Capítulo 16.

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Llevaban cada uno dos ponquesitos.

Pasaban tranquilamente la tarde, sin molestias ni miedos.

Pero el menor de ellos llevaba una curiosidad que lo empezaba a fastidiar.

Y como buen niño mimado que era no se quedó con la duda.

- ¿Que hay en las otras habitaciones? - pregunto Kasui, mientras disfrutaba de su segundo biscochito de chocolate amargo y picante.

Izuku por su lado, se tensó, pues una de las dos habitaciones a las cuales se refería el cachorro, era una parte de su pasado que aún no lograba superar, un secreto que asta el día no lo dejaba dormir bien.

- Es mi oficina - responde.

- ¿Y la otra?

- Es privada.

Kasui inconscientemente hizo un puchero, los secretos ajenos lo dejaban solo con más curiosidad, pero ya luego preguntaría, asta ese momento se conformaría con la respuesta dada.

- ¿Puedo ver? - pregunta curioso.

- Vamos - Izuku asiente.

Ambos se levantaron y se aproximaron a las dos puertas de la izquierda en el pasillo, siendo la primera en el mismo la oficina.

Izuku la abrió, dándole paso al infante.

Kasui quedó impresionado.

En dicha habitación había muchas pinturas, retratos, cuadros, paisajes y dibujos.

Habían dos estantes, dónde descansaban cientos de frascos y tubos de pintura.

En el centro de la habitación había un caballete, dónde en el papel especial para el trabajo se hallaba un boceto, un retrato, uno del niño frente a él.

- Soy yo - susurra impresionado, fascinado por el detalle y el parecido.

- Así es - sonríe enternecido - ¿Te gusta? - pregunta curioso.

¿Cómo no gustarle?

Kasui se veía en el papel, rodeado por flores de girasol, se veía serio, pero tranquilo.

El nunca había estado tranquilo.

Asta que llegó a Izuku.

El dibujo era bonito, se veían algunas líneas y borrones, pero puede apreciar que apenas es el inicio de la verdadera pintura.

- ¿Cuando lo hiciste? - preguntó, nunca noto que el pecoso se alejara para ello.

- Siempre encuentro el tiempo - responde divertido por la inconformidad reflejado en la cara del menor - ayer en la noche, hoy en la mañana, no importa la hora, cuando tengo inspiración solo me levanto y empiezo a dibujar.

- ¿Por qué girasoles? - pregunta notando la flor.

- Simboliza suerte, buenos deseos, felicidad - responde, viendo cómo su actitud decaía un poco - ¿Quieres ver otra cosa?

Kasui asiente, quería despejar un poco las últimas palabras dichas, el niño apreciaba mucho los buenos deseos que le enviaba el Omega, pero el sabía que su estadía ahí era temporal, ese sueño más pronto que tarde terminaría arrastrándolo de nuevo a la infinita pesadilla que estaba destinado a vivir.

- Vamos - llama Izuku, dirigiéndose a la puerta principal.

Kasui se alarmó, ¿Acaso lo intentaba de echar? ¿Acaso descubrió quien era y ahora lo quería llevar con sus padres?

- ¡No! ¡Por favor no me entregues! - suplicó, tal como si fuera un criminal, y solo era un niño inocente y lastimado.

- Tranquilo Kasui - consoló Izuku, arrodillándose a la altura del niño, tomando entre sus manos el rostro temeroso del castaño - no te entregaré a nadie, tranquilo, solo iremos a la azotea - explica.

Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora