Capítulo 37 [ La familia French ]

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Olivia

Su mirada lujuriosa y deseosa puesta en mí, sus mejillas sonrojadas por la exitacion y como mueve sus caderas buscando más de mis caricias. Sus jadeos, gruñidos y el ruido del tireteo de las esposas suenan en su habitación.

Verlo rendido a mi merced compite ante su lado dominante, que aún me sigue sorprendiendo.

Es que, él es tan tierno, paciente y amable que cuando me penetra duro o me habla sucio, me descoloca.

Cada día me encanta más.

Mi mano sube y baja en su pene alternando en la velocidad, para así prolongar su orgasmo. Beso su rostro, sus labios, su cuello y pecho dónde hago algunos chupones.

— Olivia, joder. — jadea. Sus sonidos de placer son música para mis oídos.

— Te acuerdas cuando te resistas a estar así conmigo? — murmuro sobre sus labios. Él gime cuando aumento la velocidad de mi mano. — Tu autocontrol era sorprendente y frustrante, pero te dije que caerias ante mí, que te tendría jadeando y gimiendo mi nombre como ahora lo haces. — dejo pequeños besos desde su mejilla hasta su mandíbula.

Protesta cuando baje la velocidad de mi mano y su paciencia está llegando al límite cuando empieza a tirar de las esposas.

— Suéltame, no lo soporto más. —pide en un atropello. Su respiración es un desastre.

Lo miro con burla.

— Tan poco autocontrol te queda, Smith? — me mofo. Gruñe. — Te soltaré pero en un rato, te torturare un poco más. — aclaro.

Enzo me mira sin estar de acuerdo pero lo deja a un lado cuando lo beso ferozmente, ansiosa y con rudeza, él me responde de la misma forma.

Me gusta jugar con él, pero la tela de mi braga se pega a mi sexo al estar lo suficiente mojada, y necesito sentirlo.

Me saco mi conjunto de encaje negro, primero el sujetador con una mano y al quitar mi braga dejo de tocar a Enzo que solo evitó protestar para verme. Me levanto de él y me pongo de pie al lado de la cama, saco lentamente mi braga y bajo su atenta mirada me vuelvo a sentar a horcajadas sobre él.

Nuestras pieles rozándose, hago más fricción al moverme de adelante hacia atrás y robándonos jadeos a ambos. Me estiro para alcanzar un condón, no quiero esperar más, se lo pongo y dejo un beso en la punta de su pene logrando que sisee, ya que está muy sensible. Alzo mis caderas, mientras tomo su pene con mi mano y lo hago pasar por mi abertura de arriba a bajo y al conectar miradas con él, lo introduzco en mí de una sentada.

Me muevo despacio, como si estuviera bailando, en circulos lentos y decididos a hacerlo enloquecer, mueve sus caderas buscando más contacto.

— Ya me torturaste demasiado, ahora suéltame, Olivia. — masculla.

Sonrió, apoyo las palmas de mis manos en su fuerte pecho y comienzo a moverme más rápido, él tira la cabeza hacia atrás, jadeando.

— No.

Saltó sobre él sin piedad y sin suavidad, hago que entre todo su pene en mí. Alzo un poco la cabeza, absorta de placer, hundo un poco mis uñas en su pecho y él gruñe. Resuena el sonido de la piel de mi trasero chocando con el de sus muslos, nuestros gemidos y como tira de las esposas, no quiero que se lastimé, como puedo estiró mis brazos para liberarlo.

— La próxima vez, tú irás esposada. — advierte ni bien lo suelto.

Sus manos van a mi cadera y aprieta fuertemente cuando mis movimientos se vuelven mas desesperados y bruscos. Se endereza haciendo que nuestros pechos se toquen, entrelazo mis piernas detrás de su espalda y mis manos van a sus hombros.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora