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— ¡No puedes hacerme esto!

Los gritos de la joven Ekaterina se escuchaban por toda la casa, y no era para menos. Ella sabía que su padre siempre había sido un irresponsable, que cuando se trataba de mujeres, alcohol y juegos, no habría dinero que alcanzara.

Pero nunca pensó que su padre, Marcov Petrov llegaría a tanto.

— Si no cumples con tu parte, tu madre y yo moriremos. — Aclaró con tranquilidad su padre — Y de todas maneras, ese viejo tendrá lo que quiere. Es mejor hacerlo correctamente y con honor.

¿Honor? No había honor en apostar a tu hija cuando el dinero había terminado y las deudas se multiplicaban a miles de rubros.

El padre de Ekaterina había vuelto a la casa con un temple tranquilo, lanzando la bomba como si no fuera nada. Si tan solo pudiera volver a los tiempos dorados, en donde eran una familia bien posicionada en la burguesía rusa, todo sería tan diferente.

Su madre lloraba, pero no podía hacer absolutamente nada. La deuda estaba saldada con el cuerpo de su hija, convirtiéndola en la octava novia del pequeño harem secreto que tenía el magnate del hierro.

— Mijhail vendrá por ti en dos días.

Marcov bebía un vaso de vodka mientras veía las llamas danzantes en la chimenea. Ekaterina lo observo, tratando de encontrar alguna pizca de emoción en su rostro, pero solo se veía tranquilo por saberse ya no ser un deudor.

— ¿No hay nada que pueda hacer?

El silencio le respondió lo que ya sabía. Su destino estaria sellado a ser la puta personal de un hombre que tenía más miles de millones que años. Antes de salir de la habitación observó a sus padres. Su madre lloraba en silencio, pero no alegaba ni una sola palabra.

Ambos la estaban cambiando por una deuda, y una mejor posición social.

Claro, como si ser una prostituta premium fuera lo suficientemente noble como para alardear...

Cerró con llave la puerta de su habitación. En las paredes podía ver las fotografías de un pasado precioso, que distaba muchísimo a lo que ocurría en su actualidad. Secó sus lágrimas de un manotazo, nunca se le había dado bien ser una niña llorona.

El golpe duro de ser de alta sociedad a casi indigentes era difícil de sobrellevar, pero ella a sus diecinueve años, sabía que las personas debían tener su fortaleza bien asentada. Aunque esta se resquebrajaba.

Tenía solo dos días...

Estaba claro lo que pensaba. Ser una sumisa nunca fue una opción, y mucho menos si era impuesto por alguien más. Su padre no era consciente que la estaba entregando a futuras violaciones, porque estaba claro que desistía de la idea de hacer consensuada una relación con ese hombre.

Su madre decía que si había un mínimo de disfrute, no era violación. Que pasado un tiempo, el cuerpo empezaba a reaccionar y ya dejaba de ser algo tan bajo. Pero lo que su madre no entendía, es que el cuerpo reacciona igual, y seguía siendo un abuso.

Que su madre la perdonará, pero no podía dejar que la utilizaran como moneda de cambio.

Dos horas de navegar en internet, unos cuantos favores y toda la noche de pensar y meditar, le dieron la respuesta a su problema.

Masium.

.....

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La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora