🌹Capítulo 55🌹

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L A V E R D A D


Narrador Omnisciente

Nicholas había atrapado a un hombre de vestimenta oscura y muy misterioso en el callejón a medida que una lluvia los arropaba en la ciudad de Roma.

Al descubrir el gran sombrero que le tapaba gran parte de su rostro, Giselle logró verlo detenidamente.

— ¡Por qué! ¿Quién es usted? — se exaltó esta chica.

— Hable, ahora — Nicholas quería intimidarlo.

Pero no se esforzaría mucho ya que el sujeto ya padecía lo bastante nervioso. Se trataba de un señor cerca de unos 70 años, alguien que al parecer tenía algo para decir o... confesar.

— Jovencita. Eres tú — suspiró el hombre decrépito.

— Diga su nombre — Nick seguía sosteniéndolo de su saco fuertemente.

— Nick, espera, suéltalo. Detente.

A Giselle le pareció curioso lo que decía este señor, como si la hubiese estado esperando.

— Sabía que este momento llegaría algún día. Pasaron tantos años...

— Señor por favor sea claro, no... no lo entiendo, ¿Me conoce? — preguntó confundida.

Por breves segundos, el hombre miraba a ambos lados de manera sigilosa, parecía que se escondía de alguien.

— Quiero saber por qué me ha seguido durante tanto tiempo y, enviándome una nota, ¿Por qué?

— ¿Qué nota? ¿Cómo qué seguido? — el señor mayor conmocionó.

— Sí. Yo vi a un hombre con su misma vestimenta dos veces en California y una vez más en París, incluso la nota que recogí decía, que la verdad sobre mí estaba más cerca. Y es lo que trato de saber, ¿Qué verdad?

Mientras Giselle intentaba obtener alguna respuesta clara, el hombre viejo no sabía que responder a eso, se había quedado en estado de mudez por lo que acababa de escuchar.

Se tardó unos segundos, pero luego lo manifestó — Es la primera vez que nos vemos muchacha, yo no era ese hombre que te ha espiado y dejado esa nota. Yo no he salido de Italia en más de 18 años — lo que argumentó dejó a los jóvenes mirándose entre ellos — Sin embargo, la verdad de la que hablas, sí, está muy cercana a ti.

— Dígame que es, por favor — Giselle casi se lo estaba rogando.

— No puedo... no puedo — el señor volvió a mirar por los extremos del callejón — Solo quería verte.

— Al menos diga su nombre, ¿No? — sonaba imponente Nicholas Rizzo.

— Giacomo — pronunció éste.

Nicholas notó que esta situación solo frustraba aún más la plenitud de Giselle y, ahora, no quería que esta joven siguiera pensando, sufriendo cuando ya habían bastantes problemas de por medio.

— Solo... lárguese — Nick soltó a este hombre con brusquedad, con una mirada de rabia hacia el señor.

Por consiguiente, el hombre viejo decidió ponerse en marcha y correr, desapareciendo entre la ruidosa lluvia.

Giacomo era una persona que sabía de la existencia de Giselle pero, ¿Cómo? ¿Qué vínculo tenía con aquella joven y por qué la conocía?

...

Al día siguiente, Giselle no se rindió ante la posibilidad de obtener una respuesta que la llevara a descubrir ese secreto que parecía que no podía desenterrarse.

La Flor Negra® [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora