Capítulo 54 [ Signos ]

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Nota: este es el anteultimo capítulo de mis nenes y estoy que chillo.

Aclaración: soy Olivia en conocimiento de signos.

Ahora sí, lxs dejo con la lectura.

7 de Diciembre

Enzo

Hace unos días llegamos a la casa de playa de Julieta, dónde estamos todos e incluida Mila y puedo decir que hace rato no me sentía tan relajado y cómodo.

Hace tiempo dejé de tener amigos, los dos primeros que tuve fueron las personas que deseo no volver a ver en mi vida, Camila fue algo parecido a una amiga pero nuestra amistad se arruinó y ahora estando con Milo, Mila, Iara, Julieta y Olivia se siente una verdadera amistad sana.

Hasta hora los días son ir a la playa, estar acostados en el suelo de la sala que tiene una alfombra suave con el aire acondicionado, las noches son de salidas a bares, también, jugar a juegos con una Olivia molesta cuando pierde, aunque muy pocas veces pierde la gruñona.

Pensando en la gruñona, me acuerdo que no me despertó y ahora me encuentro solo en la cama de la habitación que se nos asignó. Me acostumbré a despertarme con ella a mí lado o que ella me despierte y ahora que no ocurrió ninguna de las dos, estoy de mal humor.

Dios, parezco un niño.

En mi defensa, nos malcriamos y somos unos mimados de parte de ambos.

Pasan los minutos y nada, pero yo sigo esperando.

Sin embargo en un momento no lo soporte e iba a levantarme para ponerme un short deportivo y salir, pero me detuve al escuchar como abren la puerta de la habitación, donde aparece una Olivia con las manos detrás de su espalda y viendo todo cautelosamente hasta dar conmigo.

Frunzo el entrecejo y me cruzo de brazos cuando cierra la puerta detrás suyo, ella se acerca a pasos lentos.

— Que haces acostado? — me pregunta. —Arriba, Smith.

La miro indignado.

— No me despertaste.

Ella alza las cejas, con una sonrisa de lado.

— Soy tu alarma, acaso?

Abrí la boca para replicar pero no sé me ocurrió nada, entonces, opté por lo más sensato y maduro: volver a acostarme y darle la espalda.

Eso, muy maduro.

Escucho un ruido, luego como su peso hunde un poco la cama a mi lado y siento como sus labios van besando mi espalda descubierta. Aprieto los labios fuertemente.

Se fuerte soldado.

Su mano pasa por mi abdomen descubierto logrando que me tense, mientras, ella sube sus labios a mi cuello, dejando besos húmedos.

— Amor, vamos, no hagas un drama.— murmura.

Jadeo ofendido.

— No estoy haciendo un drama.

— Si lo haces.

— No lo hago.

Pasa su piercing por mi cuello y siseo del escalofrío que me causo.

— Que sí.

— Que no, French.

— Que si, Smith.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora