🌹Capítulo 41🌹

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T E N E R T E

"Disfrutar del sosiego por tenerte a mi lado, podría ser mi mayor condena"


Narradora - Giselle Rousseau

El trato que la señora Lorraine, la madre de Owen nos daba era muy acogedor, el ambiente se sentía afable con su presencia.

A los pocos minutos, Owen sirvió la mesa y los tres nos sentamos a degustar de la sabrosa pasta que él preparó. Mientras tanto, platicábamos acerca de nuestra estancia en París.

— Estuve unos minutos viendo el desfile de modas de aquella noche. La competencia estaba bien reñida — contaba la señora Lorraine con ansias.

— Afortunadamente el equipo de nosotros sí pasó a la última ronda del concurso mamá — expuso Owen — Bailar siempre me apasionó y más frente a tanto público, pero sobre todo... — en ese instante él volteó a verme — Acompañar a mi novia mientras modelaba, fue la mejor parte para mí.

La madre de Owen se aclaró la garganta — Sí, Giselle te veías extraordinaria por esa pasarela, brillabas al dar cada paso.

— Gracias señora, es muy amable — asentí algo tímida — Aún así, me falta un gran trayecto por recorrer y, algún día espero llegar muy alto.

En cuestión de segundos, una persona entró al departamento en el que nos encontrábamos. Una mujer alta, de piel clara y ojos oscuros, labios gruesos y llamativos; el cabello negro largo y un atuendo que la hacía ver espléndida. Owen al verla fue a su encuentro y le dió un reconfortante abrazo que al instante fue correspondido.

Tenía la certeza de que era una pariente también, y no erraba en esa idea. La tía de Owen, Florencia Clark, había llegado a su casa.

Una mujer que a simple vista, no parecía ser tan humilde como la señora Lorraine, tanto al hablar como al vestirse eran tan diferentes... como lo éramos mi hermana Adeline y yo.

— ¡Estás enorme sobrino! — exclamó con exasperante sorpresa la tía — Es todo un hombrezote y que galán, ¡Dios! — sinceramente era muy dramática al hablar, incluso levantaba mucho el volumen de su voz.

Además, poseía esos ademanes tan delicados y finos, tal vez lo haya aprendido de los parisinos de esta ciudad.

— Tía, te presento a Giselle, mi novia — decía él acercándose con aquella mujer que no hacía más que observarme con cautela.

Yo solo podía permanecer quieta — Es un placer, soy Giselle Rousseau — procedí a extenderle mi mano.

Florencia lo pensó unos segundos, pero finalmente me correspondió.

— Rousseau — mencionó mi apellido y desvió la mirada hacia arriba, con una expresión pensativa y cuidadosa, con esos ojos entrecerrados que por momentos se fijaban en mí — Un apellido prestigioso parece, así que eres una riquilla muchacha.

— Bueno... — meneé mi cabeza — Sí, claro, lo soy.

— Sí, lo imaginé — ella sonrió algo ¿Disgustada? En realidad no comprendía — Bueno, debo ir a mi cuarto.

Owen la detuvo mientras la señora Florencia se encaminaba a su habitación — ¿No vas a comer con nosotros?

La mujer bostezó — Estoy agotada, tampoco tengo apetito — al final logró adentrarse a su espacio personal y cerró la puerta.

Nos dispusimos a regresar a la mesa y terminar de almorzar. Por varios minutos, la charla estuvo complaciente entre Lorraine, su hijo y yo, sin embargo, un tema que fue esclarecido por el propio Owen trajo un sabor agrio a la plática.

La Flor Negra® [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora