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"No es ninguna aberración sexual

Pero me gusta verte andar en cueros..."

Ricardo Arjona

Bastián

— Voy a ducharme, y después saldré a buscar algo de ropa. — Fue lo último que dijo Ekaterina antes de huir de la cocina

Cuando se marchó, dejó en nosotros un silencio y una estela con su perfume dulzón que fue directo de mi nariz a mi polla. Los otros dos no estaban mejor que yo. Con un simple vistazo me di cuenta que estaban tan afectados que podrían clavar algo usándose como martillos.

— Me gusta. — Neo fue el primero en hablar, sin despegar los ojos de la puerta por donde salió Ekaterina — Me gusta demasiado y quiero más de ella.

— Queremos. — Le recordé a mi hermano

Alex fue el único que no emite ni una sola palabra, mientras que Neo vomitaba todas las cosas que quería hacerle a ese culito ruso si tan solo ella nos diera la oportunidad. Alex taladraba la puerta con la mirada, como si pudiera ver el camino exacto donde se fue Ekaterina y observarla desde la ducha.

— ¿Qué pasa, Alex? — Lo interrogué, haciendo que pudiera dejar de asesinar a la pobre puerta

Mi hermano posó su mirada intensa sobre mí, y si no tuviéramos la misma sangre, me daría un escalofrío. A veces no entendía cómo es que todos éramos tan distintos, siendo que compartimos absolutamente todo.

— Ella me gusta...— Vaciló un poco en su tono — Pero hay que recolectar toda la información posible de ella y esta vez hacerlo bien.

Neo se puso tenso, como un gato frente a un enorme lobo.

— Ella no es como Samantha. — Gruñó Neo, quien era el que menos paciencia tenía de los tres

Alex se puso de pie y recogió su plato sucio, llevándolo al fregadero y dándole una lavada rápida, para dejarlo en la mesada.

— Nadie es como Samantha. — Alex se dio la vuelta y apoyó su cuerpo en el mueble de manera despreocupada — Pero después terminan siendo como Samantha.

Me molestaba que siguiera estancado con el asunto de Samantha, cuando ya había pasado casi un año. Es verdad, dolía como una perra lo que pasó, pero trataba cada día de salir adelante, y la rusa Ekaterina Petrov, llegaba como caída del cielo.

— La voy a acompañar a buscar lo que necesita, y trataré de recolectar todo lo posible.

Ellos me observaron, quizás extrañados de que tuviera una genial idea, y que no fuera Alex quien lo pensó.

— ¿Vas a investigarla en una tienda? — Cuestionó Neo, esforzándose para no partirse de risa

— No sabes como se ponen las mujeres frente a la bonita ropa.

Alex seguía con la vista en mí. Parecía relajado, pero sabía que había un mundo girando dentro de su cabeza. Me acerqué a mi hermano, palmeando su hombro. Alex podría ser una enorme mole, con todos esos músculos y altura impresionante. En realidad, los tres pasamos el metro noventa.

— Para esta noche tendré la mayor cantidad de cosas sobre ella, y podremos decidir si seguir con esto o no.

Mi hermano me miró directamente a los ojos, siendo del mismo verde que el mío y Neo, herencia de mamá. Por un segundo creí ver dolor, pero solo fue por un segundo.

— Ekaterina me gusta, y si nos da la oportunidad, quiero intentarlo.

Le di una sonrisa de boca cerrada, y salí de la cocina por la misma puerta en la que había salido Ekaterina. Subí las escaleras corriendo para llegar a mi habitación. Me quedé parado junto a la puerta de la habitación que ocupaba Ekaterina. Inspiré con fuerza, captando el aroma natural que desprendía, aún pasando detrás de la delgada puerta.

La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora