Capítulo 20 [ Ella miente, ella dirá la verdad ]

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Olivia

Me siento más amigable de lo normal, menos estresada, malhumorada y reacia ante el ser humano en sí.

El fin de semana tuvo sus vueltas, contando que clasifique para un torneo de videojuegos, golpeé a la sanguijuela y tuve una buena sesión de orgasmos con Enzo.

Qué más puedo pedir?

Ah sí, dejar de ver lo que mis ojos están viendo en este preciso momento.

El contexto es que llegue al instituto donde Julieta y Milo me regañaron por golpear a Camila, no le di importancia.

Pero ahora la muy sanguijuela está llorando en el hombro de Enzo, como si a su mascota la hubieran atropellado.

Ambos se encuentran afuera de enfermería, y yo estoy escondida detrás de una enorme columna para que no me vean, pero del coraje que siento me importa una mierda que me vean.

No puedo escuchar de qué hablan, solo veo a Enzo hablar y se nota molesto.

Si lo está conmigo, que no me toque los cojones que estoy estrellando de la ira contenida.

Es qué, por qué tienen que estar tan cerca? No le puede darle unos pañuelos o tirarle agua en la cara? No, él la tiene que abrazar.

Resoplo molesta.

— Olivia! Corazón, te estaba buscando! — gritan a mis espaldas.

Me tenso completamente, cierro los ojos y me giro sintiendo sus miradas en mí y como la sanguijuela dejo de llorar.

Me sorprendo cuando me abraza fuertemente y deja un sonoro beso en la camisura de mis labios. No me dió tiempo de reaccionar.

— Leo, qué demonios? — pregunto confundida ante su arrebato.

Él sonríe ampliamente.

— Te necesito.

— Ah?

— Que te necesito, corazón. — repite.

Carraspeo.

—Necesitarme? En qué sentido? — cuestiono.

Me quedo pasmada cuando me rodea por los hombros y me acerca a su pecho, abrazándome? Que mierdas.

Pongo mis manos en sus caderas intentando apartarlo pero solo me aprieta más a él.

— Leo, qué crees que haces?

— Primero, nos están viendo y segundo, te necesito para unos trabajos de cálculo. — murmura en mi oído.

— Quién nos ven? — me hago la tonta.

— Tu chico, junto a la castaña que intenta llamar su atención, pero él solo me está enterrando con la mirada.— acaricia mi pelo. — Y créeme es capaz de enterrarme con una bomba dentro.

Mi chico...

Sonrío sobre su pecho, pero la borro al instante.

— No me importa, ahora suéltame. — mascullo seria.

No me hace caso, y siento como su mano baja hasta mi cintura casi rozando mi trasero.

>> — Te estás pasando de la raya. La que te va a enterrar y hará que orinen en tu tumba seré yo, si bajas un poco más. — espeto.

Él se ríe, separandose.

Entrecierro los ojos en su dirección cuándo su mano va a mi mejilla y acerca con una distancia prudente su rostro al mío.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora