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Ekaterina


No iba a salir corriendo, nunca más.

Estaba cansada de todo esto, de siempre tener un problema cuando encontrábamos la felicidad y estabilidad. Si no era Samantha, era Alec.

Sentía como se me rompía el corazón mientras bajaba las escaleras en el bar. Hice un recuento de todas las palabras de amor que me habían profesado en los últimos meses, incluso siendo amigos. Al parecer era todo parte del macabro juego sexual que tenían con la mujer desnuda en su habitación.

Tenía mucho sentido si lo pensaba bien. Ellos la dejaban tener sexo con otros, y ella les permitía jugar a la pareja feliz con su próxima presa, en este caso, yo.

Me sequé las lágrimas con enojo, aunque estas fueron reemplazadas por otras. Esto me tenía que dar una lección, al menos pudieron haberme enseñado que el amor dolía de otra manera.

Aunque ellos me hubieran utilizado, yo si los amaba.

Fui directo a la barra, pasando detrás del mostrador como si fuera un día de trabajo normal para mí. No sé en qué momento perdí las botellas de agua, pero ya no las llevaba encima. Sasha le estaba tendiendo una botella de cerveza a un cliente y Jasper entraba de la bodega con unas cajas de bebida a cuestas.

Ambos me vieron y fruncieron el ceño, seguramente no tenía el aspecto de una mujer que tuvo una increíble cita con sus novios.

Ugh, ex novios.

Fui rápidamente hasta ellos, aprovechando que no tenían a nadie para atender en la barra. La primera en reparar en mi aspecto fue Sasha, que me tomó del rostro con firmeza y me analizaba preocupada. Jasper dejó lo que cargaba en el suelo y se cernió detrás de la chica para observar también.

— ¿Qué pasó, Ekaterina? — Era la primera vez que me llamaba por mi nombre

— Ellos están con Samantha.

Se me rompió la voz y largué a llorar, cayendo en cuenta después de largos minutos, que esto estaba terminado.

Eso era una de las cosas que no podía dejar pasar. Había visto la destrucción de mi propia familia a manos de las apuestas, pero también sabía que mi padre frecuentaba a otras mujeres, y mi madre lloraba en la noche cuando creía que nadie la escuchaba.

No quería volver a tener esa sensación de vacío, ya no estaba en la casa en la que me había criado, y no tenía porqué soportarlo por más que se me fuera el alma en dejarlo.

Bueno, en realidad ellos me estaban dejando porque los oí perfectamente decir que me querían fuera de sus vidas.

— No puede ser. — Sasha se alejó un paso de mí chocando con el pecho del hombre — Entiendo que estés insegura, pero no puedes hacer esa difamación.

Me reí sin una pizca de gracia, con tristeza y dolor. Encima de toda esta tragedia griega, tenía que tolerar a mi amiga que se ponga del lado de ellos o que se los defendiera.

— Samantha acaba de entrar al cuarto de ellos. Alexander le pidió que me saqué de aquí. — Escupí con molestia — Está claro que ellos tienen este morboso juego del que no voy a ser parte.

Sasha estaba dispuesta a iniciar una pelea, aunque no sabía bien con quien estaba enojada. A punto de saltar como un gato rabioso, Jasper puso una mano sobre su hombro y la vio severamente.

— Calma, pequeña. — Le dijo suave, pero en tono de orden como un dominante. Ella pareció relajarse, aunque no podía importarme menos en este momento su relación — Deja que ella vaya a casa, después lo podemos resolver.

La Reina de los SaxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora