Capítulo 35

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- Puedo ahorrarme esto preguntándole a Chargebolt, pero quiero escucharlo directamente de tí, así que más te vale ser honesto o éstas cuatro paredes serán lo último que verás - dijo el Omega castaño serio apenas abrió la puerta, llevando consigo un pequeño banco - siéntate - demandó, tomando asiento en la puerta.

Izuku obedeció, lento debido al dolor de sus heridas, el mayor fue paciente, conocía el deplorable estado en el que estaba el menor.

- ¿Cómo te llamas? - preguntó.

- Izuku Midoriya.

- ¿Cómo encontraste a Kasui? - afiló su mirada, observado con detalle cualquier gesto o movimiento que pudiese hacer el menor revelando una mentira.

- Tropezó conmigo un día en la noche.

- Agradecería que fueras lo más detallista posible, no me gusta repetir las preguntas - exigió, cruzando sus brazos, serio.

Izuku suspiró.

- Fue en la calle, a dos cuadras de mi casa como a las 10:30 pm, en Musutafu, venía del trabajo distraído hasta que Kasui chocó conmigo, parecía asustado, como si estuviese escapando de algo.

- Eso yo lo averiguaré - dijo, viendo detalladamente al menor, observado sus ojos hinchados y nariz roja, clara evidencia de que había llorado - ¿Que hacias en la calle a las 10 de la noche?

- Lo dije, estaba saliendo del tra... - fue interrumpido.

El castaño gruño.

- ¿Que hacias en el trabajo a las 10 de la noche? - volvió a preguntar, juntando muy leve sus cejas, odiaba repetir las preguntas.

- Cerré ese día la tienda - respondió, viendo al mayor, pero este solo alzó una ceja, suspiró - trabajo en galerías Todoroki, soy recepcionista, dirijo a los clientes en los recorridos, pero ese día llegó una entrega importante y fui yo quien lo recibió, pero resultó que se extravió una factura de una pintura y tuve que llamar al proveedor de que necesitaba el comprobante, no podía recibirla por correo, requería la prueba en físico, tardo mucho en llegar y al final tarde mucho en archivarlo, quedandome hasta tarde junto con los guardias, y fui yo el ultimo en salir y quien cerró la tienda, como era tarde tuve que tomar un taxi hasta mi casa.

- ¿Si tomaste un taxi hasta tu hogar como tropezaste con Kasui a dos cuadras de tu casa? - frunció un poco más el ceño.

- No, bueno, el taxi no llego hasta mi casa, no tenía dinero suficiente en efectivo para cubrir toda la ruta y me quedé un poco antes... - el castaño lo interrumpió.

- ¿Cuánto? - insistió.

- Yo-o no se... - se empezaba a poner nervioso.

- ¿No sabes? - alzó una ceja.

- Fue unas tres o cuatro cuadras, no lo recuerdo - su cabeza dolía.

- ¿No lo recuerdas?

- Bu-ueno yo(!) - no recordaba bien, el dolor de cabeza no lo dejaba pensar con claridad.

- ¿Tres o cuatro?

- ¿Que...? - sus ojos picaban y le costaba respirar.

- ¿Fueron tres o cuatro cuadras?

- ¡Yo-o, no recuerdo! - quería llorar, era verdad, no mentía, realmente no podía recordar nada con claridad.

- ¿Cómo no puedes recordar la cantidad de cuadras? ¡Se supones que es donde queda tu casa! - se empezaba a enojar.

- ... - bajo la cabeza ¿De que servía decir la verdad si no le creerían? Soltó las lágrimas que querían recorrer sus mejillas, sorbiendo su naríz.

- Mientes - declaró enojado, serio y a punto de irse, pero el Omega no reaccionó a sus palabras, desconcertandolo - ¿No lo vas a negar? - silencio, el menor no respondió, seguía sentado, con la cabeza gacha, tratando de silenciar su llanto - patético - insultó, levantándose y colocando el banco a un lado por fuera de la habitación, se giro estando a punto de cerrar la puerta cuando hablo - ¿Ahora eres mudo?

- ... - Izuku sorbio su naríz y alzó la cabeza - ¿De que sirve hablar si no me va a creer? - respondió, sorprendiendo al contrario - no recuerdo mucho en este momento - dijo, mientras se acomodaba para recostarse - me duele la cabeza, mi mente es difusa, pero todo lo que dije es verdad - explicó ya  a acostado, viendolo fijo - tropecé con Kasui y lo lleve a mi casa, porque simplemente no podia dejar a un cachorro solo en medio de la calle a las 10 de la noche - concluyó, dandole la espalda al mayor y cerrando los ojos, buscando un poco de consuelo para si mismo.

El Omega castaño quedó de piedra en la entrada, y cuando vio al contrario acostarse y darle la espalda terminó por cerrar la puerta, no vio rastro de mentiras, todo fue dicho de forma precisa y segura, no titubeó y se atrevió a mirarlo, suspiró, tenía mucho que pensar, más aún, al reconocer cierto apellido.

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Hiba subiendo las escaleras al segundo piso en dirección a una habitación específica, con dibujos de tigres y lobos en la puerta y en letras grandes y simulando ser el cuerpo de un dragón el nombre Kasui.

Tocó dos veces la puerta antes de entrar, viendo un pequeño bulto en la cama en medio de la enorme habitación.

- Kasui - llamo gentil, tomando asiento en el borde  destapando un poco la manta, revelando un pequeño nido de cabello castaño y unos ojitos cafés hinchados por el llanto - cariño, no llores - susurro triste, preocupado por su nieto, el pequeño se arrimó un poco para estar junto a sus piernas.

- ¿Puedo verlo? - preguntó, viendo directamente a los ojos del mayor, que se abrían con sorpresa y desagrado - quiero verlo - murmuró, cerrando sus ojitos y acucurrandose más en su abuelo, no ha podido dormir correctamente en todo ese tiempo, las pesadillas eran demaciado feas para el, no podia soportarlo, pero como estaba devuelta en su casa, no podia dormir con alguien más, mucho menos con el omega peliverde, solo le tocaba continuar sus sueños, aunque sean en el día y esté preocupando a todos por no querer salir a comer.

Masaru solo podía ver a su nieto aferrarse a sus piernas mientras descansaba, o por lo menos, lo intentaba, empezando a respirar entrecortado cada que su sueño tomaba profundidad.

Tal vez, deba creer en el Omega, por su nieto, tendría que darle una oportunidad.

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Masaru es gentil, amable y respetuoso con su familia, amigos y cercanos. Pero no con extraños, da miedo a la gente que no lo conoce  ミ⁠●⁠﹏⁠☉⁠ミ

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HASTA LA PRÓXIMA!!!

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Las Casualidades No Existen. Todo Es Producto Del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora