—¿Cuántos trabajos tienes en vista para Espósito Security?
—Uno. —Lali se puso de espaldas para que Nicolás pudiera subirle el cierre del vestido amarillo de Chanel que llevaba puesto. Había bajado la persiana de la ventana de su oficina, no tenía sentido darle una linda vista a Dalmau, pero necesitaba dar la imagen adecuada cuando recogiera a Pame para ir a almorzar.
Nicolás le subió el cierre.—¿El de Bedoya-Agüero o uno de verdad donde te pagan?
—Uno de verdad. Y con unos honorarios fijos de diez mil.
—Bien, eso nos permitirá pagar algunos gastos como tu Coca Cola Light. ¿En qué casa? ¿Es uno de los amigos de Lanzani?
Lali vaciló.—No se trata de una casa, y por supuesto que no es uno de los amigos de Peter. Todo lo contrario.
—Está bien. —Dio un paso atrás cuando se dio la vuelta—. Quien soy yo, Lali. El hombre que te dijo que el ratón de los dientes era una farsa.
Los labios de Lali se contrajeron en una amplia y efímera sonrisa. Esa sí que había sido una conversación interesante.—No es mi culpa que creyera que se trataba de un ladrón.
—¿Y quién no? —respondió—. Aclarado eso, puedes decirme qué es lo que está pasando. Sé que sigues trabajando en el caso Bedoya-Agüero.
—Ah, ¿piensas que este nuevo cliente es un invento de mi parte? —Meneó los dedos delante de él—. Uuuuuhhh, es invisible.
—Mientras que su dinero no sea invisible. Alguien tiene que pagar por tus servicios.
—Eso ya lo sé. Y lo hará. Pero esto es algo bastante... raro, así que voy a hablar primero con Peter.
El la miró.—Pero no conmigo.
—El cliente no es tu rival en los negocios. Intento ser buena, Nicolás, pero soy nueva en todo esto.
—Y hasta ahora esto parece mucho más divertido que ganar un millón de dólares por dos días de trabajo en Venecia.
Ella cerró los ojos durante un segundo. Acabaría partida en dos, con Nicolás y Peter tirando de ella en direcciones opuestas.—Tal vez no sea más divertido, pero intento ganar cierto gusto por hacer lo correcto, ¿ok?
Nicolás respiró hondo.—Ok. Está bien. ¿Hay algo nuevo sobre el cliente muerto que no paga?
—Sigo intentando descubrir qué sucedió. ¿Y si fuera importante el hecho de que muriera justo después de contratarme por cuestiones de seguridad?
—Puede que así fuera, pero eso no hace que sea tu culpa... ni que sea problema tuyo. Tu verdadero problema es el alquiler de doce mil que tienes que pagar todos los meses, y parece que tienes dificultades con eso. Claro que también parece que intentas hacerlo todo tú sola y que estás exagerando un poco.
—Los negocios son una mierda.
—Lali...
—De acuerdo, está bien. No quería decir eso. Todavía no, en cualquier caso. Dame un par de días. Entonces pondremos algunos anuncios en los periódicos y en la radio y comenzaremos a funcionar como una empresa de verdad.
—Trato hecho. Por ahora. Revisaré las llamadas respondidas. Y, oye, ¿cuántos cuadros crees que necesitamos para decorar esto?
Lali dudó.—Depende. ¿De dónde vienen los cuadros?
—Del mismo lugar que los muebles. Yo me ocuparé de eso.
—¿Otra vez alquiler por seis meses?
Nicolás esbozó una amplia sonrisa.—Todavía no lo sé.
Lali metió la mano en su cartera, asegurándose de que tenía un par de clips y algo de cable de cobre además de las llaves. Las herramientas del oficio... de su oficio, en cualquier caso. En una ocasión Peter la había acusado de intentar ser MacGyver, pero ¡qué importaba!, MacGyver podía construir un avión con simplemente unos clips. Ella sólo podía abrir puertas con ellos.
—¿No vas a decirme a dónde te vas tan arreglada?
Alguien debía saberlo, por si las moscas.—Voy a almorzar con Pamela. Va a llevarme a la casa de Bedoya-Agüero.
Nicolás se detuvo en seco.—¿Que vas a hacer qué?
—Ella conoce al hijo. Daniel. Dije que iría a ayudar a distribuir mesas y con la decoración para el velatorio.
—Ay, por Dios —dijo en voz baja, agarrándola del brazo—. Sólo acuérdate de dos cosas, Mariana Espósito.
Su nombre completo. Oh, oh.—Una: puedes acercarte todo lo que quieras a esta gente, pero no se te ocurra olvidar que has robado a la mitad de ellos. No son tus amigos. Son tus víctimas.
—Clientes —le corrigió—. Ahora son mis clientes. Posibles clientes, en todo caso. ¿Cuál es la segunda?
—Número dos: sea cual sea mi opinión acerca de que finjas establecerte con Juan Pedro Lanzani, él no es bueno para ti. Es una mala idea que vayas por ahí con su ex. Muy mala idea.
Ella no estaba tan segura de estar fingiendo nada.—Estoy recabando información sobre Bedoya-Agüero. Eso es todo.
—Sí, seguramente.
«Claro que lo era.»Pamela estaba esperando a un lado de la puerta de entrada del Four Season. Se había puesto un bonito vestido en tonos pastel verde y amarillo con cuentas metálicas alrededor de la cintura y por la parte baja. Debía ser un Donna Karan o un Marc Jacobs. Lali contuvo la sonrisa cuando desactivó el seguro de la puerta del pasajero. Previamente se había cerciorado de saber qué diseñadores estaban más de moda porque tenía que mezclarse con víctimas que gastaban gran parte de sus ingresos en ir a la moda. Ahora, teniendo a Peter como pareja, se había convertido en miembro de la élite de la moda.
Pamela llevaba, además, un ondulante pañuelo blanco sobre el pelo y lleva puesto un par de lentes de sol. Resultaba evidente que no quería que nadie la reconociera y se dieran cuenta con quién se paseaba por la ciudad.
—Bonito pañuelo —dijo Lali mientras abandonaba la entrada y manejaba rumbo a la mansión Bedoya-Agüero.
—Fue un regalo —dijo Pamela con tosquedad.
—¿De Daniel?
—Eso no es tema tuyo.
Lali sonrió de nuevo.—Solamente quería sacar un tema de conversación.
Los lentes de sol descendieron durante un instante mientras unos ojos azules la miraban fijamente por encima de estos.—No me caes bien.
—Tampoco yo soy tu mayor admiradora, Pame. Lo que le hiciste a Peter fue...
—No fue peor que lo que él me hizo a mí.
—¿De qué diablos me estás hablando?
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Arte para los Problemas 2: De Ladrona a...
أدب الهواةMariana Espósito decidió dejar su vida delictiva y poner su propia agencia de seguridad. ¡Quién mejor que una ex ladrona de guante blanco para proteger a sus clientes! Juan Pedro Lanzani, el atractivo millonario con el que ahora comparte su vida y s...