Capítulo 3.

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- ¿Te sientes mejor? - pregunto el mayor.

El castaño no respondió, solo se apartó del Omega con la mirada gacha, no quería mostrar sus ojitos marrones por el llanto al  chico frentes a él, solo se limitó a escucharlo y prestar su visión al piso.

El Omega suspiro - la comida está lista, vamos, debes tener hambre - fue mencionarlo y el estómago del niño rugió en todo su esplendor, dándole la razón al mayor, haciéndolo reír un poco, al mismo tiempo que avergonzaba al menor. El castaño solo se levantó de la cama para luego... - toma, ponte esto - indicó el Omega poniendo a sus pies un par de pantuflas afelpadas de conejo - es lo más pequeño que tengo, en fin, andando que la comida se enfría - dijo al fin, saliendo de la habitación, el menor solo se puso las pantuflas y con algo de curiosidad siguió al mayor, aún estando alerta a cualquier movimiento anormal.

Camino por un pasillo que contenía tres puertas, dos a su derecha y una a la izquierda, al final pudo apreciar un espacio más havierto, noto que era la sala que al mismo tiempo contenía el comedor un poco a su izquierda, que tras la mesa apreciaba una pequeña cocina.

- la comida está servida - escuchó al mayor, el castaño solo se acercó a la mesa sentándose en el primer puesto que vió, y justo a su frente había un humeante plato de ramen, el repentino y delicioso aroma del ramen inundó la fosas nasales del menor, haciéndolo babear - buen provecho - escucho decir al contrario, y fueron esas dos palabras que lo motivaron a toma los palillos y empezar a degustar - ¿Está bueno? - pregunto el Omega, a lo que el niño solo asintió - es bueno saberlo.

Después de unos minutos y terminar, el castaño quedó viendo el fondo del tazón con cara de "¿A dónde se fue la comida?"

- ¿Quieres más? - pregunto el Omega.

El castaño solo asintió, luego de una segundo ronda, y con su estómago satisfecho, suspiro, esperando lo inevitable.

- Bueno... - empezó a decir el mayor - antes que nada, mi nombre es Izuku, Izuku Midoriya - se presentó el Omega, *creo que lo justo es que ahora sea yo el que se presente, ¿Verdad?* Pensó el castaño.

- yo... - suspiro - mi nombre es Kasui - dijo al fin.

- ¿Kasui...? - intentó indagar el mayor.

- solo Kasui - finalizó el castaño.

- muy bien Kasui, ¿Que te pareció la comida?

Preguntó el peliverde, y el castaño no hizo más que alzar una ceja - ¿no se supone que debes preguntar quienes son mis padres o de dónde vengo? - preguntó.

- ¿Me vas a responder?

El castaño solo resopló ante la pregunta del mayor, *al menos no es estupido* pensó Kasui.

- Pero debo insistir, ¿Cuál es tu nombre?

- Ya te dije que es Kasui - respondió mientras cruzaba sus brazos y fruncía ligeramente su seño.

- ¿Kasui qué? - pregunto ganandoce como respuesta puro silencio - Kasui...

- Bakugo - dijo mientras mordía su labio - mi nombre es Kasui Bakugo.

- bien, no te voy presionar, pero a fin de cuentas sabes que deberás hablar, por ahora, si gustas puedes ir a descansar o ver algo en la TV, yo tengo que ir a trabajar - dijo levantándose del comedor para ir a tomar su bolso - pedí un permiso para llegar tarde y salir temprano, estaré de vuelta a las 5 aproximadamente, te pido que por favor no huyas, espérame a que regrese y tal vez logré ayudarte en tu situación, no le habrás a extraños, nos vemos - dijo mientras cerraba la puerta, el castaño la vio por unos segundos para luego darse la vuelta, asta que... - por cierto, en la nevera hay un poco más de ramen por si te da habré más tarde, solo debes calentarlo y en la primera gaveta de la cómoda al lado de la cama hay una llave extra, por si llega a suceder una emergencia, ahora sí, nos vemos a las 5 - y sin más, el peliverde volvió a serrar la puerta para esta vez sí dirigirse a su trabajo.

Kasui solo se dio media vuelta dirigiéndose a la habitación, subiéndose a la cama y buscando sin mucho esfuerzo el sueño antes perdido, pues, en realidad, no tenía intenciones de escapar, sabía muy bien las consecuencias de volver a salir a la calle, ayer en la noche supo que tuvo suerte al haberse tropezado con aquel Omega, y al menos con el, puede garantizar su seguridad, aunque sea por un corto periodo de tiempo, pues, en lo profundo de su ser, queriendo ignorar su realidad, sabe que es solo cuestión de tiempo para que su padre logre encontrarlo, en el mejor de los casos.

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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora