Capítulo 28.

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El ligero movimiento del barco le causa un leve mareo, por lo que el príncipe se ve obligado a detener su lectura. Había escogido un libro de rufianes para comenzar la travesía y, raramente, lo estaba disfrutando.

El capitán había dado órdenes para zarpar en la mañana, después de despertar de su extraña pesadilla, la cual no se molestó en contarle. Tampoco era como si Harry quisiera saberlo... Bueno, tal vez sí estaba muy interesado en saber de qué se trató, claro que Louis igualmente no se lo diría, sus esfuerzos no hubiesen servido de nada, razón por la que no insistió.

En el camarote el aire es pesado, saturado por el penetrante perfume del capitán y la nicotina consumida en exceso por el mayor. La habitación empieza a dar vueltas a su alrededor, y Harry se cubre la boca al sentir náuseas, odiando esa conocida sensación.

Había pasado más de una semana en tierra firme, por lo que ya había olvidado lo mal que lo hacía sentir el viaje en barco, ahora el mareo y las náuseas se lo recuerdan de la peor manera. Eres muy débil.

Con el ceño fruncido y las palabras de su padre repitiéndose en su cabeza con insistencia, se pone de pie con torpeza, retando al mar y a su fobia desmedida, enfrentándose a lo que más le teme en la vida. Se asoma en una de las ventanillas abiertas, mirando directamente el océano profundo que lo rodea. Se mantiene mirando el azul intenso del mar por un largo minuto que más bien se siente como una tortuosa hora, entonces sus piernas flaquean, siente sequedad en su garganta, sus manos tiemblan y su pulso se acelera. Todo su cuerpo reacciona de forma involuntaria, imaginando las peores catástrofes, recordando todas las veces que estuvo a punto de perder la vida rodeado de agua, sintiéndose ahogado y sin salidas, sus vías respiratorias obstruidas de tal manera que el oxígeno no llegaba a sus pulmones. Muerto.

De un momento a otro se encuentra acurrucado en el piso de esa habitación acalorada, sintiéndose asfixiado, respirando con dificultad mientras el pánico se apodera de él.

Niall lo encuentra en el piso por casualidad cuando se disponía a llevarle su almuerzo. Deja la bandeja sobre la mesa de madera antes de correr en su dirección para auxiliarlo.

—Niño, ¿te encuentras bien? —Se arrodilla a su lado, viéndolo temblar de manera violenta.

El rubio toca su frente y nota su calentura, de repente siente terror al entender que el chico está ardiendo en fiebre.

—No puede ser, no ahora. —Niall no sabe por cuánto tiempo ha estado en el piso, pero al notar su estado puede asumir que lleva más de lo recomendable.

Lo carga en sus brazos sin mucho esfuerzo, dejándolo sobre la cama con suavidad. El pequeño se estremece y vuelve a encogerse en sí mismo, temblando ligeramente.

—Rayos, no debiste ir a la bodega. —Los ojos verdes lo miran con terror, tratando de mantenerse abiertos, mientras el rubio toma el vaso de agua y se lo acerca con rapidez—. Toma algo de agua, necesitas hidratarte.

Le lleva el vaso hacia los labios cuando lo ve muy débil para tomarlo con sus propias manos. El rizado traga todo el contenido del vaso, sintiéndose más aliviado después de saciar su sed.

—¿Qué te sientes? Necesito que me digas todos los síntomas, llamaré a un curandero. —Niall se pasa una mano por el cabello, tratando de no perder la calma. Toma la manta gruesa y la coloca sobre el cuerpo del menor para apaciguar sus temblores.

—Un ataque. —Dice con voz entrecortada, demasiado baja—. De pánico.

—¿Sólo eso? ¿No tienes fiebre amarilla? Louis entraría en verdadero pánico si te contagian alguna enfermedad. —Harry sacude la cabeza para calmar al rubio, sin pasar por alto que ha llamado al capitán por su nombre.

ᴘɪʀᴀᴛᴀ 🏴‍☠️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora