𝐍𝐨 𝐓𝐞 𝐕𝐚𝐲𝐚𝐬 (𝐐𝐮é𝐝𝐚𝐭𝐞 𝐀 𝐌𝐢 𝐋𝐚𝐝𝐨)

Capítulo XXX

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P: ¡Oye, no me dijiste tu nombre!

Olivia sonrió y sin voltear susurró para si misma- Olivia.

(...)

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Abrió la puerta del dormitorio esperando verlo dormido por ser, casi, las 2 de la madrugada, pero no. Él no estaba ahí. Olivia no pensó mucho en eso y, muerta de sueño, sólo se acostó a dormir. Así fue apenas tocó la almohada.

Se levantó con un pequeño dolor de cabeza, capaz fueron los tragos que se tomó anoche, pero la luz que chocaba contra sus ojos hizo que se despertara.
Vio borrosa la silueta de alguien y, de inmediato, supo quién era.

O: Elliot, es muy temprano-se quejó.

E: Son las diez de la mañana, Olivia. Agradece que te dejé dormir.

O: No me hables así, como niña chiquita. A parte, tu me dijiste que no había nada importante hoy, solo ir a comprar.

E: ¿Dónde estuviste anoche? - preguntó ignorando las excusas de su compañera de cuarto.

O: No te importa-dijo rendida.

E: Salí a buscarte y cuando llegué estabas acostada en la cama, casi desmayada.

O: Tenía sueño, no dramatices.

E: Olivia, no quiero pelear, pero me preocupas.

O: Si no quieres, no deberías seguir hablando. Y no te preocupes, puedo ir a donde sea y regresar a la hora que quiera. Tu no eres nadie, Elliot.

Definitivamente se ofendió. Ella pudo haber omitido esas últimas 4 palabras, pero no fue así. Él no respondió dejando un abrupto silencio.

Olivia se dio cuenta de su error. Agradecía estar dándole la espalda para no tener que ver la expresión en su rostro. Trató de pensar en algo para hacer que se olvide.

O: ¿Me-- Me podrías traer un café?

Sin respuesta.

Olivia volteó. Elliot había cambiado de posición mirando por la venta hacía él sabrá donde.

E: Eres lo suficientemente independiente para que puedas hacerte un café sola, por tu cuenta. Yo me voy.

Olivia prefirió ignorar el comentario y refutó - ¿A dónde te vas?

Elliot dio la vuelta y la miró con una cara de confusión. ¿De verdad le estaba preguntado eso? ¿Después de la conversación que acababan de tener?

Elliot cogio las llaves y salió.

Olivia se culpo unos segundos y luego se volvió a acostar para tratar de recuperar el sueño, pero su cabeza no se lo permitió.

Se levantó y fue directo al baño, en busca de una ducha fría para que la despertara y le quitara un poco de su malestar.

Trató de buscar algo que pudiera vestir sin sentirse tan no ella y lo único que pudo encontrar cómodo, fue un vestido cuadriculado en blanco y negro con un escote en corazón, con mangas holgadas hasta unos centímetros por debajo de su codo, lo complementó con unas botas negras y cogio su bolso.

El clima de San Francisco se prestaba para el vestido que traía puesto.

Bajo primero a recepción para preguntar si sabían a dónde se había ido su esposo, luego fue a la tienda de souvenirs y compró una botella, después corrió a la cafetería y la lleno con agua, tenía que hidratarse l si no quería morir a mitad de camino, y por último fue a la farmacia por unas pastillas para el dolor de cabeza.