Prólogo

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Sus ojos marrones chispeantes de curiosidad y de propuestas indecentes.

Las ganas de caer ante la tentación eran enormes, tenía el privilegio de ser su presa y siempre me escapaba de sus garras.

— No voy a ser uno más de tu lista, Olivia. — hable intentando sonar lo más seguro posible.

Su mirada me repaso de arriba a bajo, escaneando cada centímetro de mí y no pude evitar tragar en seco. Su mirada intensa me atravesaba la ropa, me sentía desnudo y mentiría si no quisiese que sea así.

Olivia negó con la cabeza levemente y me dedico una sonrisa ladina.

— Enzo mío, serás mi puta perdición. — murmuro acercándose unos pasos a mí.

Al decir “mío” fue pausado, como si lo estuviera saboreando en decírmelo a la cara.

— No soy tuyo, French. — respondí ignorando lo demás.

Ella arrugó levemente el ceño, disgustada. Pero, cuando iba a cantar victoria por haberla dejado muda, me quedé quieto en mi lugar cuando avanzo firmemente, su rostro y el mío quedaron a una escasa distancia, nuestras respiraciones se volvieron una.

— Aún, Smith, aún. Pero lo serás, te tendré en mí cama desnudo con la respiración echa un desastre, de tus hermosos labios saldrán solamente jadeos y gemidos diciendo mi jodido nombre . — asegura en un murmuro.

Siento como mis mejillas arden al imaginarlo, mi respiración irregular y las inmensas ganas de besarla hasta permitirle que haga eso y más conmigo.

Ambos nos quedamos en silencio en el medio del aula, todos se habían ido hace varios minutos al receso, nosotros nos habíamos quedado discutiendo y no entiendo cómo llegamos a esto.

La corbata del uniforme me asfixia y el pantalón aprieto mi miembro que ansia ser liberado. Necesito salir de aquí, si no, mi dignidad se irá a la basura.

— Suenas muy segura de ti misma. — me recupero.

Ella miraba mi rostro de hito a hito y creo que mi voz la sorprendió, me miro directo a los ojos con una nota de diversión.

— Por supuesto que sí, pero sabes que me lo confirma? — pregunta y niego con la cabeza. — Tu erección, estás ansioso por estar dentro de mí. — responde.

Pego un saltito en el lugar cuando su mano soba levemente mi entrepierna. Un jadeo involuntario sale de mí y veo como sus ojos se oscurecen.

— Mientras, más te resistas más aumentan mis ganas de tí. — roza su pequeña nariz en mi cuello.

Es mucha tentación para mí.

Olivia es la tentación encarnada.

Le encanta verme así, saber cuánto su mirada, su voz, ella en sí, me afecta completamente.

Es verdad, no negare que sí me dejó llevar me tendrá en la palma de su mano. Sus curvas, sus piernas, sus labios gruesos, sus ojos marrones, su actitud e inteligencia, me fascina.

Lo único que me detiene es que no quiero ser uno más, no quiero abrirle mi corazón y que lo pise en mis narices.

Todo sería más fácil sino estaría enamorado de ella.

— Olivia, si me dices esas perversiones obviamente tendré una erección. — mascullo.

Ella suelta una risita porque sabe que me está haciendo perder la paciencia.

— Pero, aún así fui la causante. — se encoge de hombros.

Me aparto unos pasos de ella para poder respirar bien. Le doy una sonrisa de lado.

— Podrías causar esto tú, como también miles de chicas.

Ella me mira molesta y yo le guiñó un ojo.
Salgo del salón con las mejillas rojas, mi sistema nervioso desastroso y una carpa en los pantalones.

Pongo un libro en mi entrepierna y me dirijo a los baños.

Cuánto tiempo lograré resistirme de la persona que estoy enamorado?







Nota de la autora: Hola soy R, aquí el prólogo de “Polos opuestos”, espero y les haya gustado. Comenten y voten.

Gracias por leerme, R :)

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