🌹Capítulo 65🌹

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E L   A N I L L O


Narrador Omnisciente

Dos días después...

Giselle amaneció en un yate que se daba un paseo por las aguas del Liberty Island en Manhattan. Aquel barco de recreo privado pasaba por la entrada de la Bahía para admirar el gran coloso de cobre del que estaba hecha la estatua de la libertad.

Giselle salía de la habitación del barco y subió hasta el puente volador del mismo, encontrándose con una espaciada mesa mantelada y decorada para el desayuno. Era poco más de la siete de la mañana y hoy estaban viviendo las últimas horas de su luna de miel, pues hoy mismo Giselle y Nicholas regresarían a Los Ángeles.

Los ojos de aquella joven se embelesaron al presenciar de cerca la majestuosa estatua que de un verde esmeralda, maravillaba a cualquiera.

— Espléndido — suspiró ella encantada.

— Pues espero que también sea espléndido el desayuno — la voz de Nick la alertó y volteó a verlo.

Este chico traía una bandeja con dos platos, en ellos servidos variables hot cakes para degustar enseguida. Éste decoró aquellas bases esponjosas con arándanos, frambuesas y trozos de fresa alrededor de cada plato.

— Esta montaña de Hot cakes es más grande así que...

— ¡Es mía! — lo interrumpió Giselle quitándole el plato y sentándose a prisa en el comedor preparado.

— Oh que niña — se rió enseguida él.

— Cargo un bebé en mi vientre, como por dos — dijo ella cruzando los brazos y con una mirada burlesca.

— Excusa para una dulcera como tú.

— Muérdete la lengua — encaró ésta. Nick soltó una risa sorpresiva.

A la par de minutos ambos estaban sentados en la mesa, listos para desayunar.

Se compartieron la miel de abeja para acompañar el dulce aperitivo que les daba un cálido despertar a los dos en un nuevo día. La vista asombrosa y la brisa golpeando fuerte sería algo inolvidable.

 La vista asombrosa y la brisa golpeando fuerte sería algo inolvidable

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— ¿Mi padre se ha comunicado contigo? — preguntó Giselle.

Nick negó con la cabeza mientras llevaba un pedazo de hot cake a su boca — Nada desde hace dos días.

— A mí tampoco, y es raro. Siempre me da los buenos días en un mensaje, digo se que estoy grande para eso pero...ya era una costumbre — se sentía confusa.

— Bueno, ahora tienes a tu esposo que te da los buenos días — Nick le guiñó el ojo haciéndola sonreír tímida.

— Los buenos días de esta manera serían siempre maravillosos — ella señalaba su desayuno — Pero dudo que contengas tu humor negro siempre.

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