Capítulo II

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Eran las once de la noche, no podía más. No se había presentado ante el capitán de Nueva York. Su vuelo iba atrasado y parecía que faltaban horas de papeleo antes de ir a un hotel y dormir por lo menos 3 horas.

2 a.m.

Se dirigía a su hotel, estaba agotado, sólo deseaba dormir, sin que algo lo interrumpiera y él que pensaba que su vuelta a Nueva York sería buena. Rió internamente por su pensamiento. Abrió la puerta, dejó las maletas a un lado, se desvistió quedándose solamente en bóxer. Se dirigió a la cama y se durmió minutos después cayendo en un apacible sueño bajo las mantas de seda.

La luz del sol asomándose por la ventana de su dormitorio lo despertó, deseaba haber sido más inteligente y haber cerrado las cortinas antes de irse a dormir. Se movió hasta llegar al buró, al costado izquierdo de su cama, cogió su celular y vio la hora 6:30 de la mañana. Era temprano, ahora agradecía haber dejado la cortina abierta, si no hubiese sido así habría una gran probabilidad de llegar tarde a su reunión. Minutos después se metió a la ducha, con las gotas de agua despertando y relajando su cuerpo para poder empezar bien su día. Se vistió con un traje normal y casual, del estilo que solía usar para trabajar.

Al terminar revisó la hora, le restaban cuarenta minutos como máximo para llegar temprano, así que decidió no desayunar y en el camino comer algo o, solamente. tomar un café neoyorquino del que no disfrutaba desde hace tiempo y deseaba probarlo otra vez. En el camino al precinto, se dio cuenta de lo nervioso que estaba y notó que recordaba el camino perfectamente, a pesar de no recorrerlo en años. Paró en su cafetería favorita y antes de bajar volvió a ver la hora 7:36, tenía que apurarse.

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Olivia, se vistió rápidamente. Ya vestida vio la hora 7:20, tenía que correr, no tenía tiempo que perder. Bajando al estacionamiento, subiendo a su coche decidió comprar en su cafetería favorita, vio la hora uniéndose a la larga fila.

7:39, luego de unos minutos más recibió su café, no quería llegar tarde a su reunión, estaba apurada. Cuando salía rápidamente de la cafetería, vio a alguien, alguien que conocía y no veía hace mucho tiempo, estaba asombrada, no sabía qué hacer.

—¿Alex?—. Susurro casi inaudible, más para si misma que para que la oyeran—. ¿¡Alex!? —repitió y vio como la rubia volteaba buscando a quién la llamaba. Lo volvió a decir, esta vez emocionada—. ¡ALEX! —gritó al verla.

—¡Olivia! —dijo, igual de emocionada acercándose para abrazar a su amiga.

—Hace mucho que no te veo — suspiró soltándose del abrazo.

—Yo igual —rió.

—¿Cómo has estado? ¿Qué ha sido de ti? ¡Cuéntame! —dijo curiosa.

—Bien, muy bien. Sigo siendo ADA, hace 3 años ya no estoy en El Combo—. Al ver la cara de sorpresa de su amiga le responde a la pregunta no formulada—. Larga historia. Lamento no haber podido hablar contigo, pero el trabajo me ha mantenido muy ocupada. Olivia tenía dudas sobre lo que acababa de decir—. Larga historia también.

Alex sabía que le debía muchas explicaciones sobre lo que había pasado en su vida y estaba segura de que tendrían una larga platica dedicada a eso.

—Posiblemente suene inoportuno, pero ¿qué haces aquí, entonces?

—¡Ay, no! ¿No estás feliz de verme?

—No, no, no. Sólo que dices que estás tan ocupada por el trabajo y estas aquí-- ¿Estás aquí por trabajo?—. pregunto directamente.

𝐍𝐨 𝐓𝐞 𝐕𝐚𝐲𝐚𝐬 (𝐐𝐮é𝐝𝐚𝐭𝐞 𝐀 𝐌𝐢 𝐋𝐚𝐝𝐨)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora