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 "Nada puede curar la ira excepto la compasión."

- Thich Nhat Hanh

Alexander

Si había algo que me caracterizaba, era el orden. No entendía cómo había personas que podían vivir sin una rutina y control sobre lo más importante de sus vidas, pero claramente yo no era uno de esos.

Neo y Bastián podrían vivir como unos completos cerdos, pero el más desordenado era Neo. Su habitación era un completo asco, y podía vivir con eso perfectamente.

Pero yo no.

Y una de las cosas que me estaba estresando, era no tener control en lo absoluto sobre la situación de Ekaterina.

Esa pequeña rubia que había llegado a la casa hace un mes y una semana, que se había ganado a cada miembro de mi familia y que también, tenía muchos secretos.

No era de extrañar que Bastián, el niño amoroso y simpático que se viera deslumbrado por la parte dulce de la rusa. O a el rudo y macarra de Neo, que cayera tan duro por la chica tímida.

Y yo aun estaba en "veremos". No podía simplemente caer por una chica pequeña, dulce y tierna que había llegado de la nada misma con una historia no muy convincente. No podía negar que me atraía demasiado, con ese cuerpo sexy y la actitud de un cervatillo asustado.

Desde que la vi atravesar las puertas de la cocina, no pude pensar en nada más que apretarla a mi pecho y protegerla de lo que fuera que la atormentaba, porque sabía que había algo más allí.

Esa historia de que estaba haciendo unas "vacaciones" sin final, no me la creía ni por un segundo. Ekaterina salió prácticamente corriendo de su país por algo, cualquier persona que buscaba vacaciones, no pensaba de inmediato en ponerse a trabajar.

Entonces la pequeña rusa mentía, y escondía algo, pero no sabía bien que. Pero no faltaba mucho para que lo descubriera.

— Yo creo que puede ser que esté buscando algo con unos latinos. — Sugirió Neo — Ya sabes, unos buenos latinos folladores.

Desde que Bastian nos llamó al taller, no he dejado de escuchar teorías estúpidas de parte de mi hermano. Neo estaba jugando con unas pinzas y Bastián estaba debajo de un coche, arreglando algo que no entendía.

Este último empujó con sus piernas el carrete para salir debajo del vehículo. Tomó un trapo para limpiar un poco sus manos, pero fue imposible hacer algo por su torso, lleno de manchas de grasa. Fruncí el ceño asqueado, preguntándome cómo podía tolerar toda esa mugre encima.

— Estás hecha un asco.

Bastian simplemente se encogió de hombros y arrojó el trapo a alguna parte, sin importarle realmente donde caía. Bueno, podría arrojarlo a la basura, porque esa tela no servía para nada.

— Le hice la pregunta, y su respuesta me hizo doler el corazón.

Neo se rió del comentario de Bastián, siendo el hermano dulcero de los tres.

— Eres todo un jodido poeta de mierda, hermanito.

Neo le revolvió el cabello rubio miel sucio, haciendo que Bastián bufaba como un niño. Rodee los ojos, esto era una pérdida de tiempo porque mi hermano no estaba diciendo nada de lo que pudo averiguar de ella.

— Lo que quería decir antes que me interrumpiera este estupido. — Fulmino a Neo con la mira y volvió a concentrarse — Ella dijo que no tiene más fé en los hombres. Que el hombre que más juró protegerla, fue el que más la decepcionó.

La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora