Capítulo XLIII

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Cuándo Olivia despertó el viernes por la mañana Elliot estaba a unas horas de aterrizar en Nueva York.

La morena sabía que sus horarios se cruzarían y no podrían verse antes de la cena por lo que siguió su rutina sin ningún problema. Llegó a la unidad media hora más tarde.

El día transcurrió sin más, sorprendentemente rápido y sin ningún suceso relevante o alarmante.

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Pasados quince minutos despues de las seis de la tarde, Olivia ya empezaba a alistar sus cosas e ir cerrando los archivos en su escritorio por esa tarde ya que tenía una junta con su jefe para arreglar algunos asuntos sobre la reintegración de Elliot y cual era la respuesta a la carta de notificación que habían enviado sobre su relación.

No tardó mucho tiempo en concluir con todo y luego de despedirse de sus compañeros diciendo un: "Nos vemos más tarde, en la cena.", manejó entre el tráfico de Nueva York a tal hora punta y llegó a tiempo para su reunión.

Dos horas más tarde salió de la junta con el tiempo justo para ir a su oficina organizar papeles, revisar los casos pendientes, estar atenta de los casos en los que estaban investigando y profundizar en ellos, para luego ir a almorzar y salir temprano del precinto.

A Cara Leight le habían apuñalado setenta y ocho veces ésta madrugada, la encontraron en la bañera de su dormitorio desagrada y sumergida en esa, su propia sangre. La escena del crimen daba a entre ver que el asesino entró y salió por la ventana de la casa en un barrio poco conocido de Staten Island. La encontró su madre, que entró a su dormitorio para avisarle que el desayuno estaba servido; al no encontrarla en la cama la llamó y sin tener respuesta buscó una en el baño y vio la tragedia.

Sospechan del ex-novio, pero con las investigaciones de Rollins y Tutuola todo apunta al profesor de economía de su universidad con el que mantenía un amorío secreto.

Olivia y Amanda se encargaron del interrogatorio.

Mark, el profesor, era débil, no tardó mucho en confesar, fue un ataque de celos y desesperación por que ella lo estaba "engañando" pero sólo había visto a Cara hablar con Alex, su ex.

Cuando se liberó faltaban un cuarto para las seis, Olivia salió volando del precinto, no sin antes recordarles a todos sobre la cena de hoy. Por suerte recordó que debía invitar a Kate, pero ella rechazó muy amablemente la oferta, dijo que ya había hecho planes con su familia y que en otra ocasión asistiría sin falta. Olivia no pudo hacer más que sonreír y asentir ante lo dicho por Kate.

La castaña fue a su departamento y eligió un cómodo vestido negro largo y de tiras que le quedaba perfecto, no muy suelto ni muy ajustado, le quedaba a su medida; lo acompañó con un bolso plateado y manejó hasta el restaurante y antes de las ocho ya estaba allí.

—¡Cariño! Qué guapo que estás. —afirmó dándole un abrazo y luego un beso a Elliot que ya estaba en el restaurante.

—La única guapa aquí eres tú, cielo. —sonrió —Yo no entiendo como voy a aguantar toda la cena sin poder besarte cada cinco segundos.

—Yo sé que tú puedes, guapo. —se rió dándole unas palmadas en el hombro y le dió un beso en la mejilla —¿Vamos a sentarnos?

—Cómo tú digas.

Los invitados no tardaron, por primera vez nadie había tenido un imprevisto y todos pudieron pasar un momento agradable, hablando de algo que no era trabajo y disfrutando de la compañía de sus amigos. Para todos fue como reconectar con un hilo de amistad que ya se estaba perdiendo por una cosa u otra.

Salieron del restaurante a las diez de la noche, cada uno por su lado; eso sí cada uno en taxi por que todos venían con un par de tragos de más. Elliot se encargo de ser el sobrio del grupo ya que debía manejar camino a casa con Olivia.

En la noche ellos no pudieron evitar dejar de amarse solo como ellos sabían, se extrañaban y querían sentirse más que nunca, saber que ninguno se iba a ir nunca más y que los dos estaban dispuestos a quedarse al lado del otro.

El día siguiente empezó tarde, más tarde de lo normal, era sábado y ninguno tenía que ir al precinto y Eñliot había dejado cosas adelantadas para tener el día libre hoy.

Cuando abrió los ojos sintió un peso en su brazo izquierdo y la buscó con la mirada. Olivia todavía estaba dormida, Elliot la abrazó y le dejó un delicado beso en el cuello, y Olivia entre sueños sonrió.

—Uf, ya no se puede dormir cuando tú estás aquí ¿o qué? —Olivia volteó su cuerpo para verlo cara a cara.

—Si quieres que me vaya dilo, eh. —rieron.

—Ya bueno, ahora que me vas a proponer, porque por nada no me has despertado. Con lo mucho que te gusta dormir, Elliot.

—Obvio que tengo planes, mi amor. Pero la que decide que vamos a hacer eres tú. Yo sólo quería aprovechar este día libre que tenemos los dos, mira que eso casi nunca pasa.

—Soy toda oídos.

—Hay dos opciones para ahora, ir a desayunar, o cocinar.

—Hay una tercera: pedir el desayuno.

—¿Sabes cuánto te amo?

—¿Sabes cómo pedir un delivery? —Elliot besó a Olivia y ella rió entre sus labios.

Desayunaron un par de baggels con su café favorito y fruta que ellos se prepararon. Elliot lavó los tratos mientras que Olivia organizaba un poco el departamento.

—Y Stabler, ¿ahora qué más?

—Pues podemos ver series o películas aquí o podemos ir al parque.

—Uy, ahora sí no sé. Quiero hacer los dos.

—Entonces vamos al parque y aprovechamos el clima y luego vemos películas.

—Entonces póngase ropa de deporte porque vamos a correr, mi amor.

—¿Qué? No, gracias, pasó. Mejor tú corre y yo te veo así, tan bonita, con el aire en tu cara y con el sol, bonita.

—No te estoy preguntando, cariño. Los dos sabemos que ya no estamos, bueno, estás en forma para ejercer tú puesto de detective de campo.

—Sargento.

—Igual sigues siendo detective de campo.

—Odio cuando tienes la razón.

—Y yo sé que me amar con locura. —Se acercó a besarlo, el beso de poco a poco se profundizó y duró más de lo esperado pero Olivia descifró sus intenciones y lo alejó. —Váyase a vestir, Stabler —la castaña remató con un pequeño golpe en el trasero.

Corrieron por hora y media y luego almrozaron en un restaurante cerca de Upper West Side. Caminaron al departamento y comieron un helado.

Llegando a casa los dos se ducharon juntos, y sin dudarlo la ducha quedó en segundo plano por que cuándo empezaron a besarse las intenciones de cada uno fueron otras.
Se besaron y se tocaron cada fibra, él agua que empezó caliente nunca dejó de caer ni siquiera cuando se enfrió y era casi helada, porque ellos ya no sentían eso. Solo podían sentir el calor de las caricias y de los roces que ellos se regalaban y en placer que se deban mutuamente.

Por alguna extraña razón terminaron viendo una maratón de películas navideñas clásicas cómo el Grinch y Elf. Ninguno pensó en la cena y cómo en la tercera película empezaron a dormirse, el hambré quedó olvidado.

Pero Elliot sabía lo que les esperaba a el día de mañana, y era algo que lo hacía muy feliz y no aguantaba las ganas de contarle todo a Liv y amarla para siempre.

𝐍𝐨 𝐓𝐞 𝐕𝐚𝐲𝐚𝐬 (𝐐𝐮é𝐝𝐚𝐭𝐞 𝐀 𝐌𝐢 𝐋𝐚𝐝𝐨)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora