ᴘɪʀᴀᴛᴀ 🏴‍☠️

Capítulo 24.

Han pasado más de veinte minutos desde que el capitán salió del camarote para reunirse con Zayn y Timothée en su oficina, mientras tanto el príncipe está comenzando a impacientarse, sintiendo mucho aburrimiento ya que no tiene realmente muchas cosas que hacer allí.

No tiene ninguna distracción después de haber recorrido todo el espacio y haber husmeado las posesiones materiales del capitán, hallando muchos cofres con joyas brillantes y hermosos diamantes, o después de haber jugado un poco con las espadas y haberse probado varios de sus sombreros despampanantes.

Observa con detenimiento el anillo plateado en su dedo, sonriendo como idiota al ser consciente de que indudablemente fue un regalo de Louis, aunque éste en ningún momento mencionó que lo fuera. Tal vez no es un hombre muy romántico o detallista, pero Harry aprecia hasta el más mínimo detalle porque si no le importara simplemente hubiese rechazado la oferta del vendedor y se habría negado a comprárselo. Nada le costaba negarse, y como eso otras cosas más. Louis no es realmente malo, o eso es lo que prefiere pensar. Prefiere no torturarse mentalmente pensando que es una mala persona.

Al igual que prefiere no creer que su padre está involucrado de alguna manera con el tráfico de esclavos por altamar.

En ese momento una gran idea cruza por su cabeza, y observa directamente la botella de agua potable que Louis colocó sobre la pequeña mesa de madera a un lado de la cama. Se pone de pie dispuesto a hacer lo que un buen príncipe haría en su lugar.

Toma la botella de agua y abre la puerta del camarote con mucha precaución, mirando a cada lado de la cubierta asegurándose de no ser visto por ningún tripulante. Entonces corre en dirección a las escaleras sin mirar atrás, aprovechando que el barco no está en movimiento y puede correr sin tropezarse en el intento.

Los peldaños de las escaleras crujen a medida que el príncipe baja hacia la segunda cubierta, encontrándola vacía. Sigue bajando con cuidado hasta llegar a la cuarta y última cubierta, donde todo huele muy mal y apenas se filtra un rayo de luz que ilumina parte del lugar.

Sus zapatos se hunden en el piso pantanoso, y Harry deja de respirar por un momento debido a las náuseas que le provoca aquél lugar. Se sobresalta al ver una gran cantidad de cerdos muertos en el piso cuando se gira para ver alrededor de la bodega, entonces se cubre la boca con pánico, tratando de no soltar un grito que lo delate, controlando su respiración lo más posible. Siente cómo su piel se eriza al ver todos los animales muertos que yacen en jaulas, pero se aleja de ellos con rapidez, huyendo de tanta maldad.

Está indignado por la falta de corazón que tienen los hombres que acabaron con la vida de esos animales indefensos, y también se siente indignado por la poca limpieza de esa cubierta.

Mientras camina con dificultad a través del pantanoso piso, puede ver cómo flotan cadáveres de ratas y otros objetos no identificados. Harry tiembla de terror, pero eso no le impide seguir avanzando.

—¿H-hola? ¿Hay alguien aquí abajo? —Pregunta con nerviosismo, tragando saliva mientras atraviesa el lugar con cierta inseguridad, forzando su vista para poder ver bien a través de la oscuridad.

Ignora el pestilente olor cuando varios jadeos llegan a sus oídos, entonces se llena de mucha valentía y decide seguir el sonido agonizante que le indica que hay otras personas allí, tal vez en situaciones muy desfavorables. Su corazón se hunde en su pecho ante el solo pensamiento.

—Está bien, no os preocupéis. Os he traído un poco de agua. —Anuncia mientras trata de ubicar a los esclavos con la poca luz que se filtra.

Harry ignora todas las bacterias, parásitos, ratas, insectos, larvas, mosquitos, y tal vez pulgas que habitan en la bodega, sólo porque es una buena causa ayudar a los esclavos y suministrarles agua para que permanezcan hidratados. No podría seguir actuando como si no supiera de la situación que viven, no tiene corazón para ignorar cosas así.