🌹Capítulo 48🌹

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ÉL...

Parte II


Narradora - Giselle Rousseau

Flor marchita...

Y las penas de amor... mueren junto con él.

Pasillos largos y angostos, irritando el espacio. Una puerta grande que se abría al empujarla, provocando un escalofrío por su chirrido. Un salón extremadamente amplio, con una inmensa cantidad de sillas vacías... frente a mí... un tribunal en donde un juez... junto a otra junta de jueces, concurrían con el objetivo de dar una sentencia.

Aquel juzgado, era atemorizante.

Sentía que iba acercándome poco a poco al lugar... y un sentimiento estremecedor invadió mi cuerpo, cuando vi al juez... alzar su mazo, el símbolo de la autoridad judicial, esa elevada misión conferida a aquel juez de imponer el sentido del orden, seriedad y decoro que debía imperar en ese tribunal.

El sonido ensordecedor me hizo cerrar los ojos sorpresivamente, los golpes eran tan intensos como los de un martillo y que, cada vez más, el volumen de aquellos golpes aumentaba y reinaba por todo mi alrededor.

Mis manos se convencieron de tapar mis oídos lo más que podía pero, aún así, me era totalmente imposible escapar de ese tormento...

... Y los golpes del mazo estrellándose sobre la mesa del juez sonaban...

Uno... dos... tres...

...

El reloj despertador me hizo levantarme bruscamente y casi me caí de la cama.

Un pánico hacía impactar a mi cuerpo entero de escalofríos, con una respiración agitada, pero que poco a poco fue desapareciendo. Me acordé que pasé la noche en el cuarto que Nicholas me brindó en su cabaña a las afueras de California.

No recordaba haber traído un reloj despertador, pero al parecer estuvo en aquella mesita de noche, junto a mí. De seguro el mismo Nicholas lo había puesto. Procedí a llevar mis manos a los bordes de mi frente, suspirando lentamente, aquel sueño fue tan complejo, tan intimidante que mi despertar fue uno de los más inesperados que había tenido.

A los pocos minutos percibí unas voces al exterior del hogar. Después de lavarme para mostrar un mejor semblante, me dirigí hacia afuera de la cabaña y me encontré a Leena y Zira sentadas en una banca hecha de troncos, hablando entre ellas y visualizando a los chicos.

Sí, Theo y sus hermanos Ian y Nolan, junto a Nicholas, los cuatro estaban haciendo algo de lo cual me percaté inmediatamente.

Aquellos muchachos realizaban una serie de ejercicios a lo que les llamaban... artes marciales. Entre ellos, hacían versus y se desafiaban mutuamente, ya fueran Theo con Ian, o Nolan con Ian, Theo contra Nicholas; estos dos últimos eran los que más dominaban los movimientos a tal magnitud que parecía que habían encontrado su propio estilo de combate.

Y mientras ellos "Entrenaban", un hombre blanco, de una edad madura como la de mi padre, se estaba portando como un tipo mentor para ellos, o bueno, así lo veía yo... y no me equivocaba.

Leena, quién estaba justo a mi lado, me comentó que dicho señor tenía por nombre Richard Coleman. Y era alguien importante en la familia de Nicholas, sin embargo, los detalles que Leena me daba eran muy escasos, pero aún así, estaba concentrada en la información.

— Se dice que Richard Coleman perdió a su esposa e hijo en un incendio — susurraba Leena mientras mirábamos a los chicos desde una distancia no muy lejana — y él quedó totalmente solo, en base a eso, años después, se convirtió en el tutor de Theo y sus hermanos.

La Flor Negra® [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora