Capítulo 41.

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- Descansa cariño - Masaru beso la frente de su nieto y sonrió cuando el pequeño gruño.

- Ya estoy grande para besos - se quejó, haciendo puchero y cruzando sus brazos.

- Para mi siempre serás mi pequeño - susurró al aire, solo para si, una súplica silenciosa que ruega por qué se cumpla.

Porque Kasui sea siempre su niño bueno.

El castaño se despide luego de unas risas y juegos, cierra la puerta con cuidado luego de apagar la luz. Todo era perfecto, todo era tan hermoso...

Hasta que se da cuenta de que realmente no lo es.

- Se puede saber... - empieza alguien, en un tono muy bajo y grave, dueño del brazo que se impacto a un costado de su cara y provoca que gire alarmado - ¿Que m*erda hace esa escoria aquí arriba? - pregunta su hijo desbordando su vesania, acariciando su moflete izquierdo con una navaja aparentando ser gentil - una basura como esa ni siquiera deberia existir...

Estaba asustado, pocas veces era testigo del monstruo que se había convertido su hijo, el futuro que le deparaba su adorable y aún inocente nieto. Sollozó bajito, anhelando escapar de las sombras que lo cubrían y del silencio atronador.

- El... - intento decir, Pero una mano en su cuello silenció sus suspiros y atrapó sus quejas.

- El... - murmuró entonces el Alfa, enojado, cabreado hasta los huesos - no es nadie - señala, asqueado de la simple idea de conocer su existencia - lo hubiese dejado pasar - comenta con voz dulce, como si estar amenazando a su madre solo fuese un acto comun, una trivialidad facil de ignorar - pero no quiero a mi mocoso serca de él - declara como un torbellino y fuego en sus ojos.

El Omega asiente, cerrando sus ojos y con clara dificultad, tan pronto termina el aire regresa a sus pulmones y sus piernas ceden. Sin embargo, no cae, pues los brazos de quien hace unos segundos lo sometían ahora lo tomaban con cariño, desbordando delicadeza y abrazándolo con amor.

Sus temblores eran claros y sus lágrimas recorrían sus secas mejillas, su mente difusa se aclaraba con el consuelo del contrario.

- Ya - dijo entonces, acariciando su espalda de forma circular mientras sostenía su cuerpo - solo no quiero que nada malo pase ¿Lo sabes verdad? Solo busco protegerlo.

*Manipulando a todos* pensó el de cabellos pardos, era esa su forma de tratar, de convencerlo, de confundirlo y hacer lo que el quiere, rebajando la pena y minimizando las verdaderas consecuencias.

- Ve a dormir - ordenó, soltando su cintura y apoyándolo de nuevo en el suelo.

Masaru solo asintió, cabizbajo y aturdido dio la vuelta y se fue a su habitación. Camino despacio, tan despacio como le era posible, no quería irse, Katsuki en su estado actual era muy impredecible, y Kasui estaba a tan solo una puerta de distancia, pero su mente estaba agotada y recién empezaba a despertar del sueño embriagador que su hijo lo sometió. Llegó a penas a su cuarto, con los pies arrastrados y ligeros temblores.

- Masaru ¿Que te sucede? - pregunta Mitsuki al verlo llegar, caminando hacia ella mostrando una mueca en el proceso - Agh, apestas a Katsuki.

Con que era eso.

Por ello los temblores y la confusión, por eso su mente no procesaba todo de forma correcta y por ello se fue, Katsuki lo había sometido con sus feromonas.

- Mitsuki - intento decir, apoyándose en los brazos de su esposa - Katsuki está fuera de si, el, va hacer algo malo, Kasui...! - pero sus angustias fueron calladas con un beso.

- Sh... - silencio la rubia, hundiendo su rostro en el cuello ajeno - el sabe lo que hace - comenta despreocupada, liberando sus propias feromonas envolviendo a su Omega.

- Pe-ero Kasui... - su mente empezaba a relajarse, su cuerpo se aligeraba con el tiempo y sus ojos lagrimaban más - no...

- Tranquilo - abrazo al contrario - ya es tiempo de que Kasui sepa dónde está - dice mientras desprendía la camisa del más bajo - y tú - besa de nuevo los labios ajenos, con oídos sordos a sus súplicas e ignorando sus quejidos - tu debes recordar donde estas.

- No! N-o - intento negarse, pero el aroma a miel sofocaba su paladar con cada segundo que pasaba - Mitsuki no, por favor - suplicó angustiado - aún duele, detente.

- Silencio - demandó cortante, empujando al Omega sobre la enorme cama - necesito tenerte, Masaru, necesito que dejes de pensar.

Y muy a su pesar, aún cuando él junto a su lobo interior lucharon con fervor, al final, sus instintos dominaron y Masaru termino cediendo.

Esa noche, cosas muy malas podían pasar.

Y como si se tratase de un presagio, una profecía destinada a pasar. Kasui abría con cuidado su puerta viendo en los rincones del pasillo, buscando algo fuera de lugar, Pero su joven vista era inexperta y no fue capaz de distinguir la silueta oculta de su padre.

Mismo que lo seguía con sigilo protegido por el rey de la sombras y guiado por la diosa del rencor, que abordó su mente y apretó su corazón al ver como su cachorro abría aquella puerta, como con cuidado procedía a descerrar el acceso y mostrando al fondo la silueta acostada del intruso en su casa.

Esa noche, el rojo brillo con fuerza en los ojos de Katsuki.

Sus intenciones eran claras.

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Me la quise dar de poético y salió esto (⁠ ⁠ꈍ⁠ᴗ⁠ꈍ⁠)

ᕦ⁠༼⁠✩⁠ل͜⁠✩⁠༽⁠ᕤ
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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora