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No sueñes pequeños sueños, porque no tienen el poder de mover el corazón de los hombres.

-Johann Wolfgang von Goethe

Ekaterina

- Puedo llamar a Alec. - Musité para mí misma, pero por la cercanía de ellos, pudieron escucharme

Neo dio un paso adelante, estando a la cabeza de sus hermanos.

- ¿Quién es Alec y por qué te prestaría un millón de reales? - Su voz se torno oscura, casi enojado, y con una nota posesiva que creó un cosquilleo en mi zona que ya estaba sensible

Inconscientemente di un paso hacia atrás, pegando mi espalda a la puerta cerrada.

- Alec puede ayudarme...- Volví a murmurar, sin encontrar el tono de mi voz - No quise ocasionar problemas, estoy muy agradecida con la oferta, en verdad.

- No nos estás respondiendo, reina. - El pecho de Neo casi se pega al mío, mi cabeza daba justo en su pecho

- Alec es un amigo de la infancia. - No sabía porque sentía la necesidad de darles lo que pedían, pero creí conveniente que supieran algo del rubio

Vi como los tres pares de ojos verdes me analizaban, ardiendo en algo que desconocía. Los tres parecían estar apunto de saltar sobre su presa, que casualmente era yo.

- Te lo voy a preguntar por última vez, y voy a ser más concreto esta vez. - Habló profundamente - ¿Quién es ese tal Alec en tu vida, y porque te prestaría una suma impresionante?

Bueno, eso era más difícil de responder. Yo sabía que con solo un llamado saldría de este enrollo, pero también que tenía que pagarle con algo a mi amigo, ese que siempre quiso ser muchísimo más que un simple amigo.

- Es mi amigo de toda la vida, creo que podría ayudarme.

- Yo no le prestaría un millón de reales a una simple amiga. - Opino Bastián tranquila

Alex asintió, coincidiendo con el hermano amable.

- Yo solo se lo daría si después me paga con cogidas ilimitadas. - Intervino Alexander esta vez, siendo brusco pero honesto

- ¿Es verdad, reina? - Preguntó Neo tomando mi mentón entre sus callosas manos para que pudiera verlo a los ojos - ¿Ese quiere meterse en tu dulce cuerpo?

Le di un manotazo a su agarre, pero no alejó su cuerpo del mío.

- ¡Están siendo unos bárbaros! - Chille cuando me vi descubierta - Es solo un amigo, no tiene otras intenciones conmigo.

Que vil mentira. Todo el viaje de Rusia a Brasil se la paso haciendo comentarios sobre cuan buena seria mi vida con él, como lo habíamos planificado cuando éramos niños. Fueron las catorce horas con más incertidumbre de mi vida, y tenía que agregarle el hecho de esquivar sus flechas de amor en mi dirección.

Neo dio un paso atrás, intercambió unas cuantas miradas con sus hermanos y esta vez, fue Alexander quien encabezó el mando, parándose frente a mí.

- Por más que ese tal amigo tuyo me diera el dinero, no lo quiero. - Su voz sonaba fría, parecía totalmente seguro de sí mismo, como un empresario confiado del trato que cerró - Quiero que brindes el servicio por el cual te comprometiste con nosotros.

- Es que no puedo...

Seguramente me veía como una hormiguita junto a un león. De los tres, Alexander tenía las vibraciones más poderosas, haciéndome temblar de pies a cabeza. Alzó una mano y acarició con ternura mi rostro, ese gesto contrastaba muchísimo con la fuerza que destilaba todo en él.

La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora