🌺Capítulo 26🌺

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E S P E J I S M O S


Dedicado a: EvelingElizabeth

Narrador Omnisciente

Aurora fue sorprendida en su oficina por la visita de su peor enemiga, la señora Evanora, madre de su ex novio Adriano; la causante de la desastrosa separación entre su hijo y ella. Hizo todo lo que poseyó al alcance de sus manos para separar a Aurora de Adriano, quebrando un compromiso que para ese entonces se constataba formal.

Evanora siempre la vió con malos ojos, jamás pudo aceptar que su hijo se enamorara de una mujer que no fuese de alta alcurnia, y aunque ya habían pasado 18 años y Aurora era famosa y millonaria, Evanora la denigraba por su origen humilde.

— Buenas noches, Aurora — emitió Evanora entrando a la oficina con la mirada altiva, arrogante, paso a paso posicionándose al frente de Aurora — Han pasado 18 años... ¿Te acuerdas de mí?

Aurora levantó la vista para observarla detenidamente, se levantó de su escritorio para desafiarla, percibía un viento torrencial destrozando su alma a toda costa. Sus ojos no se enaltecían con su presencia, para ella el reencuentro con Evanora era como una proyección con el demonio mismo; el mal hecho persona.

— ¡¿Qué si me acuerdo de usted?! — arremetió aguerrida — Jamás he podido olvidar a quien más odio en mi vida — decía casi en un mascullo de sus palabras.

Evanora soltó una sonrisa sarcástica — Yo te odio más a ti porque arruinaste mi vida — pronunció ella con el hostil tono de su voz.

— Conmigo no le queda hacerse la víctima.

— No Aurora. La víctima fue el pobre de mi hijo — manifestó casi como un susurro pero lleno de rudeza y frialdad.

— ¡¿Su hijo?! — contraatacaba Aurora.

— Sí, mi hijo, mi Adriano. Al que tanto daño le has hecho.

— ¡¿Y se ha preguntado el daño que él me hizo?! — exigió Aurora una explicación con un quebranto en su voz.

Era predecible que Aurora aún siguiese dolida, destrozada, desgarrada por el pasado, y a estas alturas aún se desconocía cuál era la razón, la verdad de todo este conflicto que se extendió por 18 años y que aún seguía presente en las almas oscuras de estas personas, vagando por la neblina sin encontrar una respuesta, sin encontrar un camino que los guiara hacia la luz.

— Tú, Aurora, tú lo provocaste, ¡Tú fuiste la serpiente que lo envolvió en el pecado! — proyectaba Evanora de forma severa, atacando, acusando a Aurora por el conflicto inefable de aquel tiempo — Por culpa tuya, mi Adriano rompió su virtud.

Al instante, Aurora rió en modo áspero, con una mezcla de sarcasmo y rencor — ¿Su virtud? — se encaminó hacia la madre de Adriano, la rodeó con cada paso que dió para luego detenerse detrás de ella, obligando a que Evanora diera media vuelta para compartir miradas asesinas — Mire señora Evanora, hace años, cuando tenía 23 y andaba de la mano de su hijo, también era pura e inocente — se defendía Aurora — Mi amor por Adriano era tan especial y a la vez tan secreto que sólo se lo había confesado a Dios.

— Ay, ¡No menciones a Dios con esos labios manchados de pecado! — refutaba Evanora.

— El pecado lo cometió usted al no decirle nada, ¡Y al engañarme! — Aurora se sentía fuerte pero con descenso a la vez, trataba de no sacar a la luz su corazón roto, llorando por el inmenso dolor.

— El es mi hijo, es hombre, aquí la única pecadora eres tú Aurora — volvió a expandir acusaciones esta mujer.

— ¡Qué cómodo! — soltó una risa torcida — ¡Yo soy la pecadora! Y ustedes pueden vivir muy tranquilos ¿No? Que pensamiento tan machista y patético defiende señora Evanora.

La Flor Negra® [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora