Capítulo 3 [ Actriz ]

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Enzo

Nada mejor que saber cómo abrir un sapo por la mitad.

— Creo que el profesor es muy creyente del Área 51. — habla Camila a mi lado.

Dejo de prestarle atención a los órganos del sapo para mirar al profesor, su escritorio llenos de aliens en dibujos y naves espaciales.

— Será él parte del Área 51? — pregunto en un fingido tono temeroso.

Ella altera su vista en mí y el profesor.

— Tú crees que eso existe?

— Creo en que el profesor nos analiza demasiado. Tal vez sea un alien infiltrado, lo mandaron para que nos observé y luego, nos lave el cerebro o peor aún nos lo sacan y se convierte en su cena.

Mientras, hablaba sus ojos se abrían cada vez más.

Agache la cabeza mientras negaba, las ganas de reírme me hacían incapaz de verla.

Todo empeora cuando el profesor se acerca a nosotros.

— Bastante inteligente tus apuntes, señorita Vera. — la felicita.

Camila pega un brinco en su lugar cuando él profesor pone una mano en su hombro, se aparta rápidamente y se pone detrás mío.

Aprieto los labios para no estallar a carcajadas.

— No quiero que tenga mi cerebro de cena! — chilla horrorizada.— Soy muy joven, soy muy joven, soy muy joven. — murmura.

Él profesor la mira totalmente confundido, le haga una seña de que me encargo de ella y él asiente para volver a su lugar.

— Dijo que cuides tu cerebro, el de Einstein ya no le gusta. — le murmuro intentando sonar asustado.

— Pero, es Einstein?! Cómo se aburre de sus cerebro.

— Ay no, creo que tú serás la nueva Einstein! — chillo en voz baja.

— No, no, no! No soy inteligente, soy un burro, mi coeficiente intelectual es como el de una nuez.

No aguanto más y suelto una carcajada.

Camila se pone en su lugar a mi derecha para mirarme seria.

— Era mentira, no?

— Lo si-ento. — me cuesta hablar cuando me sigo riendo.

Ella golpea mi hombro repetidas veces.

— Eres un mentiroso e idiota! Casi me hago encima, Enzo! — chilla.

Ella se calma pero me mira de mala gana, pequeñas risas salen de mí. La codeo divertido, nos miramos y ambos empezamos a reírnos.

A pesar de nuestras risas, los murmullos de los demás cesaron, detengo mi risa y miro al frente para encontrarme con los ojos marrones de Olivia.

Ella es la primera en apartar la mirada y centra su atención en él profesor.

— Sé que llegué tarde, quiere ponerme un reporte o que vaya a dirección, dígalo ahora y fin. — es lo único que le dice mirándolo.

Él profesor se desconcierta al escucharla, pero solo niega con la cabeza.

— Se la dejo pasar porque es la primera vez que llega tarde a mi clase. Siéntese en su mesa y pónganse a disecar ese sapo en menos de diez minutos.

Asiente con la cabeza sin acotar nada más. Se pone su bata, va a su asiento y se pone a hacerlo. Debería sentir miedo de que lo haga sin ver las instrucciones.

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