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Ekaterina
¿Alguna vez se preguntan qué hubiese pasado si nuestras acciones fueran diferentes?
Si no hubiera insistido en buscar una botella de agua esa noche, me hubiese quedado en la cama con mis hombres. Disfrutando y durmiendo alrededor de ellos como un gatito cálido entre sus cuerpos.
Nos hubiésemos ido en la mañana a nuestra casa. Alexander pondría el café a hacerse en la máquina, Bastián iría a la panadería que tenía unos bollos de chocolate que tanto me gustaban y le decía que no comprará siempre que quisiera malcriarme, en cuanto a Neo, solo estaría dando vueltas a mi alrededor tocándome por gusto.
Pasaríamos el día juntos en el sillón mirando una película de la cual solo sabría el inicio, porque sería la excusa perfecta para que ellos me inclinaran sobre el sillón para hacerme el amor.
Después de un día entero de amarnos, cada uno volvería a su responsabilidades. Neo supervisaría alguna entrega de bebidas, Bastián seguramente trabajaría en el viejo chevy de la señora Folk, y Alexander estaría metido en su oficina haciendo papelerío necesario para el bar.
Yo estaría del otro lado de la barra, sirviendo tragos a los clientes y riendo de las bromas horribles de Jasper, y los juegos de Sasha.
Pero no, estaba en un maldito jardín en Rusia. A -3 grados, con los pies desnudos y un atuendo que dejaba expuestos mis muslos a la terrible helada que hacía.
Una vez escuche decir que la adrenalina corriendo el cuerpo hacía que no sintieras frío, ni cansancio y hambre. Tenía mucho sentido, porque justamente ahora no podía sentir absolutamente nada de eso.
El sonido ensordecedor del disparo rompió en el jardín. Todos nos detuvimos en el momento, como si el gatillo hubiese apretado un botón de pausa. James sostuvo su hombro con una mano, haciendo una mueca de dolor por el disparo que lo alcanzó con precisión justo donde no lo cubría el chaleco antibalas.
— ¡Todos quietos! — El grito furioso de Mijhail tronó en el lugar
Neo ya estaba en la puerta de la camioneta, sujetando el metal con fuerza hasta hacerlo chirriar. Bastián sostenía mi cadera y ponía su cuerpo frente al mío, Alexander se desprendió rápidamente el chaleco y lo hizo volar en mi dirección.
Sujeté el pesado material en mis manos, justo cuando Mijhail me apuntó. Los hermanos Walker habían adoptado una postura similar, pero teniendo a Valeska detrás de sus filas. El viejo ruso se veía desaliñado, con su traje arrugado y la camisa fuera, sucio y con manchas de pólvora en el rostro pálido.
Todo el estilo lujoso parecía haber abandonado a Mijhail Kozlov. Sus ojos claros estaban desorbitados y la mano que sostenía el arma temblaba furiosamente, pero en ningún momento dejó de mirarnos.
— Perdí todo...— Bramó nervioso — Todo mi imperio se fue al retrete por culpa de dos putas.
— Apártate, Mijhail. — James alzó su arma con el brazo bueno, su rostro sudoroso por el esfuerzo que hacía
Luke se desabrochó el chaleco con cautela, pegándolo al pecho de Valeska. Ella miró en mi dirección, totalmente asustada y con las lágrimas brillando en su rostro. Bastián me acomodó disimuladamente el chaleco, dejándome totalmente protegida a costas de Alexander.
Tenía muchísimo miedo. Dos hombres estaban sin las protecciones debidas, frente a otro que acababa de dispararle a James y que se encontraba totalmente inestable.
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La Reina de los Sax
RomancePrimera entrega de la serie "Los Placeres de Masium" Ekaterina Petrov no tiene más alternativa que huir de su lugar natal. Por un estúpido acuerdo de su padre, ella queda en medio del fuego cruzado y solo puede esconderse del otro lado del mundo. In...