Capítulo 89

97 9 1
                                    

Juan Pedro le lanzó una fugaz mirada al detective, que tomaba té helado en una de las mesas de madera y reía con los niños en la piscina. Se había hecho cargo del celular de Lali, y éste estaba junto a su codo, cargado y listo para sonar si alguien llamaba.

—Cierto. Seguramente se irá directo al fondo, pero le preguntaré si le provoca.
Lali lo besó de nuevo, esta vez en la boca.

—Gracias, lindo. Llamará. Entonces sólo tendrás que preocuparte por mi seguridad. Y dale la vuelta a los chorizos.

Se levantó y fue a ver cómo iba la parrilla. Dani y Liv habían pedido chorizos en lugar de carne, y después de un segundo de caos provocado por Lali, la cena se había transformado en chorizos y hamburguesas, dejando a Hans ocupado en la cocina preparando algo llamado ensalada de fideos.
Juan Pedro dio la vuelta a las hamburguesas y a los chorizos, luego fue donde Franco.

—Tengo montones de ropas de baño de más, si quieres darte un chapuzón.

—Gracias, pero técnicamente estoy trabajando.

Con un gesto de asentimiento, Juan Pedro regresó a su asiento con Rocío y Gastón y tomó otro trago de cerveza. Lali había vuelto a la piscina y estaba jugando a Marco Polo con los tres hijos de los Dalmau.

—¿De quién fue la idea de invitar al policía? —murmuró Gastón, tomando su propia cerveza.

—De Lali. Estamos esperando una llamada.

—Algo me imaginaba. ¿De alguien en particular?

—Sí.
Gastón frunció el ceño.

—Ya sabes que si interferimos en tu divertida investigación de crimen y robo, podemos irnos.
Rocío le puso la mano sobre el brazo a su marido.

—No seas tan arisco. Estoy segura de que Peter nos avisaría si estuviera pasando algo peligroso.
Peter agradeció el tono de advertencia en su voz; una madre protegiendo a su familia.

—Nada más peligroso que una llamada, Rocío.
Ella sonrió.

— Por cierto, gracias por tu generosa aportación a SPERM. Fue el cierre perfecto del almuerzo.
Gastón parpadeó.

—¿De qué estás hablando?

—De la sociedad de manatíes, tonto —respondió entre carcajadas—. Peter y Lali han donado cinco mil dólares.
El abogado estaba sacudiendo la cabeza.

—En serio necesitan unas siglas mejores.

—Éste le da un toque de diversión a las mujeres mayores de pelos canosos —dijo Rocío—. Y atrae la atención para la causa. Así que, funciona.

—Salvo para los esposos como yo que tienen que decir que sus mujeres buscan contribuciones para SPERM.

—Sí, es verdad. —Gastón enganchó su cerveza y fue a sentarse en el extremo del tobogán.

—¿De qué hablamos? —preguntó Juan Pedro, acomodándose en su silla.

—¿En serio estás buscando casa para Pamela?

—¿Te lo contó Lali?

—En realidad, lo hizo tu corredora. Conversamos antes del almuerzo.

—¿Conoces a Laura Bedoya-Agüero?
Ella se acercó un poco.

—No cambies de tema, Juan Pedro.

El esbozó una sonrisa forzada, aunque no pensaba que pregunta careciera de importancia. La opinión de Rocío sobre Laura podría ser útil. Tenía buen instinto. Estaba, además, fulminándolo con la mirada, y Peter salió de sus pensamientos.

—¿Cuál era el tema?

—Pamela.

—Me pidió ayuda. Pero no creo que eso te interese.

—Ya sabes que pienso que Lali estuvo fuera de lugar al ver a Pamela. Luego, aparece en SPERM con Pa…

—¿Podrías ir al punto?

—Ok. Laura dice que estás ayudando a Pamela a encontrar un lugar donde vivir acá en Buenos Aires. Entonces Lali aparece en la sociedad de los manatíes con Pamela y dice que sabes que trabajan juntas.

—¿A dónde quieres llegar?

—Lo que trato de decir es: ¿Están locos? —Cuando Franco los miró, ella dio un tímido vistazo al resto de presentes, luego bajó la voz—. Sé que no te gusta que Lali se relacione con Pamela, porque te conozco. ¿Y tú vas y le buscas un lugar a unos kilómetros de dónde vives con Lali?

—Me pidió ayuda —repitió, apretando los dientes. No necesitaba consejos sobre sus relaciones.

—Si no puedes reprimir tus impulsos caballerosos, perfecto, búscale un lugar donde pueda vivir. Cómprale una casa. Pero, por Dios, no la mudes a tu jardín. No está aquí para hacerte ningún bien. Está aquí para ayudarse a sí misma. Y se va a meter entre Lali y tú de una forma tan sutil que ni siquiera te darás cuenta hasta que Lali te diga que está harta y se vaya.

—Nadie se va a ir, Ro.

—Créeme, Peter. Sé cómo funciona la mente de una mujer. ¿Hace cuánto que Pamela está acá, dos semanas? Y ya está metiendo mano en el trabajo de Lali, y en tu tiempo.

Juan Pedro tuvo que admitir a regañadientes que Rocío tenía razón. Mucha razón. Observó de nuevo a Lali, sumergida en el agua a un metro de Daniel y esquivando al muchacho de catorce años sin dificultades mientras buscaba a los otros bañistas.

—Nunca pensé que Pamela fuera así de hábil —dijo lentamente.

—¡Hazme el favor, Peter!. Es una profesional en conseguir lo que quiere, y está desesperada. Eres su único fracaso, y no creo que haya renunciado todavía a ti.
Juan Pedro se enderezó.

—No va a recuperarme, de eso estate segura. Es ridículo. Aunque no estuviera Lali, jamás volvería a confiar en ella.

—No le hace falta recuperarte para destruir la relación entre tú y Lali. Pero haz lo que quieras. Yo sólo te digo que deberías ser un poco más cauteloso. Me refiero a que, cuando descubriste a Martín y a ella, esperaba que entendieras que podría no haber sido la primera vez que te engañaba.

Pensó en eso durante el divorcio, y probablemente era lo más cerca que jamás había estado de golpear a Pamela. Que le recordaran aquello no servía para mejorar su humor.

—Ro, con esto me queda claro tu punto y advertencia. Espero que me dejes el resto a mí.

Arte para los Problemas 2: De Ladrona a...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora