Capítulo 28

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- ¡J*odida vieja del infierno! - exclamó Katsuki azotando la puerta de su habitación.

- ¿A quién le dices vieja? ¡Engendro del pantano! - respondió cómodamente desde la oficina principal, entre dónde estaba y la habitación de su hijo solo había un pasillo de distancia.

- ¿Acaso estás mal de la cabeza? ¡Con qué derecho lo hiciste vieja! ¡Suficientes problemas tengo encima como para preocuparme por ti también! - grita entrando sin tacto, furioso y tambaleante, el sedante en su sistema aún permanecía.

- ¡Te quieres callar! ¡Eres un estúpido inconsciente! La j*dida mafia no esperará a que encuentres a Kasui, tampoco tendran cuidado si te desvelas por gusto - dice enojada - te necesito al 110% ¡Y ayer no llegabas ni a la mitad de uno!

Katsuki quiso refutar, pero la fatiga que antes lo carcomía dejo de abrumar su mente, y el peso en sus hombros se esfumó sin avisar, quería gritar y maldecir, pero no podía, la jodida bruja que tenía por madre tenía toda la estúpida razón.

Sonrió con sorna y dijo - Ya que calentaste mi asiento con tu patético trasero te puedes largar de MI oficina - podía sentir como una vena en su frente empezaba a saltar.

- El sol ni siquiera ha salido y tú sigues como borracho en plaza ¡Vete a descansar por una puñetera vez en la vida! - gritó frustrada, porque sabía que por mucho que lo exigiese su hijo no le haría caso, y el hecho que se esté sentando frente a ella solo se lo confirmaba, suspiró - ¿Sabes qué? has lo que se te de la gana...

- O bien, pues es lo que haré - refutó enojado.

- Si no fueras mi hijo ya te habría dado un tiro - comento con un tic en su ojos izquierdo - siéntate y ni se te ocurra hacer nada ¡O no me tentare el corazón y te apuñalare si con eso consigo que descanses!

- Pudrete - bufa.

La negrura de la pronta mañana poco a poco empezaba a tomar colores más cálidos, el frío descendía con la aparición del pronto crepúsculo, Mitsuki terminaba con el papeleo insufrible de las cargas de droga que pronto recibiría a demás de contar las ganancias que esto le traería. Katsuki por su lado estaba frente al escritorio, con una laptop donde anotaba los datos que su madre le dictaba, agradecía en secreto que lo ayudase a mantenerse ocupado, no podría estar sin hacer nada y no enloquecer, ya también desde hace rato que el sedativo se le había borrado por completo de su sistema.

Ambos estaban relativamente normal, tranquilos, con sus ceños fruncidos y soltando un par de gruñidos cada minuto, su corta y tranquila convivencia se vio abruptamente interrumpida por el intercomunicador exterior, aquel aparato cuyo objetivo era comunicar con quién estuviese en el portón principal.

- ¿Quien carajos se atreve a fastidiar? - pregunto Katsuki irritado, a punto de pararse y responder al pitido irritante que producía el intercomunicador.

- No te acerques, tú sigues castigado - asegura, irritada también por el chirrido incesante.

- ¡No soy un est*pido mocoso al que puedas darle ordenes! ¡BRUJA!

Mitsuki lo ignoró, enojada, y atendió el llamado.

- ¿Quién...?

- ¡Ayuda! - Mitsuki se congeló, Katsuki se paró tan abrupto que mandó a volar la silla - A-ayudame - ambos rubios se vieron a los ojos, no fue más que un segundo, antes de que Katsuki arrancará a correr de prisa a la entrada.

Derribo la puerta sin costo alguno, olvidando en el momento como está se habría; a grandes pasos recorría los pasillos que para ese momento parecían eternos. Tumbo a varios de la servidumbre, empujándolos fuertemente sin intención. Su sangre hervía, burbujeaba por un sentimiento que desconocía. Abrió la puerta principal con tanta fuerza que le fue inevitable a su cuerpo no seguir el rumbo de la misma, rodó un par de vueltas mientras caía por las pocas escaleras de su entrada, sin embargo, no fue excusa suficiente para demorarse y más pronto que tarde siguió corriendo al portón.

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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora