Capítulo 33

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¿Dónde estaba? Su cuerpo se sentía pesado, débil. Su cabeza daba vueltas y estaba un poco desorientado. Le costaba respirar, dolía en cada inhalación, pero nada que no pudiera soportar. Abrió sus ojos un poco, no viendo nada en lo absoluto, estaba en un cuarto pequeño, podía verlo gracias a la leve luz que se colaba de una puerta a sus pies; el lugar era frio, lo sabia porque el arie se sentia pesado, como si estuviera bajo tierra.

Se levantó tanto como el dolor se lo permitía, viendo que nada más tenía un short, pues en el torso y brazos no portaba nada más que vendas, incluso en su pecho, se impulsó con sus codos, gimiendo en el acto cuando una pulsada de dolor azotó su costado. Fue instintivo mover su diestra para tocar la zona afectada, sin embargo, quedó pasmado y no por dolor.

En su mano, una presión rodeaba su muñeca, delatando una atadura, y al alzarla un tintineo se hizo escuchar. Estaba encadenado. Portaba grilletes no solo en sus manos, si no también en sus tobillos cuando empezó a entrar en pánico. Respiro, no era bueno alterarse con sus heridas.

Izuku empezaba a calmarse cuando entonces unos pasos se producían acercándose desde afuera. El peliverde empezaba a entrar en pánico .

Primero no sabía dónde estaba, estaba herido y no sabía dónde estaba Kasui.

¡Kasui!

Estaba otra vez por perder el control cuando la puerta se abrió.

- Oh... - un Omega rubio entro y quedó estático en la entrada al ver al contrario despierto - estás despierto - comento relajando su postura y sonriendo levemente, acercándose al suelo dejando una bandeja cerca de la colchoneta donde el pecoso no se había percatado que estaba debido a la oscuridad.

Izuku veía al rubio un poco borroso y temeroso, estaba encadenado, muy adolorido y recién recuperando los recuerdos siendo dónde caía inconsciente en el suelo frente al hogar de Kasui el último de ellos.

- Tranquilo, no te haré nada - dijo retomando su lugar en la entrada - me da gusto que estés bien, dentro de lo posible - comento susurrando lo último y haciendo un gesto nervioso.

- ¿Qué...? - el pecoso no se dió cuenta de su inmensa necesidad por tomar algo de agua hasta que hizo el intento de hablar, la tenía muy reseca y dolia tragar.

- En la bandeja hay agua - informo el rubio.

El pecoso se giro un poco y tomo el vaso por la mitad, bebiendo algo desesperado el líquido traslúcido y frío, aliviando su adolorida garganta. Tanto fue su desespero que terminó ahogándose en los últimos sorbos.

- Bebe despacio - fue en vano, el pecoso ya se encontraba tosiendo, el mayor negó - también hay sopa y jugo, eso sí tómalo con calma.

Izuku vio al otro con su vista ya mejor acostumbrada a la oscuridad, vio la bandeja desconfiado y confuso preguntó.

- ¿Por qué...? - fue interrumpido.

- Come primero y después más preguntas - dijo el rubio tranquilo, recostándose en el marco de la puerta esperando que siga su orden - no está envenenada - resopló indignado al ver la duda en el menor - come, necesitas fuerzas después de estar cuatro días inconsciente - comento tranquilo.

Izuku quedó sorprendido, y con su estómago ardiendo procedió a tomar la bandeja con comida. Viendo cómo un poco más allá había otra bandeja con platos llenos y hormigas invadiéndola.

Comió lento como le indicaron y lo mejor que pudo, su garganta protestaba con cada bocado y la acidez en su estómago se acrecentaba.

Suspiró con pesadez cuando terminó, necesitaba comer, pero su cuerpo no parecía muy contento con ello.

Vio al otro asentir y acercarse a retirar la bandeja, tomo ambas y estando cerca de retirarse lo detuvo.

- Ya regreso - aseguro, cerrando la puerta tras de sí.

Izuku no pudo negar que estaba asustado, estaba encerrado quien sabe dónde encadenado y lastimado, su única conección con el exterior era el Omega rubio y su actitud amable no garantizaba que no le haría daño. Su mente divagaba y sus opciones para escapar sin percatarse que empezó a murmurar. Solo dejo de hacerlo cuando la puerta nuevamente fue abierta por el Omega.

- Bien, responderé lo que este en posición de responder - dijo amable, sonriendo mientras cruzaba sus brazos y se recostaba del marco de la puerta.

- ¿Quien eres? - preguntó con dificultad, no podía elevar la voz, dolía con solo respirar.

- Chargebolt - dijo sonriendo.

Izuku asintió, era como así se le llamaba en la mafia, conocía bien el protocolo.

- ¿En dónde estoy?

- ¿En este instante? Estás en territorio del clan Dragón - afirmó alzando una ceja.

El peliverde asintió.

- ¿Llevo cuatro días aquí? ¿Por qué? - el rubio negó - pero tú... - fue interrumpido.

- Te desmayaste hace 17 días, estuviste en la enfermeria 13 días, cuando la doctora de la familia dijo que ya estabas fuera de peligro el jefe te mando aquí, llevas 4 días en esta habitación - explico resoplando al final, como si no fuera la gran cosa, y de cierto modo, lo era, pero no para Izuku.

El peliverde quedó sorprendido por la información y algo aturdido ¡Llevaba 17 días inconsciente!

- ¿Por qué me salvaron?

- Kasui.

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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora