Capítulo 39.

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Estaba preocupado, hace ya dos días que paso la noche con Kasui y nadie ha vuelto. No le preocupa realmente no haber comido por dicho tiempo. Pero no recibir ni una muestra de odio hacia pensar lo peor, le preocupaba mucho Kasui, el pequeño cachorro no tiene la culpa de nacer como primogénito de una mafia.

Sus ojos pesaban y empezaba a oler mal, sus necesidades las tuvo que hacer en una esquina, lo más alejado que las cadenas le permitan, y aún así, a pesar de tener el cabello desastroso, su boca maloliente y su cuerpo sucio su Omega interno no dejaba de aullar triste por su cachorro.

Izuku tenía sus párpados abiertos, aunque no pudiese ver nada más que oscuridad le ayudaba a mantenerse cuerdo. Pensar en voz alta y hablar solo se hizo su costumbre en esos dos días, le ayudaba a resistir.

La melancolía pudo continuar, pero el ruido de pasos y puertas siendo abiertas lo ayudaron a reaccionar.

Su puerta fue abierta de improviso y una linterna iba a parar a sus ojos, cegandolo de inmediato.

- Tapa sus ojos y su boca, no quiero arrepentirme - escucho el pecoso de una voz muy familiar, puede que fuera la del Omega castaño del día anterior, tal vez.

- Si señor - respondió alguien, siendo su voz muy conocida, pero no recuerda de dónde - Chargebolt, ayúdame con las manos - le pidió al Omega rubio que conoció con anterioridad.

¿Que planeaban hacerle? El miedo fue una reacción involuntaria que tuvo su cuerpo al ser sostenido de las piernas, se sacudió un poco cuando sus ojos fueron cubiertos y su llanto cayó con un trozo de cinta.

Las cadenas que rodeaban sus muñecas y tobillos fueron reemplazadas por una cuerda, siendo sus manos sostenidas por detrás de su espalda.

¿De que le serviría pelear? Débil por la falta de alimento y sucio como estaba no le daba ánimos de nada.

- Será mejor que no hagas ruido, no al menos que quieras una bala en la cabeza - escucha el suave susurro de Chargebolt en su oreja izquierda y un gruñido de la voz más gruesa a lo lejos.

Asume que es un Alfa el que lo toma y lo carga como si fuera un simple costal de papas y no pelea para liberarse. Es una mala idea pelear contra alguien cercano de la mafia. Más aún si esta el Omega presente.

El pecoso se da cuenta que ya no está en el agujero donde estaba encerrado cuando la venda negra que tapa sus ojos pronto se ve iluminada en tonos naranja, siente perfectamente en su maltratada piel el cálido abrazo del Sol. Quisiera poder inhalar profundamente y perderse entre las brisas de una mañana fresca.

Lastima que es prisionero.

- Chargebolt y Red Riot, bañenlo y limpienlo, cuanto antes y en silencio - ordena el castaño, a lo que los otros dos asienten.

El Omega pecoso percibe cuando la luz cálida del sol es opacada por una sombra y como su cuerpo se impulsa más hacia adelante, delatando a quien lo carga de estar subiendo unas escaleras.

Escucha sus pasos resonar y giros de diferentes direcciones, como una puerta se abre y es dejado en una superficie lisa y redondeada en los lados.

- Puedes salir, yo me encargo de bañarlo - comenta Chargebolt, el contrario gruñe.

- No te pienso dejar solo con este sujeto - se escucha enojado, y el Omega pecoso no deja de dar vueltas en su cabeza tratando de reconocer la voz gruesa y enojada del contrario.

Al segundo siente como sus cabellos son jalados con brusquedad hacia atrás, subiendo su mirada y exponiendo su cuello.

- El no intentará nada ¿Verdad? - dice el Omega rubio y el peliverde asiente, adolorido y asustado.

El Alfa gruñe, pensativo y al final accede, sabe que su Omega es fuerte y capaz, pero simplemente no puede evitar preocuparse.

El pecoso escucha como una puerta se abre y es cerrada dos segundos después, está por respirar mas tranquilo cuando la venda que cubre sus ojos se le es quitada.

- ¿Estás bien? - pregunta el Omega rubio con cara tranquila, no es que le preocupe el estado del contrario, pero si le tiene mucha empatía.

Izuku asiente, y pronto su boca también es liberada de la cinta que lo aprisionaba.

- Te voy a quitar las cuerdas, así que no intentes nada, Red Riot está pegado a la puerta y el minimo ruido de forcejeo entrara - susurra mientras saca un cuchillo de su cintura y procede a hacer lo antes dicho.

Izuku no habla, teme que el Alfa entre y le haga algo peor, ve a su alrededor y puede notar que está en un baño tan grande y elegante, el está recostado en lo que parece una bañera. Se encoge de hombros, se siente tan fuera de lugar, el es un desastre y aún así está siendo desnudado en una bañera que posiblemente cueste más que su departamento.

- Yo... - intenta decir, pero es interrumpido.

- Llevas dos días encerrado en un agujero y apestas, yo y mi alfa estamos encargados de lavarte, asi que agradece que por lo menos logré que estemos tu y yo solos, pero no puedo descuidar la orden que me dieron solo porque te da pena - explica indiferente, cortando la ropa interior - asi que obedece en todo lo que te diga y tal vez logre convencer al Omega de que no te amarre.

Izuku asiente, no tiene muchas opciones. Es un extraño en esa casa, una amenaza que esta siendo analizada. Puede que lo maten o lo vuelvan a encerrar, todo depende de como se comporte y lo sabe.

No dice nada cuando termina desnudo frente a Chargebolt, tampoco se queja cuando lo asea esparciendo productos jabonosos por su cuerpo, ni mucho menos dice algo cuando limpia sus zonas íntimas. Solo cierra sus ojos y permite que el contrario limpie lo que considere necesario.

Unas horas después y luego de tres baños Chargebolt lo viste y abre la puerta, interponiendose entre el Omega peliverde y el Alfa cuando el mayor lo ve libre.

- ¿Que c*rajos...? ¡¿Por qué lo soltaste?! - grita furioso y apunto de someterlo.

Izuku lo reconoce entonces, es el mismo Alfa que vio en el parque alegando ser el tío de Kasui.

El pelirrojo estuvo a punto de empujar a su pareja e ir por el Omega menor cuando la puerta es abierta por Masaru.

El castaño contempla la escena y afila su mirada, quiere creer que el pecoso está libre porque sus dos subordinados lo liberaron y no porque haya querido escapar.

- ¿Causo problemas? - pregunta desconfiado, serio y sin una pisca de miedo en sus ojos.

- No, ninguna, fue muy obediente - afirma el rubio, confirmando las sospechas del castaño.

El mayor asiente y dirigiéndose al pecoso habla.

- Sígueme - demanda, dando la vuelta para salir de la habitación - procuren que no intente nada - ordena a los otros dos que asienten y vigilan al peliverde con ojos duros y juzgadores.

Izuku por su parte solo se escoge en sí mismo, temeroso y apretando fuertemente la camisa blanca que tiene, avanza cuando el Omega castaño lo hace y no se atreve a girar a ver la mirada roja que lo apresa.

Suspira y reza porque todo salga bien.

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Estoy de buenas 😁
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HASTA LA PRÓXIMA!!!

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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora