Capítulo 30

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Su vista estaba borrosa, no podía distinguir nada, solo luz, ni aún viendo el cielo podía ver su azúl, solo iluminación, el dolor antes que lo abrumaba dejo de sentirlo, no había nada. Veía y no veía , no importaba, Kasui está bien, asi que el miedo no era capaz de invadir lo.

Le costaba respirar, mucho, cada inhalación era temblorosa y muy suave, sus ojos derramaban lágrimas sin que el supiera, su piel pronto perdió el color, sus ojos a pesar de estar iluminados por la brillante luz que lo rodeaba perdían su brillo en la realidad, sus pupilas se empezaron a dilatar tan lentas y perezosas que pasaba desapercibido.

¿Así era morir? No puede creer que hace 6 años lo único en lo que pensaba era en descansar en los brazos de la muerte y ahora añoraba un poco de esperanza, quería continuar, ver qué Kasui estuviese bien, y si Dios le daba suficiente vida ver...

Conocer a su hijo.

- ¡...! - oyó a su lado.

Izuku no sabe de dónde saco la fuerza, un impulso de determinación tal vez, giro su rostro a su izquierda, sentía las piedritas temblar, la luz que antes lo envolvía se disipó un poco, aún veía borroso, pero una silueta grande se acercó a el de manera lenta, podía percibir la desconfianza a flor de piel, vio hacia arriba, pero no pudo ver nada, para ese punto estaba tan débil que incluso ver le era un esfuerzo.

Serró sus ojos, dejó su cuerpo a Merced de lo que tuviera que pasar, porque a fin de cuentas Kasui estaba bien.

- K... - su mente pronto se vio invadida por niebla negra y su corazón lo sentía parar - Kasui - dijo suave, consolandose con su propio susurro.

Y sin más, la imagen de un pequeño bebé de cabellos negros y tres pecas en sus mejillas fue lo último que vislumbró antes de perder la conciencia.

.

Katsuki tenso su postura y soltó un gruñido enojado. Veía el cuerpo frente a el y ni una pizca de querer ayudarle le invadía. Ese sujeto tenía recluso a su hijo, el fue la causa de mantenerlo alejado tanto tiempo. ¿Quien sabes que crueldades le habrá echo? su mano derecha se dirigió a su sona trasera y de entre su pantalón sujeto su arma.

- ¡Papá! - llamo asustado su hijo - ayúdalo, rápido, por favor - pidió, sujetado con sus pequeñas manos el cuello de su camisa, desconociendo los verdaderos pensamientos de su progenitor.

- Esa escoria te llevo con el ¿Y me pides que te ayude? - escupió furioso, desenvainando su arma y dispuesto a terminar lo que alguien más empezó.

- ¡No! - pidió asustado de ver el arma - el me salvó - dijo rápido - me llevo a su casa cuando me encontró, nunca me hizo daño por favor - sus lágrimas rodaban por sus mejillas, y los pasos tranquilos de su padre le afirmaban que no lo estaba escuchando.

Bien, si el no lo escuchaba él lo obligaría. Limpio sus lágrimas con las mangas de su suéter manchando la en el proceso con sangre.

- Tu lo matas - dijo serio, frío, igual que él - y te dejare de considerar como mi padre.

Katsuki freno abruptamente, sorprendido, vio a su hijo y quedó pasmado, sus ojitos marrones, antes brillantes de completa inocencia se veían opacos, serios, por un momento, solo pudo ver su propio reflejo

- Po-or favor - dijo Kasui entrecortado - no mates a mi madre - confesó, escondiendo su rostro en el cuello del mayor.

Katsuki hubiese pedido explicaciones de no ser por la nueva presencia.

- ¡Katsuki! - llamo Mitsuki confundida, sin embargo, sus ojos rojos brillaron felices al contemplar a su nieto - ¡Kasui!

Katsuki no tardó en entregarle a su vieja al mocoso en su brazos.

Verlo aferrarse y esconderse en el cuello ajeno lo hizo ampliar su panorama, su hijo lloraba por alguien más, que a palabras del menor fue quien lo cuido y no quien lo rapto; además que la sangre que se cargaba la pudo oler y una escencia diferente lo envolvía, definitivamente su mocoso no cargaba ni una sola gota de sangre propia.

Suspiró frustrado.

Ignorando los llamados de su vieja se dió la vuelta y se fue por el cuerpo tirado a unos metros, troto a paso rápido, enojado, y freno al estar a unos pasos del él.

Pudo contemplar, que el otro sujeto aún en el estado deplorable en el que se encontraba, giro su rostro y lo vio a él.

Vio sus iris verdes, que en algún punto debieron brillar más que el sol, y no pudo evitar desconcertar se.

Ese tipo ¿Era un Omega?

- Po-or favor, no mates a mi madre.

Gruño desconfiado, quería respuestas, y sabía que la única forma de conseguirlas era ayudando a ese extra.

Lo tomo en brazos y giro de vuelta, apresurado más el paso al darse cuenta de algo.

El Omega...

No respiraba.

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HASTA LA PRÓXIMA!!!

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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora