*Hola! No he actualizado tan seguido, por falta de tiempo pero subiré 5 cap. nuevos !, ¡DISFRUTEN!*
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—Ya no. Tendrías que cambiar mi tono.
—No. Tú eres James Bond. —Acercándose lentamente, le dio un suave y pausado beso en los labios—. Gracias por estar preparado para ir en mi rescate.
—Sí, bueno, para eso estamos.
—Mmm, hum. Y resulta que yo estoy de humor para que eleves mi temperatura y me hagas estremecer. ¿Qué te parece?
Él sonrió ampliamente, tomando su mano libre para dirigirse con ella de vuelta al dormitorio. No importaba en lo que hubiera estado metida, al final, había vuelto sana y salva.—Estoy a tu disposición.
Juan Pedro estaba abajo, terminado de desayunar y leyendo el periódico, cuando llamó Laura Bedoya-Agüero. Después de intercambiar formas y hablar durante unos minutos, ella accedió a recibirlo en su oficina aquella mañana. Naturalmente, ella era una mujer de negocios profesional. Pero, al mismo tiempo, rondaban por su cabeza los comentarios de Lali sobre lo mucho que había o no afectado a los hijos la muerte de Bartolomé. Lali se había pasando las dos últimas noches dando vueltas en la cama, cosa que sabía porque en dos oportunidades había estado a punto de golpearlo en la cabeza, e incluso se había levantado a ver televisión una hora antes del alba. Por lo que sabía, Lali seguía en la cama. Pero Laura, que había enterrado a su padre hacía dos días, estaba levantada a las siete y coordinando reuniones de negocios.
—Como si nada —murmuró, bebiendo su té. Tal vez ella tuviera una forma particular de llorar la pérdida, pero para un observador ocasional aquello no estaba bien. Y las apariencias lo eran todo en la sociedad de Buenos Aires. Por otra parte, se estaba acostumbrando a fijarse en cosas que el resto de la sociedad pasaba por alto.
Su teléfono sonó de nuevo al mismo tiempo que Lali entraba tropezando en el comedor y agarraba una magdalena de chocolate del mueble.—Buenos días, amor —dijo suavemente, mirando el número en la pantalla—. Es Sarah.
Ella asintió, desplomándose en la silla junto a la de él y sonriendo sólo cuando apareció Reinaldo con un vaso de Coca Cola Light helada. Juan Pedro reprimió una sonrisa cuando su secretaria en Londres le informó de la agenda laboral del día. Sin embargo, la hizo parar a la mitad.
—Llegan mañana —dijo, frunciendo el ceño—. El sábado. Para la reunión que tenemos el lunes.
— Yo también tengo entendido eso, señor —respondió la eficiente voz de su secretaria—. Pero cuando me comuniqué con la oficina del señor Lyon para confirmar los detalles del vuelo, me informaron de que el resto de la junta aterrizaría hoy a la una en punto, hora local. Y la reunión ha sido cambiada para el sábado a las diez de la mañana.
«¡Demonios!»—¿Por qué no me han avisado?
Peter notó el titubeo de la mujer.—Aseguran haberlo hecho pero estoy completamente segura de que no hemos recibido nada. Revisé tres veces el correo y todos mis mensajes de voz y…
—Te creo a ti antes que a ellos, Sarah —interrumpió. Juan Pedro sabía perfectamente que en la compra de una empresa, el contrato era una mínima parte del proceso. El temple tenía igual o más peso—. Nos acomodaremos. ¿YA le informaste el cambio a Ben?
—Sí, he actualizado su agenda. Por otro lado, ya realicé la reserva de habitaciones necesarias en el mismo hotel donde el señor Lyon se hospeda.
—Excelente. Gracias y disculpa los dolores de cabeza, Sarah. Por favor envíame por correo electrónico la última lista de asistentes y mándala también a la oficina de Dalmau.
Colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesa con brusquedad, renegando entre dientes.—¿Qué pasa? —preguntó Lali.
—Lyon trama algo. Ha hecho que el resto de su junta directiva venga un día antes y ha cambiado la reunión para mañana.
—Pero ¿no se trata de tu reunión?
—Por lo visto he sido informado del cambio de planes.
Ella dejó escapar un bufido.—Seguro que es uno de esos problemas de realidad alternativa. ¡Pasa todo el tiempo en Star Trek!
Naturalmente, un cambio de planes no iba a desconcertarla.—Mmm, hum.
—Por otro lado, puede que Lyon sólo quiera que disfruten del clima en Buenos Aires.
—Tu otra teoría es mejor.
—Gracias. Entonces coordina la reunión para la fecha original.
—No puedo. Eso significaría que no soy razonable y que no puedo manejar la situación. —Se preguntó fugazmente si ella sabía algo útil, pero se contuvo de preguntar. Había dicho que le avisaría si su trabajo afectaba al suyo. Juan Pedro exhaló—. Debería cancelar todo. En vez de eso, podríamos ir a pescar.
—¡Ay! ¡A pescar! —Sacudió la cabeza—. Te he metido tanto en mis problemas y distraído cuando tienes tus propios asuntos de trabajo… Lo siento.
—Nadie me obliga a hacer algo que no quiera. Ni siquiera tú. A decir verdad, no tengo tanto interés en ello. Es una buena inversión, pero los repuestos plásticos en realidad no…, ¿cómo decirlo?, no son santo de mi devoción.
—No importa. Imponte por la fuerza y, para la próxima vez, busca algo que te interese más —declaró con un tono sorprendentemente serio—. ¿No te parece? A ver, ¿qué haría Juan Pedro Lanzani si de repente dejara de gustarle su trabajo? El la agarró de la mano.
—¿Se trata de mí o de ti?
Lali se encogió de hombros.
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Arte para los Problemas 2: De Ladrona a...
Fiksi PenggemarMariana Espósito decidió dejar su vida delictiva y poner su propia agencia de seguridad. ¡Quién mejor que una ex ladrona de guante blanco para proteger a sus clientes! Juan Pedro Lanzani, el atractivo millonario con el que ahora comparte su vida y s...