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"El amor no reclama posesiones, sino que da libertad"

- Rabindranath Tagore

Ekaterina

El camino a la casa fue de lo más divertido, sobre el hombro de Neo y alguna que otra palmada en el trasero. Me vibraba el cuerpo de anticipación a los hechos, esa declaración de estar con los tres me estaba dejando en los aires.

Cuando llegamos a la casa, no fui bajada. Neo subió escaleras arriba conmigo, aún sin prestarle atención a mis protestas

— ¿Dónde vamos?

— A la habitación de Alex. Allí fue donde empezó toda nuestra historia de amor, reina.

Levante la cabeza, viendo como Bastián se quitaba la camisa y la mandaba a volar por el pasillo que llevaba a las habitaciones.

— ¿Tu cuarto está sucio otra vez, no? — Cuestionó Alexander con una sonrisa sardónica

— Está sucia, pero de verdad quería llevarla a la tuya.

Neo se dio la vuelta bruscamente, girando todo mi cuerpo junto con él. Me sujeté de sus caderas, tratando de dejar pasar el mareo que estaba apunto de hacerme vomitar. Le di una palmada suave en la espalda, y él se percató que seguía colgada de su hombro.

— ¡La vas a hacer vomitar, animal estúpido! — Chilló Bastián

Neo hizo caso omiso a sus hermanos y pateó la puerta, entrando como todo un Neandertal. Se paró frente a la cama que conocía demasiado bien, y arrojó mi cuerpo, haciéndome rebotar en el centro del colchón.

— ¡Puedes lastimarla!

Me reí por la histeria que manejaba el más dulce de los hermanos. Si fuera por Bastián, me envolvería en burbujas para que ni el aire pudiera afectarme.

— No voy a hacerle daño, bastardo. Además descubrí que a nuestra pequeña novia, le encanta que la arrojé en la cama.

Jadee al escucharlo, hablar con esa naturalidad del vínculo inconcluso que teníamos.

— ¿Novia?

Neo se arrancó la camisa, dejando su pecho magnífico al descubierto, haciendo que perdiera un poco la concentración. Se cruzó de brazos, observándome parado desde los pies de la cama.

— Claro, porque eres nuestra novia. — Dijo como si fuera una obviedad

— Creí que para eso, ustedes tenían que pedirlo y yo aceptar.

Me latía el corazón con fuerza por el rumbo que estaba tomando la conversación. Era una de las cosas que más deseaba, pero no me anima a decir.

Alexander rodeo a su hermano, sentándose a mi lado en su propia cama. Bastián copió su ejemplo, pero este fue del otro lado.

— Y yo creí que era algo que ya estaba resuelto entre nosotros. — Alex tomó una de mis manos y llevó el dorso a sus labios

Miré el rostro de los tres, ellos parecían coincidir en su decisión. Se me llenaron los ojos de lágrimas, y sabía que era algo estúpido quizás, porque veníamos durmiendo juntos desde hace más de un mes, pero en ningún momento me anime a tocar el tema de un compromiso.

— Mi amor...— Neo rodeo la cama y se arrodillo al lado de Alex, sujetó mi rostro con ambas manos — No llores, hermosa.

— ¿Qué pasa, precios? — Alexander estaba confundido — ¿No querías tener una relación estable?

La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora