Capítulo 23 [ Enfermo ]

5.8K 506 101
                                    

Enzo

Mamá me toma la temperatura, y en su rostro hay una mueca de preocupación.

— Hijo, tiene treinta y ocho de fiebre. — guarda el termómetro. — Te dije que te haría mal salir a correr tan temprano y más ahora que el clima cambia todo el tiempo. Eres necio. — me regaña.

Me tapo más con las cobijas, siento frío aún estando casi como un burrito de lo tapado que estoy, mi cabeza palpita fuertemente, cierro los ojos al sentir que la luz me molesta.

— Eso no decía el pronóstico, mamá. — me intento defender.

— Y quién tiene razón tu madre o el pronóstico? — cuestiona.

— Tú, mamá. — murmuro.

Ella sonreí complacida.

— Exacto, cariño. — se levanta de mi cama, dejando un beso en mi mejilla.— Descansa, y si te sientes peor, me llamas, sí?

Asiendo con la cabeza.

Me da un leve abrazo y sale de la habitación cerrando la puerta detrás de ella. Me acurruco aún más en la cama, abrazando mi almohada con ese característico olor a fresco y creo que de bebé, así me dijo que huele Mamá y Olivia.

Ahora que volvió nuevamente a mi mente, no puedo dormir, me quedo mirando a un punto fijo.

Le escribí cuando ganó la primera partida, que la verdad no sabía que se iba hasta que le pregunté a Milo por ella y me dijo que se fue para un torneo de videojuegos.

Por supuesto que la ví, intente resistirme ya que no tuvo el tiempo de hablar conmigo sobre lo que pasó y lo que pasa entre nosotros, por lo menos de mi parte sí pasa algo.

Otra maldita semana paso, creo que mañana vendrá e intento armarme de valor para hablar con ella. Tenemos que hablar le guste o no, duela o no lo que me tenga que decir.

Y a pesar de todo lo que tengo que decirle, quiero verla, escucharla y que me mire.

La extraño.

Siento una fea presión en mi pecho, esas de las que te dejan sin aire.

En gran parte estar enfermo me pone más sensible, pero estar dándole vueltas a todo con preguntas, dudas e inseguridades, me vuelve loco y es tan cansador.

Mis ojos se cierran al sentirme nuevamente cansado, y me dejó llevar por el sueño. Siento que pasaron horas, cuando en realidad no, el hambre se hace presente, me levanto y me pongo hacer una sopa de verduras.

Me siento en los taburete de la cocina, apoyo mi rostro en la palma de mi mano, el ruido del timbre me descoloca, me levanto de mi lugar y abro la puerta al ver que suena otra vez.

Mierda.

— Hola, Enzo.

— Hola, Olivia. — mi voz sale mas ronca, carraspeo.

Me quedo quieto en mi lugar, y ambos estamos en silencio. Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro al verla con un gorro de lana puesto.

Ambos nos detallamos, nos miramos de arriba a bajo. Su overol negro, con una camiseta y una gran chaqueta, su nariz roja por el frío la hace ver adorable. Y yo seguro parezco un muerto.

Pero toda burbuja desaparece cuando un olor raro se hace presente.

— Estás cocinando algo desperdiciado o un animal muerto? — cuestiona Oliv, su rostro tiene una mueca de asco.

— Estoy haciendo sopa. Mierda. — me iba a ir, me detengo a verla. — Pasa, te vas a enfermar ahí parada.

Me dirijo a la cocina, escucho como cierra la puerta y sus pasos detrás de mí. Destapó la olla y revuelo la sopa, le agrego un poco de condimento y le bajo el fuego.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora