Capítulo 38.

373 90 9
                                    


Masaru tomo a Kasui tan pronto como pudo y salió de ahí.

Mitsuki tomo el arma tirada en el suelo y le siguió.

Katsuki cerro la puerta y siguió a los tres primeros.

Nadie decía nada.

Cuando el Alfa rubio salió del cobertizo llamo a su hijo.

Masaru lo ignoro, podía sentir claramente los temblores de su nieto, el llanto trancado que se acumulaba en su garganta, trotaba rumbo a su habitación. Había demasiadas emociones en el aire.

- ¡Madre! - llamo Katsuki enojado, tratando de alcanzarlo.

Mitsuki tan pronto llegó a la casa se perdió en un pasillo específico.

- ¡Madre dame a Kasui! - exigió enojado, intentando alcanzarlo, su respiración empezaba a pesar.

El Omega castaño subía las escaleras con rapidez, necesita poner a su nieto a salvo, en ese instante, Katsuki no era su hijo. Cuando sus ojos dejaban de ser rubí y se volvían rojo tinto, tan oscuro y espeso como la sangre no se creía capaz de reconocerlo como hijo.

- A-buelo... - llamo entre hipidos el infante, acurrucándose más en el pecho del mayor.

- Ya casi llegamos - aseguro casi corriendo a la puerta de su habitación, necesitaba llegar, necesitaba refugiarse en el único lugar seguro donde ni su hijo se atrevería entrar.

Al menos no sin permiso.

- ¡MADRE! - llamo el cenizo a pocos metros del contrario.

El castaño maldecía en ese momento a su esposa, como se atrevía a dejarlo solo con su hijo así.

Ni siquiera se tomó las molestias de trabar la puerta, corrió al fondo del cuarto y cuando estaba justo por entrar Katsuki lo tomo por un brazo.

- Dame al mocoso - exigió furioso, no lo pasará,  aún no, no es momento que lo empiece a disciplinar como a un Bakugo.

- No - dijo el mayor, empujando levemente al contrario y dejando caer a Kasui en su nido.

Basto con que estuviese en el borde para que Katsuki rugiera irascible.

- ¡Sácalo de ahí! - demandó apretando su agarre y zarandeando su brazo.

- Suéltame - pidió el castaño, gimiendo en protesta al sentir la presión en su brazo aumentar.

- ¡M*ldito mocoso sal de ahí! - grito ahora en dirección del pequeño.

Kasui veía todo sentado desde el nido de su abuelo, conteniendo el llanto y la preocupación de ver a su padre hostigando a su madre. Algo que jamás sucedía.

La única persona a quien Katsuki mostraba el cuello era a Masaru.

- Katsuki suéltalo - reclamo la ceniza mientras entraba a la puerta.

- ¡No te metas! - gruño el Alfa, soltando a su madre y arrodillándose en el borde del nido del mayor.

- Sal, ahora - exigió con voz calma, sin embargo, su rostro mostraba todo la ira que cargaba en ese instante.

- No... - dijo el niño en un hilo de voz.

- ¡SAL! - grito estirando un brazo.

- ¡No! - empujó Masaru al contrario antes de entrar a su lugar seguro y consolar a su nieto.

- ¿Qué paso? ¿Por qué Katsuki sangra? ¿Intrusos...?- llegó preguntado Eijiro mientras entraba a la habitación.

- ¡Cállate y llévalo a la enfermería! - exigió Mitsuki mientras le inyectaba en el cuello de su hijo una jeringa con un calmante.

- ¡Hija de p*ta! ¡B*starda buena para nada! - insultó Katsuki mientras se ponía en pie y lograba encestarle un golpe a la contraria.

- M*erda - se quejo la rubia mientras se sostenía la nariz, el d*sgraciado le rompió la j*dida naríz.

Katsuki se tambaleó un poco, empujando al pelirrojo en cuanto sintió su brazo rodearlo y vio a su hijo con furia.

Aún le costaba creerlo, su mocoso, su cachorro...

Le disparo.

Es algo superficial, la bala solo traspaso nada más que músculo y termino en la pared, la manga de su brazo derecho estaba repleta de sangre.

- Deberías estar orgulloso - escucho decir de su madre ¿Orgulloso? Si el engendro no fuese su sangre le volaría la m*ldita cabeza - tuvo las agallas de defender lo que queria con uñas y dientes, justo como le enseñaste.

El rubio hubiera respondido, insultado tal vez al ser que juro jamás volver hacer. Pero los mareos lo consumieron y pronto su vista se volvió negra.

En algún punto del forcejeo Kasui tomo el arma que tenía en su tobillo derecho y le disparo tan pronto quito el seguro.

Un acto desesperado para proteger al Omega peliverde, una acción inconsciente que realizó por instinto.

*Si no tienes las b*las de defender lo que quieras con uñas y dientes entonces no eres digno de ser un Bakugo* había dicho Katsuki a su hijo meses atrás. Palabras que se grabaron con fuego en su inocente cabeza y que defendió en todo el sentido de la palabra.

Katsuki estaría orgulloso, de no ser porque su propio hijo se le fue en su contra por defender a un extra que proclamaba como su madre.

.

NO SE OLVIDEN DE DAR ⭐ COMENTAR 💬 Y SEGUIR ESTA HISTORIA 🙋...

HASTA LA PRÓXIMA!!!

👋👋👋👋👋👋👋👋👋

Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora