Capítulo 55 [ Polos opuestos ]

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Olivia


Los chicos se encontraban algo nerviosos por las fiestas pero bueno son Milo, Iara y Enzo son así, aunque Julieta y yo también estábamos algo nerviosas, ella porque sus padres venían después de seis meses y yo porque sería una Navidad sin ellos.

En un momento me sentí perdida, sola y sin saber que hacer, mi familia no era una opción para festejar las fiestas y no quería interrumpir a los chicos.

Golpeó el saco una, dos, tres, cuatro, cinco, seis y más veces. Gotas de sudor caen por mi frente viajando por mi cuello y perdiensose por la abertura de mis senos. Iba a volver a golpear pero me detengo cuando algo pasa por mi cara, me alejo del saco de boxeo con el ceño fruncido.

— Que cara.. — me callo cuando bajo la vista y veo una cucaracha. — Tiene que ser una broma.

Me agacho un poco y cuando iba a pisarla la muy maldita vuela haciendo que retroceda. La cucaracha vuela cerca de mí y en modo de defensa tiro los guantes que me quito rápidamente, le lanzó uno y lo esquiva.

Cucaracha ninja.

Le tiro el guante restante y lo mismo, vuelvo a buscar los guantes volviendo a tirarselo una y otra vez. Veo de reojo como algunos me ven extrañados, pero sigo con mi labor de matar a esa cucaracha que solo está empezando a molestarme.

— Olivia, que haces? — escucho la voz de Pedro.

— Jugando pin pong, tú que crees? — digo sarcástica sin mirarlo.

Cuando iba a buscar otra vez el guante la cucaracha deja de volar quedando en el suelo quieta, parece que me está viendo y juraría que si la pudiera ver mejor me sonreíria la muy descarada.

Me quedo quieta y ella igual.

— Hola, buenas tardes, sabes dónde está Olivia? La estoy bus... Cielo? — escucho la voz de Enzo.

— Ahí está. — dice Pedro.

Miro de reojo a Enzo y le sonrió de lado.

— Hola, amor. — saludo casual.

— Hola, cielo. Estas jugando a la estatua con la cucaracha o qué? — me pregunta confundido.

— Gracioso, Smith.

Me acerco a la vez que escucho los pasos de Enzo, tomo el guante y cuando iba a darle a la cucaracha, el pie de Enzo la aplasta.

— Listo. — dice, sonriendo orgulloso.

Me enderezó, poniéndole mala cara.

— Yo la iba a matar.

— Te dije que mataría una cucaracha por ti. — me dice sin borrar su sonrisa.

— Una voladora.

Se encoge de hombros.

— Pero la mate por tí.

— Igual sí era una cucaracha voladora. — admito, y su sonrisa se ensancha.

Pero hace una mueca cuando baja su vista a su zapato, es ahí donde lo detallo, está vistiendo formal. Zapatos negros, pantalón negro y una camisa roja con las mangas hasta los codos.

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