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Ekaterina


La temperatura dentro del salón donde se ofrecía el evento era agradable, pero cuando nos sacaron de allí, el frío se calaba en lo más profundo. No teníamos ropa de abrigo, y caminábamos en un lugar que tenía varios grados bajo cero.

Solo cinco chicas fueron descartadas para los "servicios de atención", que no era más que prostitución extrema y forzada. Cuando un guardia de seguridad nos sacó del salón y las puertas gruesas se cerraron, los chillidos y gritos suplicando clemencia se escucharon a toda potencia.

Se me erizo la piel y un escalofrío me recorrió del terror. No sabía dónde estaba mi prima pero si no estaba volviendo a las habitaciones, todo indicaba que había quedado dentro del salón junto con esos degenerados y violadores.

El hombre de seguridad me empujó a la misma habitación que me habían traído para qué me preparara. Todo el camino lo hicimos en silencio, y las otras chicas también quedaron junto a mí en el cuarto. Me di cuenta que el lugar era relativamente grande y tenía varias camas superpuestas, supongo que aquí se quedaban la mayoría de mujeres.

Ninguna hablaba, tampoco lloraban o se lamentaban. Las otras parecían resignadas al destino que tenían.

Caminaba de un lado al otro y dentro del espacio, nerviosa por no saber el paradero de Valeska. Al menos habían pasado unas 3 horas desde que la vi por última vez, y la incertidumbre me estaba matando.

Cómo si la hubiese invocado, las puertas se desbloquearon y dejaron ver la menuda figura de mi prima juntó con uno de los hombres de seguridad.

— Tienes suerte, zorra. — El de seguridad la arrojó al suelo de la habitación, riéndose del golpe que se llevó — Agradece que ese narco pagó una fortuna por un turno contigo, sino estarías en el salón y el patrón me hubiese dejado comer de ese coño.

Se rió oscuramente de la cara asustada de Valeska y cerró la puerta, volviendo a bloquearla desde el exterior. No lo pensé ni un segundo y corrí hasta ella, ayudándola a ponerse de pie. Mi prima está tan sorprendida como yo de encontrarnos en este lugar.

— Val...— Lloré mientras la abrazaba, me separé un poco para ver su rostro empapado de lágrimas — ¿Qué haces aquí?

— Lo mismo que tú, supongo. — Se limpió las lágrimas con una mano — Papá tenía deudas con ese anciano y me entregó para pagarlas.

— ¿Te hizo algo?

Apreté los puños a los costados de mi cuerpo, no podía creer que mi tío había hecho exactamente la misma estupidez que mi padre, con la diferencia que mi prima no había tenido tanta buena suerte como yo para escapar.

Ella negó sacudiendo sus cabellos rojizos.

— Mijhail Kozlov es un viejo decrépito y adicto a las drogas, tuvo dos infartos y ya no puede mantener una erección. — Se rió amargamente — Por eso no me tocó, y no deja que nadie toque a sus mujeres antes que él.

Quizás por eso nadie me había tocado aún. Pero el hombre de seguridad había hablado de un turno con un narco, entonces alguien con el suficiente dinero podía pagar por nuestros cuerpos.

— Tenemos que hablar Eka. — Valeska miró en dirección a las otras chicas que se estaban acomodando en las camas para irse a dormir

Tiro de mi mamá y nos encerró en el pequeño baño que estaba dentro de la habitación, poniendo el seguro en la puerta. Me senté en el borde de la bañera y ella se acomodó junto a mí para poder hablar en susurros.

La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora