🌹Capítulo 64🌹

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H O J A S   S E C A S


Narrador Omnisciente

Aurora le había exigido el divorcio a William Blake, lo cual para él fue como un severo golpe que lo retorció.

El hombre traía una mirada perdida que lo conllevó a permanecer en el sosiego. Una incertidumbre se paseaba por su mente que lo nublaba, impidiéndole acercarse al mínimo chance de pensar. Retrocedió unos pasos ante el nefasto silencio, sintiendo un sabor agrio hacia esta situación.

William se dio media vuelta de forma pausada para dirigirse a la puerta, cuando de pronto, un llamado lo alertó a regresar su mirada.

— ¡Papi no te vayas! — la pequeña hija que unía al matrimonio Blake, atormentada, bajaba las escaleras a prisa, con un sollozo incesante.

— Mi cielo — suspiró este padre, agachándose para abrazar a su hija que apenas llegó a su encuentro, se abalanzó y acurrucó en sus brazos — Quiero que te portes bien pequeña, ¿Estamos claro? — le decía William al oído conteniendo el llanto. A los segundos se separó para mirarla de frente, y con sus manos, acariciar las mejillas ruborizadas de su hija — Hazle caso a mami y a tu hermano.

— No podré dormir si no me acuestas como lo haces todas las noches, papi por favor — la pequeña Estefany suplicaba y plañía frustrada.

William le besó la frente mientras cerró los ojos por breves momentos, para llevarse el recuerdo de su aroma mientras salía de casa.

El hombre cabizbajo se dignó a seguir su trayecto hacia la puerta sin que Aurora dijera una sola palabra. Aquel actor desconcertado, procedió a mirar una vez más a su mujer que, pronto dejaría de serlo. William Blake terminó por cerrar la puerta sin hacer más.

— ¡Eres mala mamá! ¡Te odio! — Estefany se enfureció y se fue desesperada a su habitación mientras Ansel iba tras ella.

Aurora tomó asiento en el sofá de la sala, con unos ojos que reflejaban un gran enigma, preguntándose si había sido muy drástica con la situación.

...

Brooklyn, New York

Se presenciaba una tribuna aclamante y eufórica en la última ronda de competiciones de corredores, quienes a todo motor, se peleaban por la victoria definitiva.

Después de interminables vueltas en el autódromo, finalmente, Nicholas perseguía a un competidor japonés que le había dado guerra desde el inicio de la gira internacional.

— ¡Una vez más damas y caballeros, el italiano y el japonés se debaten los últimos metros que los separa de la línea de meta! — entonaba el comentarista, informando a todo el público en vivo sobre el acontecimiento — ¡Rizzo busca ser el invicto este año con todas las rondas en el primer puesto, pero Nyong no se lo pone nada sencillo!

Los carros derrapaban dejando una chispa humeante por el asfalto, dificultando la visión de los espectadores que no hacían más que aclamar el nombre de ellos. Giselle entre los muchos en las lomas, se encontraba de pie alentando a su marido, teniendo la certeza de que iba a ganar.

Nicholas comenzó a querer esquivar al contrincante para poder rebasarlo, haciendo un zigzagueo con el auto, pero Nyong había premeditado esa acción de parte de Nick y comenzó a hacer lo mismo, estando él por delante, no lo dejaría pasar. Nick pretendía pasar por la izquierda y enseguida el japonés se ponía de barrera con la parte trasera de su carro, luego intentaba hacia el otro lado y se lo seguía impidiendo.

De derecha e izquierda y viceversa, los autos serpenteando a una velocidad casi mortal, se jugaban el todo por el todo.

De derecha e izquierda y viceversa, los autos serpenteando a una velocidad casi mortal, se jugaban el todo por el todo

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