Capítulo 40.

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- El desayuno está servido... - susurra Masaru mientras acaricia la cabellera castaña de su nieto.

Kasui por su lado no dice nada, no reacciona ni hace nada. Suspira viendo el fondo de su habitación como si en las paredes naranjas se escondieran las respuestas a sus preguntas.

- No tengo hambre - responde, y aunque no miente, su cuerpo reacciona en protesta, su estómago ruge involuntariamente y el pequeño no se avergüenza ni se molesta en ocultarlo.

Simplemente no quiere comer.

El mayor suspira, preocupado.

- Si bajas a comer... - muerde su labio inferior - te daré un regalo - negocia mientras quita la manta que cubría a su nieto.

- No quiero regalos - afirma el rubio, dandole la espalda a su abuelo.

Masaru se detiene, ese pequeño e inocente chantaje siempre funcionaba, no había ocasión en la que el contrario no saltase de alegría y gritara a los cuatro vientos feliz por su premio.

- Este te va a gustar - el niño lo ve de reojo - lo prometo - sonríe intentando convencerlo, fracasando cuando es ignorado de vuelta.

Suspira frustrado.

- Bueno, a fin de cuentas no era una pregunta - dice al final, levantando a Kasui y obligándolo a tomar asiento -  escúchame bien - le pone sus pantuflas mientras se agacha frente a él.

*Las pantuflas de conejo de mamá son más bonitas* piensa Kasui al ver sus aburridas pantuflas de color café.

- Vas a bajar - demanda firme - vas a comer todo lo que se te ponga en tu plato, obedecerás  a tus padres y te comportas como un buen niño ¿Entendido? - no espera respuesta, simplemente lo toma por una mano y lo guía hasta abajo.

- Ya era hora - comenta fastidiada Ochako sentada en la mesa, justo al lado izquierdo de Katsuki - ¿Cómo te sientes mi amor? - sonrió falsamente.

Kasui ni siquiera se molestó en poner a trabajar su cerebro para escuchar lo que sea que esa mujer le dijo, solo se limitó a sentarse a su lado ignorando por completo su presencia, apartando de un manotazo su mano cuando intento acariciar sus cabellos.

- Hijo...

- Buen provecho - interrumpió Masaru, sabiendo que de permitir que esa charla continuase solo haría enojar a su esposa e hijo.

Ochako resopló molesta.

Los platos pronto fueron servidos por la servidumbre y colocados estratégicamente frente a sus comensales, sin embargo, las típicas porciones de arroz y huevos no fueron lo que se mostró frente a Kasui.

El niño vio indiferente a los tazones de papas y espárragos, los platos llenos de proteínas y verduras se postraron a sus ojos.

Su estómago rugió gustoso, pero el niño solo hizo una mueca inconforme.

No quería comer.

- Ah no - dijo entonces la castaña, aprovechando el "rechazo" de Kasui a la comida para regañarlo - no haremos esto de nuevo, ya sabes que debes comerte todos los vegetales y no solo la carne.

Kasui ignoro sus palabras, Masaru alzó una cejo ante el regaño al notar claramente que el pequeño no ha tocado un plato, mientras que los rubios analizaban la situación, esperando la reacción del pequeño. Katsuki esperaba el típico berrinche y los gritos para intervenir, sin embargo nada de eso ocurrió.

Kasui suspiró, desganado, esperaba sentir sus tripas arder por la falta de alimento, pero fuera de eso, solo sonaban, nada más que indicar que debía ingerir algo y ya. No había dolor, no había hambre, no había necesidad.

Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora