Capítulo 39 II [ Romperse ]

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Segunda parte del capítulo llamado “Dolor ”
Narrado por: Olivia.

Camine por un largo tiempo, mi mente se encontraba en blanco pero mis sentimientos estaban alterados; el enojó, tristeza, decepción y frustración eran los más presentes en mí.

Cómo pudieron no decirle nada a mi hermano? Cómo él no me dijo como se sentía al respecto? Seré tan mala persona cómo para que mi propia familia me odie? Me odian realmente?

Muchas preguntas e inseguridades invaden mi mente, el corazón se me oprime al sentirme dolida, me trueno los dedos una y otra vez, y me frustra que no hagan ruido. Poco a poco gotas van cayendo en mí, miro al cielo y veo como está comenzando a llover, dirijo mi vista al frente para ver que llegue al lugar que quiero.

Miro como las luces están apagadas, con la adrenalina por mis venas, rodeó la casa y ahí me encuentro con una escalera que está apoyada justo en su ventana, recuerdo que la puso porque quería superar su miedo a las alturas.

Estoy completamente empapada, mi pelo se pega a mi rostro y mi cuerpo tiembla ante el frío, el fino suéter que tome me abriga muy poco y no ayuda el llevar un short, dejando mis piernas al descubierto. Subo las escaleras y rezo por no caerme. Al estar en su ventana, veo que la única luz que alumbra su habitación es la de su computadora, golpeó suavemente y él pega un brinco en su lugar, mira asustado a mi dirección, al reconocerme su rostro cambia a uno confundido y preocupado.

La adrenalina de mi cuerpo desaparece, reemplazado por los nervios y vergüenza que me recorren al pensar con cabeza fría la situación. Él se levanta de su lugar, abre la ventana y me hace entrar a su habitación.

— Qué paso? Por qué estás así? Viniste bajo está lluvia? — cierra la ventana y se pone frente a mí, preocupado.

Mis ojos pican al escucharlo, lo miro y sus ojos me escanean, intentando saber que pasá.

— Puedo quedarme contigo? — pregunto en voz baja.

Enzo suaviza su rostro sin dejar de mirarme preocupado, asiente con la cabeza.

— Por supuesto que sí, cielo.

No soporto más, dejo el bolso caer a mi lado y me tiro a sus brazos, lo rodeó por la espalda y él pasa sus brazos por mis hombros, me abraza dándome calor y seguridad.

Entre sus brazos, me rompo; lágrimas gruesas salen por mis mejillas, mi corazón se rompe, dejo salir todo lo que llevo acumulado por días y hasta años, tanto dolor dentro de mí es liberado al estar entre sus brazos. Enzo me aprieta más a él, me deja llorar sin decirme nada, sin juzgarme, solo me abraza y reparte caricias en mi espalda.

Soporté golpes, burlas, críticas de mí personalidad, de lo que hago o dejo de hacer, de mi cuerpo, discusiones con mis padres y hermanos, ser utilizada como una máquina de golpear, estar con un idiota y mucho más. Todo eso deje salir entre lágrimas; me deje caer, me rompí ahí mismo.

Los momentos que viví y lo que decían de mí pasaban por mi mente como una una jodida película.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fue lo suficiente como para calmarme, y poder calmar mi respiración que se había alterado, aparto mi cabeza y salgo de mi escondite para verlo.

Sus ojos estaban humedecidos, su rostro se encontraba afligido y eso me hizo sentir culpable.

— Enzo, yo.. no llores. — murmuro. — Joder, siento venir así y llorar como patética, no quería ir con otro persona que no fueras tú, mierda, mierda. — me frustro ante la situación.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora