Damiano.
Apreté las cuerdas alrededor las muñecas del cuerpo medio consciente de Keila, atándolas contra el cabecero de la cama. Uní también sus piernas, asegurándome de no recibir ninguna patada cuando terminase de despertar. Sus ojos parpadeaban, y movía la cabeza de un lado a otro suavemente. Supongo que estaba desubicada tras el golpe.
Me sentí como la mierda por haber hecho aquello. Todo había ido bien, por primera vez desde que nos conocíamos. Y, cuando pensaba que ya no sería capaz de jugármela; lo hizo. Podría haberse quedado en la cama. Haber dormido conmigo. Podría haber pasado de toda esa puta banda. Pero seguía esforzándose en traicionar la poquísima confianza que intentaba poner en ella. Parecía mentira que hubiese estado gimiendo su nombre hacía tan sólo unas horas, y ahora la tuviera cautiva.
—Vamos, despierta. No te he dado tan fuerte.
Keila vaciló, pero terminó alzando poco a poco la vista hacia mí. Después miró sus piernas atadas, y tiró de sus brazos, intentando librarse del pesado agarre de las cuerdas. No había forma de hacerlo.
—Suéltame. Damiano, por favor.
No lo hice. En lugar de eso, saqué el documento de identidad que había intentado robarme. Mi documento de identidad.
—¿Para qué querías esto? ¿Es para Fabrizio, eh? ¿Por eso te has metido en mi cama?
Keila negó, y por un momento llegué a pensar que estaba al borde de las lágrimas. Era inteligente. Capaz de manipular a cualquiera. Y, tal como había podido comprobar por dos veces, capaz también de manipularme a mí.
—Ya te lo he dicho... Quería saber quién sois. Quién eres.
—¿Es que no sabías ya mi puto nombre, eh? Da-mia-no. ¿No te habías enterado?
No creía ni una sola de sus palabras. Eran falsas, igual que ella. Keila era una serpiente, capaz de engañar a cualquiera y después salirse con la suya. Era astuta, más que nadie a quien hubiera conocido. Más que yo mismo.
—Lo quería para mí. Sólo para mí, te lo juro.
¿Y por qué coño querría mi documento? ¿Qué coño quería de mí?
—Mientes.
—No miento.
Seguía sin creerla.
Me pidió que la desatara, y no le hice caso. Arrastré una silla por el suelo, dejándola frente a la cama, y me senté en ella, mirándola fijamente. Si hubiera sido cualquier otra persona, no habría dudado ni un solo segundo en acabar con su vida. Cruelmente. Como el ladrón o la ladrona que fuera. Pero de nuevo, volvía a ser incapaz de tocarle un puto pelo de la cabeza.
—No he tocado el dinero —acabó diciendo. Tenía razón. Ni siquiera lo había sacado de las bolsas. No había ido a por él.
—¿Por qué?
—No era eso lo que quería. No me interesa robarte.
—Pues lo estabas haciendo.
No sé cuánto tiempo pasó después. No recuerdo cuántas veces Keila me preguntó si la mataría, si le haría daño. ¿Por qué alguien como ella iba a tener miedo a nadie? Ni a mí, siquiera. Me pregunté yo mismo si aquellas cuestiones eran reales o sólo quería darme pena. Porque, si hubiera sido tan inteligente como creía yo que era, se habría dado cuenta de que no era capaz de hacerle nada más grave que aquello. Y ya me estaba pasando.
—Eres romano —murmuró en algún momento. Yo no dije nada.
No te atrevas a darle información. No seas inútil.
![](https://img.wattpad.com/cover/287072775-288-k190568.jpg)
ESTÁS LEYENDO
𝐫𝐞𝐝𝐞𝐦𝐩𝐭𝐢𝐨𝐧 🂲 damiano david.
Фанфик𝙋𝙍𝙄𝙈𝙀𝙍 𝙇𝙄𝘽𝙍𝙊 𝘿𝙀 𝙇𝘼 𝙎𝘼𝙂𝘼 𝘼𝙇𝙏𝙀 𝙑𝙀𝙏𝙏𝙀. ¿Qué sucede cuando le arrebatas a los reyes del barrio su liderazgo? Con la llegada de Alte Vette a la gran Roma, la ciudad eterna, las normas que regían sobre el suelo de Esquilino se...