Capítulo 16 [ Amiga ]

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Olivia

Golpeo una y otra vez, sintiendo mi respuesta agitada, mi corazon a toda velocidad y como poco a poco mi cuerpo necesita un respiro. Mi rival está igual o peor que yo, ambas tenemos golpes en los rostros y el rostro empapado de sudor.

Necesitaba esto, liberar todos mis sentimientos y como soy mala con las palabras, escribir en un diario no me sirve, contar lo que siento tampoco así que mi único método de liberación es este; pelear.

La última vez que peleé fue con esos dos chicos, dónde Enzo me vio. Estaba cegada del enojo, ellos habían expandido el rumor de lo que pasó en la fiesta y más me enoje al ver a Enzo ahí, no tenía porque verme así.

Otro de los tantos motivos por lo que no permito que personas entren a mi vida. No quiero arrastrar a los demás con mis problemas.

Bastante hipócrita porque tengo dos mejores amigos que conocen varias cosas importante de mí y cada vez me acerco más a Enzo.

Al pensar en él, un extraño sentimiento me recorre el cuerpo y me frustra no descifrar que es.

Frunzo el entrecejo y le pego un gancho a la chica, la tomé desprevenida así que cae al piso del ring rendida.

— Suficiente, me rindo. — mascullo adolorida.

Sonrío victoriosa, le extiendo mi mano para que se levante, ella algo dudosa la acepta.

— No pensé que eras de las que ayudan al ganar. — comenta.

Y cuando se iba a levantar le suelto la mano haciendo que caiga, maldice por lo bajo.

— Y yo pensé que no eras de las que juzgan. Ambas nos equivocamos, eh. — le digo alzando una ceja. Ella aún en el piso asiente.

— Buen punto. Lo siento. — dice y ahora sí la ayudo a levantarse. — Esos golpes no eran de estrés por el trabajo.

Ambas bajamos del ring, nos sentamos en un banco y tomamos agua.

— No trabajo, aún voy al instituto. — aclaro. Ella alza las cejas sorprendida.

— Vaya, eres menor de edad?

Niego.

— No, tengo diecinueve. Repetí un año. — contesto.

— Estabas enojada por algo o qué? Casi me sacas los dientes. — dice riendo. Niego con la cabeza.

Me estiro y me levanto de mi lugar.

— Es confuso, vine por eso, me frustra no entender las cosas. — simplifico y me encojo de hombros. Ella asiente. — Buena, pelea.

La rubia sonríe y alza su pulgar.

— Quiero la revancha. — me señala con un dedo. Sonrió de lado.

— Con gusto te vuelvo a patear el trasero, rubia. — le guiñó un ojo. Ríe y niega con la cabeza.

Nos despedimos levemente con un movimiento de mano.

Me encamino a los vestuarios para bañarme y ponerme el uniforme rápidamente, salgo casi que corriendo. Hoy tome la patineta que papá tenía guardada de su juventud, me subo y me dirijo al instituto.

Técnicamente tendría que estar ahí, como el profesor de las primeras horas faltaba aproveche, pero ahora tengo que ir a la siguiente hora.

El problema es que la puerta ya esta cerrada, y tengo que entrar saltando un muro, el problema no es saltarlo si no que no me pillen.

Al llegar, pongo la patineta bajo mi hombro, rodeó el instituto hasta ver un muro que me saca cuatro cabezas. Primero pasa la patina y la mochila, tomo impulso desde unos troncos, saltó y me siento en lo alto del muro, miro que no haya nadie y cuidadosamente bajo hasta que mis pies toquen el suelo.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora