Capítulo 11.

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Despierta después de un rato, el frío mañanero aún tocando su rostro, enrojesiendo un poco su nariz.

Izuku poco a poco abre sus ojos, acostumbrandolos a la poca luz que lo recibe, es su día libre y puede permitirse despertar un poco más tarde, pero su cerebro prácticamente ya está en automático para despertar a las 4:30 am, el sol aún no sale, y el peliverde ya está en completo arranque.

Siente un bulto cálido entre sus brazos, dirige su vista en ello y encuentra a Kasui enrrollado en cobijas fuertemente aferrado a su pecho, eso le conmueve, y también, lo preocupa.

¿Qué habrá sufrido el niño para incluso llegar a tener fiebre en una pesadilla?

¿Quién habrá sido el desconsiderado de haberle hecho daño?

En primer lugar... ¿Que llevó a Kasui a huir de su casa?

Preguntas que se colaban a su corazón y le hacían sentir furia, ¿Quién puede ser tan ruin como para lastimar aún niño?

E inesperadamente, una persona se atraviesa en su cabeza.

Izuku inconcientemente aferra más a Kasui a su pecho, porque sí, es ahí donde recuerda que existen personas tan miserables que lastiman niños sin remordimientos.

El conoció a una persona.

Amo a esa persona.

Tuvo un hijo con esa persona.

Y esa persona los destruyó.

Tanto a él como a su bebé.

Y el no pudo hacer nada.

Izuku negó, despejando esos pensamientos y alejando sus malos recuerdos.

En ese momento debía enfocarse en la inocente e inofensiva criatura que descansaba pacíficamente en su pecho.

Suspiró.

Poco a poco dejo al castaño en su cama, bien abrigado y con las mejillas levemente sonrojadas por el frío común de cada mañana.

Sin prisa y en silencio dejo la cómoda cama, fue a su armario sacando de este algún conjunto sencillo y abrigado, saliendo al poco tiempo de la habitación.

Tomó un baño rápido, se cambió en la sala para no interrumpir los sueños del cachorro que se encontraba ahí, tomó sus llaves y salió de su departamento.

Eran cerca de las 5, precisamente las 4:52 am, 8 minutos más y el sol pronto daría señales de presencia.

Camina entre las frías calles, aunque no menos acompañadas, se veía claramente dos filas de gente que hiban y venían a su trabajo, el por otro lado, solo caminaba tranquilo con destino a una cafetería, ubicada a un par de cuadras de su casa, siempre hiba ahí, incluyendo sus días libres, para tomar su muy apreciado café, no es que él no supiera prepararlo, pero el de aquella cafetería sabía mucho mejor que el propio.

Entra tranquilo, caminando despacio asta el mostrador, pidiendo su tan habitual café con crema y leche.

Sale del café, mira su reloj y marca las 5:20 am, mira hacia arriba y nota como la luz del sol desciende despacio por las grandes construcciones.

Es hermoso.

Como los cristales brillan mientras el sol los toca mientras su luz baja, reflejando el ascenso de la imponente estrella en ellos.

Está en medio de la cera, a unos metros del café, viendo hacia arriba esperando con ansias el cálido choque del sol en su piel, una sensación que solo en sus días libres puede apreciar y disfrutar.

O eso intentó asta que en la lejanía un ruido estruendoso le llega a sus oídos.

Izuku lo reconoce, es el ruido que provoca una moto en su máxima potencia, el ruido se acerca siendo más fuerte a cada segundo, no le sorprende, pues es común escuchar tal sonido a esas horas por ahí, pero...

Izuku se encuentra ignorando la cálida sensación del sol en su piel al ver como un hombre al otro lado de la calle, dueño del ruido anterior callado tan  abruptamente al detenerse, su respiración agitada le indica que no ha parado en un buen rato.

Se inclina en su brazos y lo ve apoyar su cabeza en ellos, su cabello rubio pálido, aunque Izuku no lo sabe con certeza pues el sol lo deslumbra en todo su esplendor.

*Es guapo* - piensa el peliverde, sonrojandose de inmediato, lo ve nuevamente levantarse y encender su moto, dando la vuelta en la próxima calle, tal vez para regresar de dónde vino, y no fue asta que lo tuve cerca, por un segundo, segundo que fue suficiente para ver sus ojos flamear.

*Son de fuego* - piensa, sus ojos de un rojo tan intenso y brillante, profundos y calientes, una viva flama en cada uno.

Izuku suspira, solo fue un avistamiento, una simple casualidad en la que el solo fue la mitad que se dio de cuenta. Suspira una vez más y toma camino a una nueva dirección antes de retomar su rumbo a su departamento.

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Nota:

He aquí el siguiente cap!!!

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HASTA LA PRÓXIMA!!!

👋👋👋👋👋👋👋👋👋

Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora