Prólogo.

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Un niño de cabellos castaños y ojos de avellana corría sin descanso entre los callejones y oscuridad que daba la noche en la ciudad de Tokio, corría sin detenerse a pesar de las pesadas y gruesas lágrimas que se resbalaban por sus mejillas, corría a pesar de los dolores en su cuerpo producto de los golpe reciente dados, corría a pesar del frío que se colaba entre su ropa y se acopla en sus músculos, corría a pesar del miedo, solo así se sentí seguro, quería escapar, escapar de su vida, escapar de su madre, escapar de todo.

O eso era lo que intentaba el pequeño Infante, pero sus planes se vinieron abajo al haber chocado con alguien, esperó una patada o bofetada como había ocurrido anteriormente, pero en vez de eso solo obtuvo una calidez en su frente.

- O por Dios ¿Estas bien? Tienes fiebre ¿Donde están tus padres? ¿Te perdiste? - un chico de risos verdes, era la persona con quién había chocado, y aún al percibir que era un Omega esperaba que este lo empujar o ignorara, pero no.

El niño al haber chocado con el mayor, había caído sentado; el chico se a acuclilló a su altura, preocupado y preguntando cómo estaba, el infante nunca había recibido tal muestra de cariño y preocupación, por lo que al ver unas hermosas esmeraldas brillar en toda la cumbre de la oscuridad solo se echó a llorar, sintiendo poco después como unos brazos lo alzaban y acurrucan en el pecho ajeno, brindándole cariño, haciendo que por el llanto y el calor quedara dormido al poco tiempo.

Por su parte, el joven Omega de cabellera y ojos verdes al ver las acciones del pequeño solo se preocupó más, aún en la noche y solo con la poca luz que brindaba la luna pudo divisar la humedad en las mejillas del niño, y al tomarlo en brazos este inconcientemente chillo, por lo que el Omega adivino que el menor contaba con algunos golpes.

Ahora con una nueva carga entre sus brazos solo apresuró el paso a su departamento, para tratar la fiebre y lesiones del chico.

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- ¿Ya lo encontraron? - preguntó un joven alfa de cabellera rubia ceniza con la voz más grave y hostil que pudo pronunciar.

Su mano derecha, un alfa pelirrojo trago duro ante el tono de voz - no-o - dijo en un tartamudeo, y un gruñido por parte de su jefe le advirtió que si seguía tartamudeando no saldría bien parado de esa oficina - seguimos buscando por los alrededores, pero dado que el joven amo se escapó hace más de 90 minutos supongo que puede estar ya fuera de nuestro territorio.

- supones... - repitió el rubio - si siguen buscando a mi hijo basándote en suposiciones, ¡terminará muerto para el amanecer idiota! ¡Me importa una mierda lo que tengas que hacer, quiero a mi maldito mocoso para cuando salga el sol! - gritó - otra cosa, cuando lo encuentres, y si por alguna razón lo consigues con alguien más, quiero que me llames, y lo mantengas vigilado, solo yo puedo matar a los imbéciles que lleguen a tocar o lastimar a mi mocoso, ¡Ahora lárgate!

Y sin más el alfa pelirrojo salió de la oficina, casi escapando, debía encontrar al niño antes de la salida del sol si quería conservar su vida.

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Nota:

Aquí el primer capítulo!!!
Espero y sea de su agrado, intentaré publicar pronto.

Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora