🌹Capítulo 7🌹

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L A   S O M B R A   D E L   P A S A D O

Owen estaba empecinado en que le diera una respuesta...

— Está bien. Te acompañaré.

— Bien. Entonces démonos prisa. — me tomó del brazo y salimos corriendo de la universidad hacia su casa. ¡¿Cómo se le ocurre que yo voy a correr varios kilómetros?! Mis pobres pulmones por Dios Santo. Todavía faltaba un poco para llegar, así que dejé de correr para tomar un respiro.

— ¿Estás bien?

— No imbécil necesito recuperar el aliento.

— Wow, okey tranquila no tienes por qué insultarme. — ¿EN SERIO ME PEDÍA ESO?

— ¡Mira Owen, no creas que estamos dentro de una película romántica dónde las parejas corren en cámara lenta en pleno bosque! Por favor.

— Okey okey, no te exaltes, no quiero arruinarlo — al escuchar eso volví mi mirada hacia él... me disculpé por alzarle mi voz de esa manera.

— De verdad, disculpa. Olvida lo que te dije, vamos a tu casa, la pasamos normal y después nos regresamos ¿Te parece?

— Me parece perfecto — me sonrió mientras su mano rozó mi mejilla con suavidad.

Al llegar a su "Gran Mansión" y no miento, si que era inmensa y muy bonita. No le había prestado mucha atención a su hogar la primera vez que vine... Tanto humo y chicos en esa fiesta no me dejó percibir lo espacioso que era el lugar, y muy confortable. Me mostró una mesa de billar en su sala de juegos.

— ¿Qué te parece?

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— ¿Qué te parece?

— Es enorme, me encanta. Aunque nunca he jugado, veía a mi padre en fotos de su juventud, era el mejor en esto — le comentaba.

— ¿Quieres que te enseñe? — dudé un poco ante su pregunta... pero acepté.

— El billar consta de una mesa con seis agujeros (troneras), de los cuáles cuatro se ubican en cada uno de los ángulos de la mesa y los otros dos están en el centro de las bandas largas. — me explicaba paso por paso.
— El juego se desarrolla al golpear las bolas (que pertenezcan a nuestro palo) con un taco de billar, para que éstas den a las compañeras y así acaben dentro de las troneras.

— Ou, no suena tan difícil.

— No, sólo necesitas mucha concentración y precisión. Déjame ayudarte — me dió el taco (palo) y lo apunté hacia una de las bolas. Al sentirlo detrás de mí hablándome al oído, hacía que mi cuerpo se estremeciera. — Concéntrate... Apunta bien y... — Y golpeé la bola logrando que entrara en uno de los agujeros.

— ¡Lo hice! — grité de la emoción, para la primera vez... creo que fue un golpe de suerte.

Me giré para verlo pero no había predecido que estaríamos cuerpo con cuerpo; muy juntos. Me intimidé un poco, así que al instante marqué una determinada distancia.

La Flor Negra® [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora