchó a su madre gritarle que la cena estaba lista pero no bajó. No escuchó su voz nuevamente y dedujo que su madre había comprendido.

Revisó su celular, no tenía ningún mensaje de ella, ni siquiera sabía si había llegado con éxito a su casa. Y la extrañaba. La extrañaba como el infierno y en esos momentos únicamente quería arroparse entre sus brazos y escuchar su voz diciéndole que todo estaría bien.

Tomó el dispositivo que pronto se quedaría sin batería y fue a buscarla. Tenía que hacerlo ahora que por fin se habían encontrado.

No demoró demasiado en llegar hasta su hogar. La casa de Sooyoung era impecable, digna de diseñadores y gente prejuiciosa que transportaba soberbia.

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