Masaru tomo a Kasui tan pronto como pudo y salió de ahí.Mitsuki tomo el arma tirada en el suelo y le siguió.
Katsuki cerro la puerta y siguió a los tres primeros.
Nadie decía nada.
Cuando el Alfa rubio salió del cobertizo llamo a su hijo.
Masaru lo ignoro, podía sentir claramente los temblores de su nieto, el llanto trancado que se acumulaba en su garganta, trotaba rumbo a su habitación. Había demasiadas emociones en el aire.
- ¡Madre! - llamo Katsuki enojado, tratando de alcanzarlo.
Mitsuki tan pronto llegó a la casa se perdió en un pasillo específico.
- ¡Madre dame a Kasui! - exigió enojado, intentando alcanzarlo, su respiración empezaba a pesar.
El Omega castaño subía las escaleras con rapidez, necesita poner a su nieto a salvo, en ese instante, Katsuki no era su hijo. Cuando sus ojos dejaban de ser rubí y se volvían rojo tinto, tan oscuro y espeso como la sangre no se creía capaz de reconocerlo como hijo.
- A-buelo... - llamo entre hipidos el infante, acurrucándose más en el pecho del mayor.
- Ya casi llegamos - aseguro casi corriendo a la puerta de su habitación, necesitaba llegar, necesitaba refugiarse en el único lugar seguro donde ni su hijo se atrevería entrar.
Al menos no sin permiso.
- ¡MADRE! - llamo el cenizo a pocos metros del contrario.
El castaño maldecía en ese momento a su esposa, como se atrevía a dejarlo solo con su hijo así.
Ni siquiera se tomó las molestias de trabar la puerta, corrió al fondo del cuarto y cuando estaba justo por entrar Katsuki lo tomo por un brazo.
- Dame al mocoso - exigió furioso, no lo pasará, aún no, no es momento que lo empiece a disciplinar como a un Bakugo.
- No - dijo el mayor, empujando levemente al contrario y dejando caer a Kasui en su nido.
Basto con que estuviese en el borde para que Katsuki rugiera irascible.
- ¡Sácalo de ahí! - demandó apretando su agarre y zarandeando su brazo.
- Suéltame - pidió el castaño, gimiendo en protesta al sentir la presión en su brazo aumentar.
- ¡M*ldito mocoso sal de ahí! - grito ahora en dirección del pequeño.
Kasui veía todo sentado desde el nido de su abuelo, conteniendo el llanto y la preocupación de ver a su padre hostigando a su madre. Algo que jamás sucedía.
La única persona a quien Katsuki mostraba el cuello era a Masaru.
- Katsuki suéltalo - reclamo la ceniza mientras entraba a la puerta.
- ¡No te metas! - gruño el Alfa, soltando a su madre y arrodillándose en el borde del nido del mayor.
- Sal, ahora - exigió con voz calma, sin embargo, su rostro mostraba todo la ira que cargaba en ese instante.
- No... - dijo el niño en un hilo de voz.
- ¡SAL! - grito estirando un brazo.
- ¡No! - empujó Masaru al contrario antes de entrar a su lugar seguro y consolar a su nieto.
- ¿Qué paso? ¿Por qué Katsuki sangra? ¿Intrusos...?- llegó preguntado Eijiro mientras entraba a la habitación.
- ¡Cállate y llévalo a la enfermería! - exigió Mitsuki mientras le inyectaba en el cuello de su hijo una jeringa con un calmante.
- ¡Hija de p*ta! ¡B*starda buena para nada! - insultó Katsuki mientras se ponía en pie y lograba encestarle un golpe a la contraria.
- M*erda - se quejo la rubia mientras se sostenía la nariz, el d*sgraciado le rompió la j*dida naríz.
Katsuki se tambaleó un poco, empujando al pelirrojo en cuanto sintió su brazo rodearlo y vio a su hijo con furia.
Aún le costaba creerlo, su mocoso, su cachorro...
Le disparo.
Es algo superficial, la bala solo traspaso nada más que músculo y termino en la pared, la manga de su brazo derecho estaba repleta de sangre.
- Deberías estar orgulloso - escucho decir de su madre ¿Orgulloso? Si el engendro no fuese su sangre le volaría la m*ldita cabeza - tuvo las agallas de defender lo que queria con uñas y dientes, justo como tú le enseñaste.
El rubio hubiera respondido, insultado tal vez al ser que juro jamás volver hacer. Pero los mareos lo consumieron y pronto su vista se volvió negra.
En algún punto del forcejeo Kasui tomo el arma que tenía en su tobillo derecho y le disparo tan pronto quito el seguro.
Un acto desesperado para proteger al Omega peliverde, una acción inconsciente que realizó por instinto.
*Si no tienes las b*las de defender lo que quieras con uñas y dientes entonces no eres digno de ser un Bakugo* había dicho Katsuki a su hijo meses atrás. Palabras que se grabaron con fuego en su inocente cabeza y que defendió en todo el sentido de la palabra.
Katsuki estaría orgulloso, de no ser porque su propio hijo se le fue en su contra por defender a un extra que proclamaba como su madre.
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HASTA LA PRÓXIMA!!!
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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.
Acción"Algunos lo llaman Casualidades, otros lo llaman Estar en el lugar a la hora equivocada, pero para Izuku Midoriya, un joven Omega de 27 años, los acontecimientos que lo rodean son cosas del Destino, pues, para ser solo un artista independiente, a se...